Simonetta había convencido a Ramón de volver al trabajo y ella venir conmigo a consolarme, porque, lo es exactamente su culpa tener una cien ex y que todas le salieran locas. Eso le dijo a su primo porque yo tengo otra opinión; no hay mujer loca, solo novio enloquecedor.
Ella no podía imaginar, al igual que yo, que mi madre elegiría este día para llenarme de confusión.
—Hello…—Saluda Simonetta. —Oh, con razón no contestabas. —Comenta.
Mis hermanas entran en casa.
—Gretty, compramos el vestido, porque te ves hermosa y puedes tener dos, no es para tanto. —Comenta Lina. —¿Sabes quién inventó la envidia?
—¿Mamá, que haces aquí? —Pregunta Rini.
—Su mamá tiene cáncer y vino a pedir perdón.
—¿Cáncer de qué?
—Te operan y no pasa nada mamá. —comenta Rini.
—Sí, y hay pelucas chivísimas.
—Seguro que vas a estar bien, ¿qué dicen los doctores?
—Es… Cáncer de mama, bilateral, estadío tres, con invasión ganglionar y es bastante agresivo. Planeo pelear, pero no sé si vaya a ganar, esto es de un año para acá niñas, así que deben tomar precauciones, estudiarse y estar pendientes.
—¿Y qué se supone que necesitas?
—Oh, nada cariño. Solo avisarles, que se cuiden mucho y yo voy a estar bien. Cuento con un equipo médico espectacular. Tengo un equipo de cuido en casa, me mudé cerca del hospital y he iniciado la quimioterapia, no es tan cómodo… pero… es lo que hay.
—Gracias por avisar. —Respondí Rina.— Te… deseamos ya pronta recuperación.
Lina se cubre la boca y los ojos, Rini acompaña a mi mamá a la puerta y sé que las dos están en Shock absoluto.
Yo me llevo una mano al pecho y Simonetta se acerca para abrazarme. Le doy un beso en la mejilla y voy a abrazar a Lina, las dos escuchamos la puerta cerrarse y Rina regresa corriendo, nos abraza a ambas y las tres lloramos en silencio.
Simonetta nos abraza también y trata de consolarnos, todas tratamos de ser lo suficientemente fuertes para la otra, pero al irá combinada con la desesperación son terribles consejeras
—No, entiendo…
—Lo siento —Les digo y mis hermanas me abrazan con más fuerza.
—Ni siquiera es nuestra mamá, no de verdad—Comenta Rina. —¿Por qué estamos llorando?
—No sé —reconozco.
—A mí sí me da miedo que me corten las tetas, me gustan muchísimo y las mamografías duelen —Reconoce Lina y las cuatro reímos. —¿Hay vino en esta casa? —Pregunta mi hermana y se asegura de limpiarse los mocos en mi blusa le pego en la frente y voy a cambiarme mientras las otras tres ríen, voy corriendo a mi habitación y cuando paso por la puerta veo a mi madre sentada en la entrada llorando.
Tomo el teléfono y llamo a mi papá.
—La tarjeta está muy tranquila,
Por qué llamas tú y no el banco, querida?
—Mamá tiene cáncer, ha venido a hablar conmigo, las chicas se han enterado, sabes cómo es Rina y se desconecta, la ha llevado fuera y parece que… mamá necesita alguien y creo que no estamos listas para ser ninguna de nosotras, pero… tal vez tú.
—Voy para allá —Responde agobiado.
Yo salgo ese casa y tomo a mi madre del brazo, ella me mira con los ojos hinchados y las lágrimas pintadas en las mejillas.
—Ya me voy Gretta.
—Papá está de camino, va a llevarte a casa. —Repondo. —Mientrss puedes llorar con una copa de vino en cerca del árbol.
Mi madre asiente y se pone en pie las dos caminamos juntas al interior de la casa. Lina se queda en silencio y nos mira desde la cocina, mi mamá evita las miradas y por una vez en su vida, decide que no es necesario agregar más palabras.
Va a la sala a la que la invite y yo voy por una botella de vino, una copa y unos cacahuates, se los entrego y ella me da las gracias.
—Diste tus primero pasos aquí.
—Probablemente me muera aquí.
—Voy a esperar a tu padre.
Yo voy hacia mi habitación, me cambio la blusa y le escribo a Ramón.
Gretta
Te necesito.
Ramón
¿Dónde estás?
Gretta
En casa.
Me permito quedarme llorando en mi habitación, abrazada a una almohada hasta que escucho la voz de mi padre.
—Thalí, ¿que haces aquí?
—He… venido a disculparme con Gretta… y… mis hijas no me quieren. —Dice horrorizada. —Tú ganaste, me quitaste por completo a las niñas.
—Vamos, no es momento de discutir frente a ellas.
—No, Lucas. Me quitaste a mis hijas. Me equivoqué y me señalaste toda la vida, y me alejaste. No fue un tema de custodia, me las robaste por completo —Le reprocha. —Yo cometí un error, y tú fingiste estar haciendo lo mejor para la niña y ahora no puede ni mirarme a los ojos.
—Todo eso lo has hecho tú sola. —Se queja mi padre. —Vámonos, sube al auto. Vámonos.
—Llamaré un taxi, gracias.
—¿Qué esperabas de verdad? —Pregunta Rini. —Nos has hecho daño a todos. Abandonaste a Gretta y papá, luego nosotras dos. ¿Y ahora quieres que hagamos qué exactamente?
—Su papá no me permitía verlas. —Le reprocha.—Ni tomar un papel en sus vidas.
—Tu me dejaste y en el proceso abandonaste a mi hija. —Se defiende mi padre. Es obvio que lo puedes tener un papel en sus vidas cuando decidiste no ser su madre.
—Lucas, siempre he vuelto a ti.
—Mis hijas no necesitaban criarse en la inestabilidad que tú. Eres una niña de la calle, sufriste, te adoptaron ya grande, pero el daño está hecho, no valoras nada de lo que tienes porque no tienes sentido de pertencia. No quería eso para los hijas, lo siento, pero no quiero ese tipo de mamá para ninguna de ellas. —Mi mamá se queda en silencio observando a mi padre por un par de segundos, se acerca a él y le estampa una de esas cachetadas que resuenan durante varios segundos, y llenan de impresión a todos los que les rodean. Porque mis papás, a pesar de cualquier circunstancia saben ser cordiales y muy respetuosos el uno con el otro.
—Yo soy la mamá que les tocó. Tú me elegiste dos veces para darte a estas tres niñas y no debí haber aceptado menos de mi maternidad antes y no voy a morirme sin pelear porque vean y entiendan mi versión.
Mi madre sale de casa y toma su auto, en medio de rabia, lágrimas y vergüenza se va. Mi papá, se disculpa en un susurro y mis hermanas van a consolarle, yo me quedo sentada en las escaleras y Simonetta se acerca y toma asiento.
—Ella tenía una amante.
—Lo siento, Gretta…—Responde Simonetta.
—¿Tu tienes recuerdos de pequeña?
—Sí, contigo en su mayoría—Responde y me acaricia la espalda. —Pequeña veía a nuestras mamás estudiar y jugar con nosotras, y pensaba que cuando fuese mayor tú y yo tendríamos bebés que también serían amigos. Siempre he sabido que vas a estar toda la vida a mi lado y yo al tuyo Gretta. La vida te quito a una mamá pero, de verdad, yo soy tu hermana y tú eres la mía.
—Mi mamá…
Ramón irrumpió en la casa, vio hacia la cocina donde estaba mi papá consolando a mis hermanos y luego se dirige hacia las escaleras donde estaba abrazada a Simonetta llorando. Mi esposo se acerca y dice en un susurro:
—¿Gretta, que pasó?
—Estoy muy cansada de sentirme perdida —Reconozco y él me abraza. Mi esposo me abraza con todas sus fuerzas y Simonetta hace lo mismos.
Muchísimas gracias a las que siempre comentan. ❤️