Capitulo 6

1346 Words
El estado de ánimo de su hija era más preocupante de lo que esperaba y aunque Sergio estaba dispuesto a ayudarla, Laura no se lo permitía. Cuando su ex esposa fue desahuciada, su primogénita estalló en una tempestad de emociones y siempre había sido así. Expresaba lo que sentía o lo que pensaba, y aunque a veces no era fácil lidiar con sus continuos cambios de ánimo, definitivamente era mejor que adivinar qué le ocurría. El oficial Guzmán quiso creer que cuando regresara al colegio, Laura volvería a ser la de antes, al menos un poco, pero no fue lo que sucedió, incluso consideraba que había empeorado. Y durante todo el tiempo que ya había transcurrido descubrió, desafortunadamente, que no conocía a su hija tanto cómo él creía, todo lo que sabía de ella era su pasión al dibujo porque desde que era muy pequeña había sido su pasatiempo, ahora era su actividad diaria, aunque ahora, a diferencia de antes, no le mostraba lo que plasma en sus lienzos. Luego de un exasperante en la comisaría, Sergio no estaba de buen humor para fracasar en su intento de conectar con su hija, así que decidió visitar al fiscal Muñoz y conocer, al fin, a su prometida. Se acercó con su vehículo de patrullar hasta la casa de Rodrigo, después de estacionarlo descendió y se dispuso a tocar el timbre en la entrada. Su llamado fue atendido por el hombre de cuarenta y nueve años de edad a quien buscaba. Rodrigo y Sergio se conocían desde su preparación universitaria y nunca disiparon su amistad, aun después de haberse formado en diferentes áreas de la justicia. Ambos hombres se saludaron con euforia, hacían meses que no se veían en horarios no laborales. Cuando el oficial yacía en la sala de estar, el fiscal Muñoz tuvo la cortesía de presentarle a su prometida Alicia, una mujer que a pesar de presumir la edad de los cuarenta y siete años conservaba una buena apariencia física. Los tres adultos entablaron una amena plática en la que le hicieron conocer a la mujer su pasado. En la una de las habitaciones de arriba Alex, con audífonos puestos, sólo oía el ruido de su videojuego, sus manos aferraban con vehemencia el mando inalámbrico de su PlayStation 4 y su atención era cautivada en luchar contra las fuerzas demoníacas del infierno en Doom Eternal. Sentado en la parte inferior de su cama reencarnaba en la piel del avatar y sentía la adrenalina correr en sus venas. Él era Doom Slayer y el ambiente pos apocalíptico del videojuego era su realidad. Se vio obligado a pausarlo cuando la falta de agua empezaba a hacerse molesta en su garganta seca, había ignorado demasiado tiempo la necesidad de su cuerpo, pero ya estaba en su límite. No se preocupo en calzar sus pies antes de descender a la cocina por un poco de agua. Acercándose a su destino se percató de las voces que resonaban en la sala de estar. Intrigado se detuvo en las escaleras, ocultándose detrás de la pared que conectaba con la habitación principal de la casa. Dos de las voces las conocía muy bien, era su padre y la mamá de Rebecca, el tercero era una voz de tono grave, así que le pertenecía a un hombre y la serenidad con la se expresaba le hizo saber que se trataba del oficial Guzmán. Alex se sentó en uno de los escalones, no tenía el valor de dar la cara ante Sergio después de lo que permitió que le pasara a su hija. -Quería aprovechar mi visita y preguntarte acerca de Alex. –Escuchó el joven la voz de Guzmán. -¿Cómo superó él el fallecimiento de su mamá? -Los primeros días fueron caóticos, naturalmente, pero con el tiempo fue mejorando. –Esta vez fue su padre quien se exclamaba. -Yo no logro conseguir mejoría en Laura. Ahora está peor de lo que estaba antes: no come, no habla y abandonó muchos hábitos a los que estaba acostumbrada. -Lo que describes son síntomas de depresión. –Intervino la elocuente voz de Alicia, experta en psicología. -¿Qué puedo hacer para ayudarla? -Acompaña a tu hija desde el sentimiento de empatía que sepa que no está sola en el dolor que la aflige. También ayudaría si reinventas nuevos hábitos para compartir tiempo con ella, algo que sea diferente a lo que hacía con su madre. -¿Qué ocurre si nada de lo que me dices funciona? –Inquirió Sergio, interesado en la opinión de la mujer. -Entonces sería conveniente que la llevarás con un experto. La depresión puede acarrear serios problemas en la personas, más aun si se trata de un adolescente. –Aconsejó Alicia. Alex desde su clandestinidad oía con profusa atención lo que sucedía con Laura. Le gustaría creer que, realmente, era la muerte de su mamá lo que la afectaba, pero no importaba con cuántas excusas se justificara, sabía que no era así. El sentimiento de culpa iba ganando espacio en la deleznable conciencia del joven Muñoz y un nudo de secretos se hacía en su garganta. Necesitaba remediar las cosas con Laura antes de que sea demasiado tarde. (…) Mintió a su madre diciendo que se reuniría con algunas de sus compañeras para realizar un ensayo, así como lo hizo con Alex. La verdad era que Vanesa visitaría una discoteca con la invitación de un Noah un estudiante de su instituto conocido por una reprochable reputación, era un joven de piel oscura y varias cicatrices en su cuerpo. Había sido arrestado por la policía en varias ocasiones y sus antecedentes variaban desde venta y consumición de estupefacientes. Su último delito lo obligó a pasar tres años en privación de libertad sin embargo, siempre reincidía. Para Vanesa era una especie de fruto del edén. Compartir tiempo con él era un riesgo absoluto y una dosis de pasión garantizada. A diferencia de Alex, Noah sería despreciado por su mamá en todas las formas y era justa la razón que más animaba a Vanesa. La esencia de lo prohibido era su mayor debilidad. Lascivas canciones sonaban con vehemencia en el lugar de ocio nocturno y Vanesa bailaba sin respetar ningún límite entre su cuerpo y el de Noah. Podía aspirar la fragancia del delito que emanaba de él, licor y m*******a en absoluto, aunque estaba lejos de molestarle. Vanesa se apartó lo suficiente para robarle un beso y saborear de sus labios las sustancias mencionadas, las manos de Noah recorrían su cuerpo, intranquilas examinaron sin censura cada centímetro de su piel enardeciendo una ola de deseo que al instante empezó a envolverlos. -Vayamos a un lugar más privado. –Propuso Vanesa soltando la boca de Noah no sin antes marcar su labio inferior con una mordida. Ambos chicos atravesaron el tumulto de personas que bailaban tan drogados y enardecidos como ellos con Noah tirando a Vanesa de la mano. Fueron hasta los sanitarios, pero la muchedumbre que lo ocupaba lo descartó de la lista, así que resolvieron por salir de la discoteca y correr hasta el callejón más vacío y oscuro que encontraron en sus cercanías. Se adentraron al fondo del mismo, perdiéndose entre las sombras, a penas y lograban verse el uno al otro. La espalda de Vanesa yacía contra la pared fría mientras que su lengua se movía con desespero en el interior de la boca de Noah, éste llevó sus manos por debajo de la blusa de Vanesa y en un ágil movimiento se la quitó dejando al aire libre sus redondos senos que acariciaba sin ninguna delicadeza. Una brisa de aire erizó su piel, pero estaba lejos de sentir frío. Noah separó sus labios de los de ella y se inclinó lo necesario para lamer uno a uno los pezones erguidos de Vanesa, y al mismo tiempo quitarle su prenda intima. Cuando su pubis yacía desnudo, el chico desató su cinturón y sin más demora penetró la cavidad húmeda de la otra, causando en ella un inmediato placer que dejó en claro a través de sus gemidos.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD