Lo perfecto…

1309 Words
Hay una cosa que no nos enseñan en la escuela, la iglesia y creo que tampoco en la vida, te tienes que enseñar y sonreír a alguien que amas mientras sientes que afectas a alguien a quien amas de la misma manera, y solo los hijos de los divorciados lo entienden, los hijos que especialmente nacieron dentro de un matrimonio (bajo la promesa de amarse y respetarse para siempre, una promesa que sus padres hicieron ante Dios y un día decidieron dejar de cumplir). Yo hablo desde mi experiencia, pero la legalidad y la espiritualidad del matrimonio no le quita lo importante a las promesas que se hacen las parejas, los sueños y los planes que construyen y también desaparecen, dejando todo el peso del dolor, la culpa, la desolación en sus hijos. Puede que esté hablando de mí o de Wallace, pero no deja de ser doloroso, incómodo o preocupante; con el tiempo simplemente aumenta, se hace más incómodo. Wallace estaba en casa de su madre cuando su papá llegó por él, lo cual es inusual; sin embargo, se dejó engañar bajo la excusa de que le extrañaba. Los leímos meses; habían pasado mucho más tiempo juntos. Sin embargo, su papá se esperó a que estuviese en el auto para confesarle que su visita dependía exclusivamente de las necesidades de su esposa. Es que el bebé que le emocionó con el alma unos meses antes, ahora, simplemente le causaban angustia. Era como poner en semanas el tiempo que le quedaba con su padre, con la misma Simonetta y, si usted ha vivido lo suficiente, sabe que los celos y la tristeza juntos no caminan bien. Yo les vi llegar, y me sorprendí al ver que mi amiga corría a recibirles. Esta corrió y abrazó a su esposo y a su hijastro con todas sus fuerzas. William le besó en la frente y Wallace olvidó la culpa y le dio cariño a su madrastra con una caricia en la espalda, incluso preguntó: —¿Qué les parece Western Murdock? —No —respondió su padre y los dos rieron. —Esmeralda. —Estará en la lista, cielo —respondió Simonetta y le acarició la barbilla. —Gracias por venir, Wally. —Gracias por invitarme, voy por un milkshake y algo para la tía Greta que se ve en pánico. No le crean, que Noé ataba en pánico, esta joven preciosa, inteligente y divertida enfrente de mí, había tenido un bebé durante su adolescencia a quien dio en adopción, y por eso, podría permitirse ser madre de alquiler ahora. Lo que no dejó de impresionarme es que el dinero que Simonetta le esté pagando será para pagar los gastos académicos de esa bebé que entregó hace unos diez años. No es perfecta, pero si es maravillosa; solo alguien con buenos sentimientos haría todas estas cosas. Wally me da un beso en la mejilla y me pregunta si quiero algo de comer o beber. Le pido un café fresco y le presento a la familia sustituta de su hermano bebé. Él les saluda con educación y después se retira y va por las cosas para beber. Su padre y Simonetta se quedan aparte conversando y tratando de no desbocarse a besos. Mi amiga entrelaza sus dedos con los de William y se acerca a la mesa, lo presenta con la madre Lana, la mamá más maravillosa del mundo, así quiero pensar yo que debería apodarse esta pobre mujer. William le hace unas cuantas preguntas sobre los achaques y los orines en la noche. Simonetta y yo compartimos una mirada porque ni siquiera en libros nos hemos informado tanto sobre el embarazo. William, Simonetta creyó toda la vida que para un matrimonio tenía que encontrar a alguien que estuviese en su mismo nivel de sabiduría y comprensión de la vida, por lo que le parecía que entraba en el yugo desigual el hecho de que su esposo tuviese un hijo, una familia o una vida previa a conocerla; pero en estos momentos le encantaba escuchar que William tuviese preguntas y opiniones razonables. —Quizá pueda ayudarnos con un banco de leche, seis meses. Sé que es incómodo e incluso doloroso, pero el bebé necesitará alimentarse. —Yo nunca he dado de mamar ni me he extraído, pero puedo intentar. —Eso sería maravilloso. Muchas de las defensas se obtienen en las primeras tomas y darles un mínimo de ocho meses previene alergias. —Siempre tengo alergia y mamé hasta como los seis — comenta Wallace y su padre rueda los ojos. —Eres alérgico porque todos en tu familia materna son ultra alérgicos, hijo. No había mucho que hacer con tu genética, pero lo importante es que tal vez pudo ser peor. —¿Cómo es que mamaste hasta los seis? —Desetarle fue… difícil —comenta su padre.— Camila no es una mala mamá y no fue como si no estuviese intentando, pero Wallace dejaba de comer y todo se volvía drama; su mamá lloraba, él lloraba, y yo… me sentí muy preocupado por los dos. —Qué asco, Wallace. —La lactancia es un vínculo de amor, seguridad y alimentación de calidad —responde Wallace y su padre contiene la risa todo lo que puede. Simonetta ve a la doctora encargada acercarse a saludarles, les pregunta si les molesta que se lleve un café, todos negamos y vamos a conocer al pequeño bebé. Es que es una sala familiar, para todos aquellos que querían ver en compañía al nuevo integrante de la familia. La revisión había sido un par de días antes y con los exámenes ya realizados nos aseguran que el bebé está bien, con crecimiento normal. Y como se nota que la mayoría en la sala nunca habíamos visto un ultrasonido, el médico nos da una especie de tour por el cuerpo del bebé, nos confirma qué tiene manos, todo manos con todos sus dedos, piernas largas y un abdomen de tamaño miniatura, nos presenta los oídos del pequeño bebé y la nariz. —¿Es esa su boca?—pregunta Simonetta al notar que no está completa. —Qué le pasa a su boca. La doctora aaga las pantallas adicionales y tanto William como yo intentamos mantener tranquila a Simonetta, quien está pensando lo peor y es que todos soñamos con un bebé sano, nadie está preparado realmente para lo contrario. —En los dos ultrasonidos anteriores no se veía nada—comenta Lana. —¿Qué le pasa al bebé?—pregunta Simonetta angustiada. —Parece que hay una hendidura en su labio, por lo que debemos conversar con un grupo de médicos adicionalmente, pero sospecho que tiene un labio leporino. —¿No se supone que esto es seguro, que los bebés estarán 100% sanos y bien? —pregunta Simonetta asustada. —Vamos a buscar a los mejores, tranquilízate. —Gretta, llama a mi mamá por favor y a la tuya, yo sé que es complicado, pero, necesitamos a los mejores. Llamo primero a la mamá de Simonetta y le pido que tome un avión urgentemente. —Gretta, cielo, no estoy entendiendo. —Sin excusas, necesito que tomes el primer vuelo posible, porque Simmy te necesita. —¿Qué le está pasando, Gretta? —¡Importa, realmente importa lo que le esté pasando? No debería ser suficiente con que tu hija te necesite. —La gente me necesita aquí. —El bebé de Simonetta tiene labio leporino y posiblemente esté afectando el paladar porque se ve la raíz abierta. Tu nieto y tu hija necesitan tus contactos, entonces, por favor, si no quieres que al morir tu esposo tu única familia reniegue de ti, súbete a un avión y ven a actuar como que ser mamá es lo más importante en tu vida, porque los últimos treinta y siete años solo los has cagado.
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