¿Qué haces cuando las cosas no funcionan como planeas?
Bueno, hay alguien muy enamorado de la política, que decidió declararle la guerra y acabó en la muerte de miles de adolescentes y en el desarrollo de trágicas enfermedades como el estrés postraumático. No es que nosotros no tuviéramos la capacidad de desarrollar esas enfermedades por sí solos, pero es curioso que un hombre que nunca dejó su escritorio tuviese el poder de transformar la vida de alguien más, el hijo de alguien, el hermano, de alguien que nunca volverá o lo hará en pedazos. Esta es la forma más trágica en la que describiré el amor y, por supuesto, no tiene nada que ver con la relación.
Pero Simonetta, ella es una guerrera. Muchos años antes de que a alguien se le ocurriera ponerle nombre al acto violento de pelear entre bandos, los vikingos ya lo habían hecho y habían montado una estrategia impresionante. Simonetta probablemente en una de sus vidas pasadas fue líder de las guerreras vikingas, por lo que le dedicó tiempo a crear una estrategia para debilitarme y otra para asesinar por completo la duda en su relación.
William y Wallace habían pasado la tarde en el gimnasio practicando un poco de boxeo y conversando de cosas insignificantes como el tiempo, sus movimientos y si era necesario o no intentar convencer a Simonetta de ver una película de acción. Porque la verdad, ella siempre se rehusaba a ver algo mínimo con riesgo.
William recordó que su esposa quería cenar juntos y Wallace estaba dispuesto a pasárselo bien con su tarea, el televisor y el celular, así que pasó por la cena ya hecha, un par de detallitos para Simonetta que eligió junto a Wallace. William sonrió mientras veía a su valorar joyería como si supiera algo del tema.
—Esto se ve muy Simonetta.
—Es una cadena de oro.
—Sí, pero es algo que ella usaría día a día —responde el joven. —Podemos llevarle esto con una W, de Wallace, obvio —su padre le mira antes de reírse.
—Vale, le dices que es de tu parte, marcándola como un toro.
—Le contaré sí, lo del toro.
La idea principal de William era demostrarle a su esposa que si bien había demasiadas cosas en su plato, por ejemplo, un hijo en su etapa de insoportable, no quería decir que ella no estuviese en su lista de prioridades o no valorar su presencia en su vida. Cuatro manos son mejores que dos, y así como los cuerpos se multiplican en esta historia, estos dos montaron en el jardín todo lo necesario para una velada romántica. En una hora y media todo estaba en su lugar. Wallace bajó para llevarse su cena a su habitación, su papá vio impresionada la cantidad de chips que llevaba su hijo pero optó por dejar que le doliera la panza.
—Wallace, gracias por ayudarme.
—Con gusto, mañana le doy su regalo a Simmy, no le digas nada, no quiero opacarte —William se ríe.
—No tienes una novia que molestar.
—Tengo varias, pero, la verdad, voy a terminarlas porque tengo otras cosas más importantes en el plato.
—Uy, qué bueno.
—Sí, muy maduro.
Los dos estaban por reír cuando escucharon los pasos acelerados de Simonetta, la cual entró en casa llena de furia y con los nervios a tope, es que a esta guerra vikinga, mejor no molestarle de esta forma única, en la cual la ansiedad domina, y el ego se asoma.
—¡Simmy! —le saluda Wallace y ella sonríe.
—¿Cómo has estado, Wally?
—Bien, papá ha pasado temprano por mí y hemos ido a jugar y luego te hemos preparado una sorpresa.
Wallace decide que ha dicho demasiado y le da un beso en la mejilla a su madrastra. William se acerca a saludarla con un beso en los labios, y Simonetta se aleja un par de pasos para mirarle a los ojos.
—Llevo la vida fenomenal por mi cuenta, William. Sé estar sola, me gusta mucho mi compañía, soy fiel a mí misma, me quiero, y la verdad, no necesito mucho más. Pero por algún tiempo he querido una familia, no quiero una familia mediática o a veces, los quiero para todo el tiempo. Y no me gusta andar como de puntillas a tu alrededor. No necesito que me prometas que va a ser para siempre, pero sí sé que por el tiempo que sea, vamos juntos al 100 %.
—Simonetta, ¿puedo hablar?
—Sí, estoy esperando que respondas algo.
—No... no sé por qué estamos peleando.
Simonetta da un paso atrás y ve al hombre enorme que tiene en frente, al que podría desaparecerla a gritos y golpes, pero está tranquilo esperando que ella le diga el origen de su enojo, y yo que tengo un máster en los pensamientos y el comportamiento de Simonetta, así que se los describo en puntos.
1. A Simonetta no le gusta ser tratada como la otra en casa de los padres de William, es la actual, le guste a quien le guste.
2. A Simonetta no le gusta no poder opinar sobre la vida de Wallace, porque para ella, es su hijo, por matrimonio, por adopción o por obligación, pero es algo suyo.
3. William tiene una tremenda necesidad de aislarse, y para ello, pone un muro entre su esposa y él, y a ella le genera mucha ansiedad y dolor, que todo el mundo elige con su miedo al rechazo de una forma diferente.
4. La señora Donelly detesta que no le respondan al segundo.
5. Y lo que más detesta en el universo es la incertidumbre.
Aquí está el texto corregido:
William ve en su esposa la frustración pura y se acerca a ella, le toma de las manos y baja su mirada para que coincida con la de Simonetta.
—Yo he estado en dos relaciones, en toda mi vida; una con una adolescente resentida y fría por la vida que nos tocó vivir juntos, y después me embarqué en una relación loca y tóxica. No sé cómo tener una compañera. Estoy aprendiendo contigo, y sé que intento compartimentarlo todo, para que lo que esté más cargado en mi vida no embarré lo demás. Pero estoy listo para tener una relación madura, responsable y respetuosa, y me encanta que sea contigo. Pero no puedo adivinar, Simonetta, no te conozco tanto como para adivinar qué te ha molestado o qué no hago bien. Si me dices, voy a tratar de mejorar, y siempre estoy dispuesto a escucharte. Si quieres un rol más activo en la vida de mi hijo, lo tienes desde que nos conocimos prácticamente. Si lo quieres reafirmar, veremos cómo hacerlo. Con mi familia intentaremos mantenernos tan al margen como sea posible y en cuanto a tú y yo, somos familia.
Simonetta lo abraza con todas sus fuerzas y su marido le besa en la mejilla, le devuelve el abrazo y susurra que es su inspiración para crecer y ser mejor. Los dos se abrazan y se besan; él se despega un poco y propone que tomen una ducha corta y se pongan algo fresco para salir a cenar juntos en el jardín. Simonetta sonríe y le da un par de besos.