Llego a casa con una sonrisa de oreja a oreja, entre suspiros, aún flotando en una nube. No puedo creer que después de casi veinte años, me haya reencontrado con Jared, y menos, que me haya dicho que no me ha podido olvidar. «¿Qué tienes preparado para mí, destino?», me pregunto cuando subo la escalera a mi cuarto y escondo los regalos en el armario. Me doy una ducha y repaso todo, desde que choqué con él en la librería, hasta que nos despedimos, por casi una hora, en el estacionamiento. Me arrebató el móvil de las manos y anotó su número, “para que no hubiese ningún error”, con el nombre de "Jared ❤". Una vez vestida, bajo a la cocina justo cuando mis pequeños entran a casa. —¡Mami! —exclama Sandy, corriendo a mis brazos. —Hola, preciosa, ¿cómo te fue en la escuela? —pregunto, mientr