Antes de salir de m casa, le envío un viejo mensaje de texto a Wallace de que este iPhone y todo, pero no viene con el w******p instalado y ya, que nuevo como se debería. De todas formas, le escribo al chiquis.
Gretta
Soy Gretta, tu tía, de la que te has reído. ¿Ya llegaste a tu habitación?
Wallace
JAJAJA
Sí, pero estoy en el pasillo porque Simonetta no permite celulares en la habitación. Cree que voy a hacer tomarme una foto de la polla, eso es muy 2010. No estamos tan mal ahora.
Gretta
¡Wacala! Demasiada información, abortar confianza, bajar de nivel, repollo. Asquerosos los niños de hoy, antes un beso en los labios cerrados molaba un montón. Gracias por ayudarme, nos hablamos mañana.
Conduzco hasta donde mi hermana, que ella no se pudo ir a una hora en mi casa, no que eso es poco, se fue a una hora y cuarenta y cinco. Cuando llego a su Penthouse, veo que va fatal, vomitando, muy acalenturada, ojerosa, y de verdad que su color no es natural, se ve algo gris.
—Creo que lo mejor es llamar un médico o hasta una ambulancia. —Mi hermana se echa a llorar y viene a abrazarme.
—Estoy sangrando, creo que lo estoy perdiendo y yo... yo ya me hice a la idea y le he dado un nombre. Georgina si es niña, y Aarón si es niño.
—Aarón lleva dos "a", solo decía... no creo que sea bueno apropiado y Georgina tiene dos "g", y si dices que una por mí y otra por tu novio me mato —mi hermana sigue llorando y la abrazo. Trato de tranquilizarla porque mi chiste no ha surtido efecto, le pregunto qué ha dicho su médico en la última revisión y ella niega con la cabeza mientras limpia el rostro.
—No, no... no he ido, he estado con un poco de negación y miedo del que te congela.
—¿De cuánto estás?
—No sé, Gretta, no te he llamado para que me regañes.
—No te estoy regañando, te estoy preguntando —mi hermana se vomita sobre mi espalda, mi cuello y mi pelo y solo puedo sacudirme e intentar no llorar. De todas formas, voy por un pañuelo, la siento sobre su cama y me cambio con algo de su novio, una camisa. Después de bañarme, y usar mucho champú, cuando salgo de la ducha le doy un vistazo y no, no se ve mejor, y si está sangrando no debíamos esperar dos horas en mi auto, así que me pongo la camisa y sin que me vea, llamo a la ambulancia, busco algo dulce que darle y un termómetro, y le escribo a su hermana.
Gretta
Rinni, no te asustes, pero he pedido una ambulancia. Lina y el bebé no están bien, está vomitando, ha tenido fiebre y no ha ido a ningún chequeo. En cuanto llegue al hospital y los médicos la examinen, hablaré con mamá y papá, pero creo que es mejor no agobiarles hasta que sepa algo. Te escribo cuando pueda hablar con seguridad en el hospital. Vamos.
Rina
¿Desde cuándo está mal? ¿Por qué no me llamaron?
Gretta
Acabo de llegar a su piso, esto es todo lo que sé. Puede que la lleven al centro, ahí trabajo y tengo contactos, si queremos información antes nos lo darán más rápido. Cuando estemos cerca te escribo.
Así que, mientras Rina me responde, Lina se encuentra muy mal, llorando, con dolor y sin señales de mejoría.
—Sí, soy George.
—Claro, George. Yo estoy con Lina en el hospital, algo no va bien con el bebé y quería saber, ¿es posible que vengas?
—¿Cómo está Lina?
—Enferma, con fiebre, dolor, sangrado, y no hay ritmo fetal. No ha parado de llorar y, por más que he intentado consolarla, no ha mejorado. Y vi tu número en el refrigerador.
—Estoy en Londres con mi hijo mayor. Voy a tomar un vuelo ahora mismo. Avísame cualquier cosa y, cuando pueda hablar con Lina, la pones al teléfono.
—Está bien, claro, sí. Gracias.
Ramón, que tenía demasiados planes para nosotros, llevó a casa la cena, una botella de vino y muchas ganas de pasar el rato solos, juntos y felices. En su lugar, se encontró la casa sola, pero un par de notas que él dejó en el refrigerador, entradas tengo a mis hermanas, que ahí están los números de los bomberos, directamente no de emergencias de los bomberos, el de la casa cural por si ocupan. Elimina un pecado antes de ser reñidos y poco más. A Ramón le he dejado un par de post-its en puntos estratégicos para que llegue a encontrar mi carta en el refrigerador. Decidió llamarme y es que en el estrés no entendí que el sonido molesto era conmigo, me lo ha tenido que decir una enfermera mientras iba pasando, de todas formas logré contestar.
—Estoy en casa, Titi. He traído la cena y he leído esa carta tan pintoresca.—comenta.—Me alegra que te gustara el regalito. ¿Cómo está Lina?
—Estamos en el hospital.—reconozco y la triste es notable en mi tono de voz, es que si mi hermana despierta y no hay niño, no sé si pueda tolerarlo.— Creo que está perdiendo el bebé.
—¿En cuál hospital están?—pregunta incrédulo.
—En el Pieth, del centro.
—Salgo de una ve, llego en unos minutos.
—Vale, nos vemos.
—Gracias.
—Gretta, —me llama mi hermana, y viene corriendo a abrazarme.
—¿Cómo está?
—La han conectado a mil cosas, la han llevado de una vez a un cuarto de obstetricia, y quedaron en avisarme.
—Voy a ver qué dicen —Rod, mi cuñado, me da un beso en la mejilla y me toma de la mano.
Me acompaña hasta el piso de arriba en el que tiene a mi hermana. Los tres vamos hacia los elevadores, mi hermana parece querer fundir el botón del elevador como si eso nos hiciera subir más rápido. De todas formas, al llegar, mi hermana se coloca un gafete y va en busca de información para su hermana.
—¿Quieres que llame a mi suegro?
—¿Me harías ese favor? —le pregunto y él asiente. Saca su teléfono del bolsillo y llama a mi padre. Le dice que estamos en el hospital y que no sabemos más de Lina. Él le asegura que estará en unos minutos con nosotros.
—¿Quieres agua o algo, Gretty?
—Agua, si no es mucha molestia.
—¿Qué le ha pasado a tu pelo? —me pregunta.
—Me ha vomitado y ahora creo que también necesito una cola.
—Y mi chaqueta —dice y me la pone sobre los hombros.
Le doy las gracias, y él va corriendo por las cosas. Mientras espero sola, le pido a Dios que por favor, mi hermana no se muera y que ese bebé se salve también, porque Lina nunca quiere nada. Sé que suelo costarle un poquito aceptar que será mamá y que en su cabeza es casi un embarazo adolescente, pero es su hijo el que va a tener un nombre horrible, pero sus papeles quieren. George me llama para avisarme que su vuelo sale en diez minutos y preguntar cómo está mi hermana. Le digo que no tengo aún información y en eso escucho a mi madre.
—Gretta —me giro para acercarme a ella.
—George, dame un par de segundos.
—Sí, claro.
—¿A qué horas pensabas llamarme?—pregunta mi madre.— ¿Se te vino a la mente llamarme, Gretta?
—Mamá.
—¿Hace cuánto tu hermana está en urgencias y no te sale del culo avisarme? Tú puedes estar muy enojada conmigo hasta el día en que me mueras, pero no decirme que tu hermana está en problemas; te rebasa. Qué egoísta y mal intencionada eres llegar a ser —responde, y Lina se acerca.
—Mamá, ¿qué te pasa?
—Gretta no entiende su lugar. ¡Ellas dos son mis hijas, no las tuyas! Está bien que no quieras nada conmigo y que no quieras ser mi hija, pero ustedes dos son mis hijas y se tienen que venir al hospital, espero como mínimo una llamada de cortesía informándome, no un interno comentando el caso como si fuera un chiste y sale el nombre de mis hijas a relucir.
—Mamá, Gretta lleva un buen rato corriendo, asustada y resolviendo ¿no te parece?
—Me parece que es uno de sus momentos de no te necesito.
—Sinceramente, la verdad es esa; no me interesas, me interesa mi hermana, me interesa que esté bien su bebé, tu aes de grandeza son lo menos importante en mi cabeza. Me ha llamado a mí porque nadie confía en que puedas ser madre de cualquiera de las hijas que has parido —Rod se pone en medio y me aleja de mi madre. Trato de calmar mi voz y veo a Lina, pongo mi atención en ella y le tomo de la mano, mi hermana está entre preocupada y triste—¿Cómo está?
—Es un embarazo molar y preeclampsia, a raíz de ello. Van a intervenirla y sacar los restos, medicarla y esperar que no se complique, pero es su contacto de emergencia y necesito que firmes el consentimiento.
—Voy a hablar con George.
—Vale, pero pronto.
—¿Cómo está la niña? —pregunta padre conforme se acerca. Me da un beso en la frente y le extiende el brazo a Lina para que se acerque. Mi hermana se ataca a llorar, y yo abrazo a mi papá y a mi hermana con todas mis fuerzas.
—Rini se va a decepcionar tanto cuando se despierte. —mi papá le extiende su brazo a mi madre y ella se acerca, yo me alejo del grupo y veo la decepción del padre, pero esta vez, Lina se pone de mi lado. —Yo creo, mamá, que es mejor que regreses cuando Lina se enceste, ahora, Gretta, papá y yo nos manejamos.
—Rina.
—No es el momento ni el lugar para venir a gritarle a mi hermana. Ni siquiera sabíamos que estabas trabajando aquí. No sabemos nada de ti, no te conocemos, no eres nuestro contacto de emergencias y te pese o no, para mí es diez veces mi mamá Gretta que cualquier otra persona.
Las puertas del elevador se abren, y Ramón viene hacia nosotros. Firmo los documentos que me ha extendido mi hermana, y ella me da un beso en la mejilla.
—Apenas sepa algo, te aviso.
—¿Qué ha pasado aquí, nena? —pregunta mi padre.
—No quiero hablar de eso.
Ramón saluda a mi cuñado con un estrechón de manos y aspavientos.
—Gretta, ¿qué ha pasado?
—El bebé de Lini no es más que un montón de células y problemas. —Ramón me da un beso en la mejilla y me abraza.
—¿Has llamado ya a su novio?
—Está de camino, le voy a escribir.
—¿Quieres comer algo o beber algo?
—Solo no dejes de abrazarme —Ramón asiente y me acaricia la espalda, se acerca un poco más si es posible y me promete que Rini va a estar bien. Me besa la mejilla y trata de consolarme mientras lloro, escucho los murmullos de las voces de mis padres. Veo a mi mamá en su acto más convincente, tratando de poner a mis padres de su parte, pero este mucho más se veo que nunca pone distancia y le asegura:
—Te informaremos cuando sepamos más, pero por ahora nos las apañamos perfectamente. Danos espacio, por favor.