Todos vivimos un minuto de drama en la vida, por eso siempre hay que compadecerse del dolor ajeno. Yo estaba rodeada entre los brazos de las personas que más me habían amado en la vida; Simonetta y Ramón.
Mi mamá siempre había representado un huevo. Una especie de vacío. La pieza de la que les hable antes, esa que no calzaba, siempre tuve la curiosidad de entender porque siempre iba detrás de mi papá, porque intentaba tanto con mis hermanas y al final, buscaba la manera de huir, de poner su carrera dentro, no recordaba porque sentía esa repulsión hacia la madre de mi amiga, ni porque sentía hacia ambas esa necesidad de despreciarles o apartarles, no sé si huyeron o si simplemente se dieron por vencidas.
La realidad es que nos e bien qué pasó, y tampoco se si estoy lista para ir tras la verdad, quién podría soportar el peso de toda la historia si ni siquiera ellas pudieron.
¿Lo sabe Simón?
¿Mi mamá se enamoró o ambas estuvieron enamoradas?
¿Arauna huyó o su esposo la desterró?
La pregunta que más me atormenta es: ¿Si o era necesita saber esto? ¿Recuerda o sabe algo?
Mi casa está inundada de gente triste que no saben como consolarse a sí mismo pero tienen que quieren aportar amor, fortaleza y apoyo a alguien más. Mis hermanas pensaron que era una buena idea llevarse a mi padre a casa y acompañarlo. Yo me despedí de los tres y finalmente subí a mi habitación, me acosté en mi cama mientras Ramón y Simonetta pensaban qué hacer conmigo, cómo animarme.
Es que el universo no se congela a mi alrededor.
La suegra de alguien había decidido comprar materiales para decorar la habitación del su nieto, lo único con lo que no contaba era que su hija quería pintarlo color blanco.
William no quería meterse en una guerra con la familia de su esposa proque él era la causa principal de separación entre su ex y su familia y el peso de esto no podía acompañarle esta vez.
—¿Ya eligieron el color? —Pregunta el papá de Simonetta.
—Simonetta quiere blanco—Comenta desilusionada Arauna.— y tal vez podamos poner n poco de color en las orillas o pelotas de los otros colores, le encantará la sorpresa.
—No—responden William y su suegro al unísono. Arauna les mira en espera de alguna respuesta y Wallace observa la escénica divertido.
—¿Me van a decir o tengo que preguntar?
—Simonetta no es de sorpresas, si dijo que quiere blanco quiere blanco y ya—Responde Wallace.
La mujer mira los botes de pintura y a los tres hombres, su nieto añade que ñ habitsciom ya está pintada de ese color y su esposo que la intención es lo que vale. William da su mejor sonrisa y no añade nada, porque en los meses que lleva de conocer a su mujer la ha visto enfurecer cuando sus especificaciones no se cumplen.
—Trajimos unos muebles que la niña me enseñó, hay que armarlos y unas cuantas cosa porque no la he escuchado comprando nada o dejando de comprar.
—Vale…Blanco será.
—La pared de su habitación ya es blanca.
Después de la llamada de desesperación que hice hace unas semanas en la que no puedo recordar con exactitud cuánto le grite, insulte y le refresque la memoria a Arauna, pero entiendo que fue lo suficiente como para que decidiera quedarse con su esposo y ser una mejor madre, treinta y dos años después, pero le apetece ser madre de su hija y hacer las cosas bie, incluso si eso significa robarle la diversión a la habitación de un bebé.
—Oka… ¿en que puedo ayudar?
—¿Que tal si nosotros preparamos las cena? —Propone Wallace y Silliam observa a su suegro sacar herramientas.
Simón los escucha secretearse opciones y los ve caminar hacia el interior de la casa, el hombre ve divertido a su nieto porque en el rostro tiene la maldad marcada en cada comisura del labio.
—¿Wallace cocina? —Pregunta Simón.
—Intenta…
—Mi esposa tampoco cocina.
.—Le diremos a Simonetta que traiga la cena.
—Eres muy inteligente.
William ve el momento perfecto para hablar con susuegro, Simonetta no e sta nerviosa merodeando, su hijo no está en medio y gracias a Dios su esposa decidió no hace un berrinche por lo de la pintura.
—Señor Murdok .
—Sí.
—Quiero a su hija, y quiero darle todo lo que ni siquiera se permite pensar que merecem los zapatos, esta casa, el bebé corriendo por el jardín y un perro o un gato, no soy perfecto, de vez en cuando soy testarudo, tengo un hijo del que me preocupo muchísimo y una ex que aveces se levanta de mal humor y me lo contagia desde la distancia de su casa al la cercanía de mi celar. Se que la he atado mucho antes, pero, amo a Simonetta y soy el primero en ser consiente de que no le merezco, y estoy haciendo todo lo posible por ser esa persona que lo da todo y más por ella y para ella.
—William, todos los que rodean a esa mujer “ fuerte y dura” de conocer la hemos decepcionado, todos menos Gretta. Tu pon que su esposo, sus padres, sus amigos, la han decepcionado y no sé cuánto aguantes. Tú eres el hombre que dejó a una familia para ir a hacer su ego más fuerte; no necesitabas el dinero, querías el título, y abandonaste a tu hijo, no puedo creerte que no vas a lastimar a Simonetta, pero, me gusta ver que te esfuerces por se tu mejor versión con ella. El tiempo… el tiempo lo es todo.
William y su suegro armaron todo en cuestión de una hora, luego subieron las piezas para dar los toques finales dentro de la habitación, y finalmente dejaron todo acomodado con ayuda de Wallace y Arauna.
—¿Creen que le guste? — Pregunta su madre mientras acomoda los pañales y ve la habitación.
—Si, le encantará.
Wallace estaba sentado en el suelo viendo los muebles que le daban forma a la habitación, la hacían más de bebé y esperaba que fueran del agrado de su madrastra. Cada vez le gustaba más la idea de que hubiese un m*****o más en su familia, era como si el bebé de una forma u otra les terminada de dar forma o sentido.
—Papá, tu celular, no sé para que le tienes con sonido si no vas a contestarlo.
—Estas aquí y ese no es el ruido de Simonetta, seguro que no es importante.
Wallace sale de la habitación molesto y su abuelo ríe, mientras comenta que la tecnología consume cada vez más a los jóvenes.
William toma la llamada y se aparta del grupo.
—¿William, donde está Simmy?
—No sé, me dijo que iba con Grettta y Ramón.
—Cierto…Ramón se fue de la oficina, Seguro algo le paso a Gretta. ¿Estas muy ocupado? —Pregunta Consuelo.
—Estoy con mis suegros.
—Algo les ha pasado a las niñas, me han llamado del juzgado y me han dicho que una está en el hospital, no sé a dónde ir, no quiero ir sola, puedes… podrías acompañarme.
—Estaré ahí en unos minutos, mándame tu ubicación.
—Muchas gracias, William.
Como están tan participativas, me apuré, muchas gracias por sus comentarios, puedo ver las formas en las que están interpretando la situación y eso es de gran ayuda .