Aixa se quedó atónita al oírla. Aurelia parecía estar muy molesta con ella.
Aixa sonrió y luego respondió: "Aurelia, tu papá jamás se alejará de ti, sin importar los errores que yo pueda cometer.
- Pero te diré que jamás dejaré que tu padre se marche de mi lado, o del tuyo. Muchas personas intentarán separarnos de él, así que te pido que me ayudes a impedirlo".
Aurelia sonrió después de oírla. Su preocupación parecía desaparecer.
Luego de oír a Aixa, Aurelia respondió: "Tía, claro que te ayudaré. Nadie nos separará de él. Ahora iré con mi abuelita para que me ayude con mis cosas".
Ella bajó muy rápido de mis brazos y corrió gritando por Luna.
Aixa y yo reímos al verla partir. Luego seguimos caminando a la habitación. Aixa tomó mi mano mientras lo hacíamos.
Luego de tomar mi mano, dijo: "No dijiste nada de Benjamín. ¿Acaso no tienes celos de él?".
Yo sonreí al oírla y respondí: "¿Por qué debería sentirlo? ¿Acaso te gusta ese sujeto?".
Aixa resopló al oírme, luego dijo: "Él es bueno conmigo, es apuesto y de una buena familia. Quizás, si me marcho con él, sí a ti no te importa tenerme a tu lado".
Yo la miré con una sonrisa y respondí: "Estoy de acuerdo contigo. Él parece ser una buena persona. Si piensas irte con él, dejaré que lo hagas".
Aixa se molestó al oírme. Ella seguía buscando darme celos, pero yo no dejaba de ser yo.
Así que se quejó: "¿Acaso no te importa que me vaya? ¿Ya no me amas?".
Después de oírla, respondí: "Aixa, te amo más que a mi vida. Pero el amor también incluye dejar ir cuando la otra persona no es feliz. Lo mejor es dejar que se marche y busque su felicidad. Eso también es amor.
- Aixa, ese sujeto es un idiota. Pero él hablaba con la verdad. Alguien tan lista y hermosa como tú no merece una vida como la que llevas conmigo.
- Sé que bromeabas en el restaurante, pero si alguna vez quieres marcharte, no pondré trabas en tu camino. Pero no vayas a mentirme o engañarme, porque entonces sí me molestaré. No debes olvidar tu juramento. Tú aún eres mi Sultana".
Aixa sonrió después de oírme. Ella me besó y dijo: "Te amo, cariño, jamás voy a dejar de hacerlo. Tú y los niños son todo para mí.
- Pero, ¿quién diría que Paul Foster estaba celoso después de todo? A mí no puedes engañarme. Ese es el motivo de este sermón. Pero quédate tranquilo, guardaré tu secreto. Ahora, vámonos, quiero despedirme de ti esta noche".
Yo me sorprendí al oírla tan confiada. Así que respondí: "Yo no estoy celoso, no seas tonta. Pero te aviso que si vuelves a decir que me dejarás por un idiota como ese, ¡te mataré, maldita! ¡¿oíste?!".
Aixa caminó hacia la habitación después de oírme.
Mientras caminaba, ella decía al alejarse: "No lo sé. Mi esposo ya no me presta atención, quizás deba buscar un doctor que me ayude a sentirme bien".
Ella reía mientras era observada por Emma y las demás viejas. Luego, empezó a correr hacia la habitación.
Al verla correr, decidí jugar y corrí tras ella. Todos reían al ver nuestras tonterías, pero estaban felices de ver que poco a poco volvíamos a ser nosotros mismos.
Al llegar a la habitación, salté sobre ella y caímos en la cama. Ambos reímos al caer.
Aixa se giró, quedando de frente a mí, y dijo: "Cariño, siento mucho lo que sucedió. No me di cuenta de las intenciones de Benjamín".
Ella hablaba mientras soportaba mis manoseos.
Al oírla, me quité de encima y respondí: "Tal vez, si llevabas puesto tu anillo de matrimonio o le hablabas de tus hijos, él no se hubiera acercado tanto".
Al oírme, ella volvió a sonreír y dijo: "Cariño, no voy a llevar al hospital el anillo con el diamante rojo de tu madre. Podría perderse y no me lo perdonaría jamás.
- Sin embargo, después de que los templarios robaran mi alianza de matrimonio, no me has dado otra".
Yo sonreí al oírla; ella había perdido la alianza que le puse en la boda y ahora se quejaba conmigo por dejarse robar.
Mientras me reía de ella, respondí: "¿Me culpas a mí por tu descuido y dejarte robar por unos idiotas?"
Aixa bajó su cabeza y respondió: "Cariño, ellos nos atacaron y no pudimos defendernos.
- ¡Por Dios! Estaba muriendo cuando ellos me quitaron la alianza. Sé más considerado conmigo".
"¡Ajam...!". "Ajam...!". Yo hice un sonido con mi boca, mostrando la alianza en mi mano.
Luego dije: "No recuerdo cuántas veces estuve medio muerto. Me golpearon, me dispararon y hasta casi me asesinaron en muchas ocasiones.
- Sin embargo, jamás me quitaron este objeto, hecho por el mismísimo diablo. No pongas excusas; estoy seguro de que solo querías quitarte la alianza".
Aixa empezó a reír a carcajadas después de ver mi mano y escuchar mis quejas.
Yo la miraba con cara de pocos amigos, mientras ella reía. Parecía divertirse con mi sufrimiento.
Yo no entendía por qué los templarios robaron su alianza. No tenía sentido para mí, ya que estuve en innumerables batallas y esa cosa jamás se apartó de mi dedo.
Al ver mi cara molesta y llena de confusión, Aixa dijo: "Cariño, estoy segura de que los templarios sabían cuánto significaba esa alianza para mí. Es por eso que me la quitaron.
- Yo peleé por ella hasta quedar inmóvil y sin fuerzas. Estoy segura de que tus enemigos también pensaron lo mismo, y es por eso que no te quitaron la tuya.
- Tú llevas la alianza con pesar. Pareciera ser un castigo para ti llevarla, así que ellos la dejaron para que sufras con ella". Luego de hablar, Aixa volvió a reír a carcajadas.
Se imaginarán mi rostro después de oírla y verla reír.
Yo estaba muy molesto. Así que respondí: "¡Esos malditos! Fueron muy listos. Debí hacerlos sufrir más por su crueldad".
Luego de hablar y ver el rostro molesto de Aixa al oírme darle la razón.
Sonreí y dije: "Ahora tendré que desquitarme contigo por mi horrible destino".
"¡Ahh...! ¡No! ¡Maldito, déjame! No te las mereces". Aixa reía y se quejaba mientras intentaba quitar mis manos de sus enormes pechos.