Capitulo 3

1045 Words
Después de oírme, Wendy y Aurelia dejaron caer sus pequeñas mandíbulas. La pequeña Aurelia empezó a llorar de una forma dramática y, entre sollozos, decía: "Papá, qué malo eres, ¿por qué dices que te estreso? Yo sólo quiero cuidarte. ¿Acaso no me quieres? ¿Me dejarás sola nuevamente?". Yo casi caigo de espaldas al oírla. Las risas de los demás no se hicieron esperar. Ellos sabían que la pequeña Aurelia era la única capaz de manipularme. Yo simplemente suspiré y dije: "Niña tonta, yo no dije eso. Solo digo que te aburrirás si estás todo el día conmigo. Puedes hacer otras cosas, como jugar o estudiar con tus hermanos". "¡Uahggrrr!". "¡Mi papá no me quiere, porque lo estreso! ¡Ahhggrr...! ¡Porque mi papá es tan malo conmigo!". Aurelia lloraba desconsoladamente después de oírme, mientras los demás reían al oírla. Katherine rápidamente la abrazó y me regañó: "Papá, ¿por qué haces llorar a Aurelia? Ella es muy sensible, déjala en paz. No te dejaremos ir a ver mujeres desnudas. Estaremos detrás de ti, todo el tiempo, ¿oíste?". "Asi es, Papá, no volverás a ver mujeres desnudas. Ya tienes a las tías para eso, deja de ser un pervertido". Karima también salió en su defensa y me regañaba, como si yo fuera un niño. Todos reían al ver mi rostro de asombro. Estas niñas se estaban pasando, querían arruinar mi vida por completo. Así que, mientras resoplaba, tomé a Aurelia en brazos, limpié sus lágrimas, la abracé y dije: "Tú no eres estresante, yo te amo tanto como a estas niñas chillonas, ya no llores, no volveré a irme sin ti". Aurelia me abrazó y se calmó. Luego hizo lo que toda mujer hace cuando encuentra una debilidad en un hombre. Ella me miró a los ojos y, con algunas lágrimas recorriendo sus mejillas, dijo: "Papá, ¿me prometes que no te volverás a ir sin nosotras, a ninguna parte?". Al ver sus lágrimas cayendo, suspiré y respondí: "Está bien, te lo prometo, no volveré a irme sin ustedes". Milagrosamente, después de oírme, Aurelia dejó de llorar y una gran sonrisa apareció en su rostro. Ella bajó de mis brazos y dijo: "Papá lo prometió. Ya no podrá irse sin nosotras, vamos a jugar". Al oírla y verla correr feliz junto a los demás niños, todos empezaron a reír a carcajadas. Mi rostro había quedado asombrado al descubrir que fui engañado y manipulado por esa pequeña Foster, con sangre Windsor en sus venas. Segundos después de que se fue, dije con asombro: "¿Acaso pasó lo que creo que pasó?". Esto provocó un sinfín de carcajadas en la sala. Nadie podía contenerse, ellos reían sin parar, mientras mi rostro, lleno de incredulidad, producía una sonrisa, mientras mi baba caía al ver a la más pequeña de mis princesas ser tan lista. **** Sin darnos cuenta, los meses fueron pasando. Las cosas entre todos eran casi normales. Aixa y Abby se acostumbraron rápidamente a Jessica. Los niños no me dejaban en paz; ellos vivían prácticamente vigilando que no me fuera sin ellos. Arthur, Aurelia y Karima estaban un poco mejor. Ellos extrañaban a sus madres, pero de a poco empezaban a acostumbrarse a su ausencia. Aruba fue nuestro destino. Aquí tenía una gran mansión donde todos podíamos vivir en paz y normalmente, como solíamos hacerlo en el pasado. Las familias Walton, Mars y Foster sabían bien lo sucedido con los viejos. Así que casi todos ayudaron a hacernos desaparecer. También lo sabían las familias Miller, Fort y Douglas. Ellos se hacían cargo de las empresas de las familias. Con respecto a Ana y Ruth, yo seguía sus pasos como siempre. Ellas estaban en Bélgica, como les ordené. Edward, Karl y Vlad llevaban bastante bien la Logia. Hugo empezaba a reagrupar a sus templarios y Hassan logró tener al fin a su descendiente, junto a Mata Hari. Ellos estaban felices con su bebé, pero Hassanno se descuidaba y seguía de cerca los movimientos de los Illuminati. Él sabía bien que ellos volverían a intentar vengarse de los Estigmatizados, los Templarios y la Liga de Asesinos. Así que, a pesar de la felicidad por su bebé, no dejaba de vigilar lo que sucedía en el mundo. Él sabía bien que yo lo castigaría si se descuidaba y algo sucedía. **** Aruba. Un mes había pasado desde que nos mudamos a la isla neerlandesa. ¡Sí! Las colonias aún existen. Países Bajos es dueño de esta isla en el sur del mar Caribe. Uno podría decir que pertenece a Venezuela por su cercanía, pero los holandeses son los colonos del lugar. Aixa y las chicas trabajan en uno de los hospitales del lugar. Ellas estaban más que felices de poder seguir trabajando y ayudando a las personas. Máx y Jack las ayudaban. Ellos eran enfermeros; era algo que a los dos les gustaba hacer. Ellos decían que desde aquí se ayudaba a más personas. En fin, todos trabajaban, mientras yo estaba en la casa con los niños. Ellos no me dejaban en paz. Donde me moviera, siempre había uno o dos de ellos vigilando que no escapara de la mansión. Jhon y Lucía reían al ver tal sincronización entre los niños. ¡Sí, yo era prisionero de las niñas y niños! No importaba dónde me moviera, siempre había uno de ellos, sin importar el horario. Luego, Aixa y las chicas se encargaban de que no me fuera de la mansión en la noche. Estábamos en la sala cuando se me ocurrió jugar con los niños. Yo estaba aburrido; había pasado casi un año desde mi supuesta muerte y prácticamente no había salido de la isla Centinel, y luego me encerré con las chicas y los niños por varios meses más. Mientras el pequeño Vincent miraba videos en su celular en mis regazos, para que no me moviera. Lo miré y dije: "Niño, ya muévete. Llevas una hora encima de mí, no podré caminar cuando me levante". El pequeño sonrió al oírme. Luego respondió: "Papá, estoy cómodo así. No seas malo conmigo, siempre sostienes a los demás mucho más tiempo". Yo suspiré al oír al pequeño tramposo. Ellos siempre jugaban con mis sentimientos, llevándose por lo que yo hacía con los demás.
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