El evento del año - Capítulo 1
8 Deseos de Navidad es una novela exclusiva en la plataforma Dreame y Sueñovela.
Escrita por Andrea Paz PS y registrada en SafeCreative bajo el código: 2111139783806.
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“¡Ho, Ho, Ho!
Para los buenos momentos, gratitud.
Para los malos, mucha esperanza.
Para cada día, una ilusión.
Y siempre, siempre, felicidad.
Son los sinceros deseos de Morgan and Associates, Investors, para este 2022.
Señor(a) Megan Wilson, sea usted cordialmente invitada a nuestra fiesta anual de Navidad, en agradecimiento por la labor y el compromiso de todos nuestros colaboradores, para con nuestra empresa.
Contamos con su presencia.
Lugar: Rusty Pelican
Fecha: 17 de diciembre de 2021
Hora: 19:00 horas (sea puntual)
Código de vestimenta: Coctel.”
Dejo la invitación a un lado de mi computador y suelto el aire que no sabía, tenía retenido. Miro a todo mundo a mi alrededor y todos conversan emocionados, entusiasmados por “el evento del año”, para los empleados.
Honestamente, jamás creí que me invitarían, ya que apenas llevaba poco más de seis meses en la empresa y por lo que había escuchado, a este tipo de eventos sólo asistían los empleados que llevaran sobre un año trabajando aquí.
Sonrío como tonta, porque es mi primera fiesta formal, fuera de las fiestas más comunes, como matrimonios, bautizos o la graduación de la preparatoria o de la universidad.
No había sido nada de fácil encontrar este trabajo, ya que ser Analista de Comercio Exterior, no es común que se de en mujeres, pero aquí estaba yo, viendo mi preciada invitación con una sonrisa que me partía en dos la cara.
—¡Te invitaron! —exclama emocionada Tracy, la única amiga que había hecho en la empresa, ya que en mi departamento era la única mujer, además de ella, que es la asistente del señor Little, mi jefe.
—¡Siii!, de verdad no me lo esperaba —confieso, con timidez—. Como había escuchado que, a los empleados más nuevos no se les invita a estas celebraciones, ni siquiera lo tenía contemplado —comento aún sorprendida.
—Seguramente es porque los más nuevos no son de planta, como tú —menciona, guiñándome un ojo—. Ese día, normalmente, nos dejan ir más temprano, así que tu y yo, iremos al salón para arreglarnos —ordena, y llevarle la contra a Tracy, era misión imposible, así que asiento de inmediato.
En ese minuto, recuerdo que no tengo nada tan formal para ponerme ese día, y como mi invitación era la excepción a la regla, debía vestirme a la altura de las circunstancias.
—¡Tracy! —exclamo. La morena me mira con cara de espanto y deja su móvil a un lado—. ¡No tengo nada para ponerme ese día! —digo sonando histérica.
—Descuida, tenemos casi una semana, así que hoy a la salida nos vamos de shopping —Me guiña un ojo y se va con decisión hasta su escritorio.
Estas fechas son terribles para todo lo que tiene que ver con exportaciones e importaciones, así que estamos tan sobrepasados de trabajo, que ni cuenta me doy cuando es la hora de salida.
Si no hubiese sido por mis compañeros de oficina, que pidieron unas pizzas para todos, no hubiese comido absolutamente nada.
—¡Aquí estás! —dice Tracy, al verme salir del baño, ya que me había refrescado un poco antes de salir—. ¡Vamos, que no hay tiempo que perder! —Me toma del brazo y caminamos rápido hasta el ascensor.
Cuando llegamos al centro comercial, recorremos al menos cinco tiendas, antes de encontrar el vestido apropiado.
—¡Es demasiado para mi! —me quejo, intentando bajar el vestido, lo que hacía que se bajara la parte superior, que era strapless.
—Pero, es que tienes un cuerpo divino —Me halaga—, el que siempre cubres con esas blusas dos tallas más grandes que tú, lo mismo que tus pantalones de vestir —agrega.
—Trabajo sólo con hombres, no pienso vestirme provocativa —refunfuño. Me frunce el ceño y se señala.
—Te recuerdo que antes de ti, era la única mujer en ese piso y mira como me visto —Se defiende, señalándose a si misma, que trae un ajustado vestido, de corte recto—. Bueno, bueno, veamos algo intermedio, pero Megan, luce tu cuerpo mujer —dice y pongo los ojos en blanco.
—Está bien —digo y la dependienta que nos está ayudando, trae un vestido largo rojo intenso, con hombros botados, corte sirena y un tajo a medio muslo.
Tracy aplaude emocionada y lo recibo, para probármelo. Tarea un poco complicada, pero no imposible, ya que la tela es un poco flexible. Me miro al espejo y a pesar de lo sexy que se ve, me gusta y mucho.
—¡Sal de ahí, Megan! —exclama Tracy—, ¡o entraré yo misma a buscarte!
Salgo del cubículo, Tracy y la dependienta, que viene con dos vestidos más, sonríen ampliamente.
—¡DI VI NA! —dice eufórica, mientras aplaude.
—Le queda muy bien —dice la dependienta—. Creo que no necesitaremos estos —Señala los otros vestidos y con un asentimiento, se devuelve por donde vino.
—¿De verdad?, ¿no crees que sea muy atrevido? —pregunto. Tracy niega de inmediato.
—¡Ni siquiera te van a reconocer! —exclama y sonríe. «Eso sería genial», pienso.
Dado el visto bueno, me cambio de ropa, p**o el vestido y me despido de Tracy, dándole las gracias por acompañarme a elegir.
—¡Nos faltaron los zapatos! —exclama preocupada, cuando ya me había girado para irme a casa, mientras se sube a su auto.
—No te preocupes, soy adicta a los tacones, así que seguro en mi colección tengo alguno que me sirva —Me río contagiando a mi amiga—. Descansa y que tengas un buen fin de semana —Me despido alzando la mano para detener un taxi— ¡Y gracias! —grito, cuando se aleja, mientras me subo al auto.
(…)
La semana pasó casi volando, y el rumor de que el señor Morgan estaría presente en la dichosa fiesta, se hacía más grande, con el pasar de los días.
—¿Dices que nunca había asistido a la fiesta que hace a sus empleados? —Le pregunto a John, uno de mis compañeros. El pelirrojo asiente.
—Fue su padre el que inició con la “tradición” —comenta, haciendo las comillas imaginarias—. Él asistía a cada celebración o premiación que se les hiciera a los empleados, además de estar siempre al pendiente de todos, y conocer sus nombres y puestos —menciona.
—Vaya, era un buen jefe, al parecer.
—Dalo por hecho, pero el señor Morgan trabajó mucho, toda su vida y creo que ahora, sólo se ha dedicado a disfrutar de su esposa, sus nietos y familia en general —cuchichea.
—No sabía nada de eso —menciono—. Entonces el hijo, se hizo cargo —asevero y asiente, dándome la razón.
—Ava no quiso hacerse cargo, ya que tiene cuatro hijos, y una empresa pequeña, de decoración —menciona.
—Entiendo… ¿Y cómo es que el señor Morgan no ha venido nunca a las celebraciones?, ¿hace cuánto está a cargo? —pregunto con curiosidad.
—Se la pasa viajando, buscando nuevos mercados donde invertir, así que, por agenda, es que nunca lo has visto —comenta.
—Qué agotador, igual —comento—. No estar nunca en un lugar fijo. ¿Cómo lo hace con su familia? —cuestiono.
—Él no es cas… —El señor Little entra a la oficina, por lo que hacemos como que seguimos trabajando.
—Chicos, ya se pueden retirar —Nos avisa—. Nos vemos en la cena —menciona sonriente y se retira, para avisar a los demás.
—¡Megan, vamos! —exclama Tracy desde la puerta, agitada por haber venido corriendo. Tomo mis cosas con rapidez, me despido rápido de los chicos y salgo para encontrarme con la morena.
—Relájate, cual es tu apuro —digo entre risas.
—Ni te imaginas lo que me costó, conseguir hora en ese salón —bufa.
—Ok, ok… apurémonos entonces.
Casi tres horas desde que nos dejaron salir del trabajo, llego muerta de calor a casa, pero con el cabello radiante, por los tratamientos que me habían hecho y la cabeza ligera, por el brushing.
Me había hecho la depilación completa, por sugerencia de Tracy, “para sentirte más femenina”, había dicho. Sumado a la manicura y pedicura, así que ahora, preparaba una ensalada de pastas con tomate cherry, albahaca, nueces, queso feta y unos toques de aceite de oliva.
—¡Delicioso! —exclamo, al haber dado el primer bocado.
Luego de terminar de comer algo, voy a la cama, para aprovechar de dormir algo, o a las diez de la noche, estaré muerta de sueño.
La alarma de mi teléfono suena una vez más, y la vuelvo a apagar.
—Es viernes, por Dios… —Me quejo en voz alta, hasta que recuerdo la cena y con miedo tomo el móvil entre mis manos, dándome cuenta que tenía tan solo una hora y media, para bañarme, arreglarme y llegar.
Busco el famoso restaurant en google, dándome cuenta que queda a casi cuarenta minutos de mi casa.
—¡Rayos! —exclamo, saltando de la cama y metiéndome al baño, para darme una ducha, sin mojarme el cabello, cosa que agradecía completamente.
El agua templada me hace despertar completamente, y me hace sentir extraña, en ciertas partes que se sienten más descubiertas, de lo normal. Salgo de la ducha y vuelvo a dar las gracias, por haber escogido con anticipación unas sandalias doradas, que harían la combinación perfecta, con mi vestido.
Me pongo ropa interior “invisible” color n***o, de esa que no se marca en el cuerpo y me pongo el vestido. Alboroto una vez más mi cabello, me pongo los accesorios y dejo para el final el maquillaje.
Pido un Uber, para que pase por mí en diez minutos, los necesarios para maquillarme y bajar.
Delineo mis ojos negros, alargando la mirada. Me pongo máscara para las pestañas y me maquillo los labios de un color rojo oscuro opaco, lo que hace realzar el tono de mi piel, que, aunque viva en Miami, sigue siendo blanca como el papel.
Un mensaje del chofer, avisando que en un minuto llega a buscarme, me hace saltar del tocador.
Me doy un último vistazo en el espejo y me gusta completamente lo que veo, unos toques de perfume y estoy lista. Tracy tiene razón, ya que no me reconocerán con facilidad cuando me vean aparecer en la fiesta.
Bajo al primer piso, donde el Uber me espera. Le rectifico la dirección y partimos hacia allá, con el corazón en la mano, por lo tarde que es.
—¿Se puede ir rápido?, voy un poco atrasada —Le hago una mueca y me sonríe.
—Lo intentaré, sólo porque si su atraso fue para que se vea así, seguro que valió la pena —menciona. No me enojo, sólo, porque es un señor mayor.
—Se lo agradezco.
Un atasco, justo hoy que necesito llegar con urgencia a la cena de Navidad. Bufo y frunzo el ceño.
«¿Cómo me pude quedar dormida de esa manera?», me regaño mentalmente.
—Lo lamento, señorita, seguro que hay algún accidente, o algo similar —menciona.
—No se preocupe, sé que no es su culpa —Lo tranquilizo.
Tomo el móvil y tomo una fotografía del atasco. Escribo y adjunto la fotografía a Tracy, avisándole que voy en camino, pero atrasada, aunque no obtengo ningún mensaje de respuesta, ni siquiera un visto, lo que me parece muy raro, ya que Tracy no se separa de su móvil.
Veinte minutos después, me estoy bajando del Uber y camino lo más rápido que mis tacones me permiten. Un Anfitrión me pide la invitación, por lo que la saco de mi bolsa de mano y se la enseño. Abre las puertas y camino hacia un recibidor, donde está indicado hacia donde debo ir, pero me encuentro con otra persona del restaurant, que me lleva hasta el salón.
Las puertas se abren y el lugar está decorado en tonos rojos y dorados. «Perfecto, pareces adorno, Megan», pienso, riéndome de mi misma.
Miro hacia las mesas y están todas llenas, así que camino con timidez, logrando divisar rostros conocidos. Veo a la distancia a mi amiga, que me saluda con la mano, y se encoje de hombros, señalándome que su mesa está completa.
—Por aquí —Me indica el joven, que me había abierto las puertas.
Miro a los integrantes de la mesa donde me están ubicando y me encuentro con la cara risueña del señor Little, que me mira con sorpresa.
—Buenas noches a todos —Saludo a los hombres, que con cortesía me responden al saludo.
—Buenas noches señorita Wilson, por poco y casi no la reconozco —dice sonriente. El señor Little es tan adorable, que podría pasar fácilmente como Santa.
—Buenas noches, señor Little —Me siento a su lado—. Disculpe el atraso, pero había un accidente en la carretera —menciono y le enseño la fotografía.
—Odio que pasen esas cosas en estas fechas, cuando todos deberíamos estar en familia —menciona y le doy la razón, con un asentimiento.
El señor Little, aprovecha la instancia y me presenta a los gerentes de las distintas áreas de la empresa, sintiéndome muy fuera de lugar.
Cuando comienzan a servir el primer plato, un hombre de unos treinta y tantos, bastante guapo, se sienta en el puesto libre que había en nuestra mesa. Lo miro con curiosidad, ya que jamás lo había visto y, por qué no decirlo, es muy, muy, muy guapo.
—Bienvenido Kyle, ya te estábamos extrañando —Lo saludan, animados, los otros hombres.
—Gracias a todos, y disculpen la demora, pero había un atasco horrible en la carretera —Sonrío, ya que al menos, somos dos los que damos la misma excusa, por llegar tarde.
El primer plato, es una sopa de calabaza con especias y está realmente deliciosa, acompañada de unas tostadas con romero y mantequilla. Los hombres a mi lado están entretenidos, conversando con el joven, que no deja de darme sutiles miradas, lo que me hacen sonrojar de vez en cuando, haciéndolo torcer una sonrisa.
El segundo plato, es un medallón de filete envuelto en tocino gratinado y caramelizado, con unas papas suflé, todo acompañado con una salsa de champiñones increíble.
La conversación se desvía por un momento, y ahora sólo se dedican a contar anécdotas y chistes, por lo que todos en la mesa nos reímos, dándome cuenta, que los de las otras mesas, están cada uno en su mundo, con caras largas, o conversando de cosas aburridas.
El misterioso Kyle, no me quita los ojos de encima, mientras puede, ya que siempre alguno de los hombres le hace alguna pregunta o lo distrae con algún otro comentario. No he desaprovechado la situación, en todo caso, ya que también le he coqueteado.
No me perdería la oportunidad, de estar con un hombre como ese, total, por lo que ha comentado, se la pasa viajando, así que probablemente, no lo vea más, por un largo tiempo. Sonrío, por los pensamientos pecaminosos, que comienzan a invadir mi mente, cuando aparecen los garzones con los postres.
—Apuesto que este será su plato favorito, señorita Wilson —menciona el señor Little, cuando ponen frente a mi algo así como un muffin de chocolate, con un relleno que desconozco, con almendras confitadas por encima, bañado en una salsa de chocolate y decorado “rústicamente” con trozos de chocolate bíter y chocolate blanco. En resumen, muuucho chocolate.
—Oh, por Dios —contesto divertida, haciéndolo estallar en carcajadas, lo que hace que los otros hombres también se rían.
—No sabía que tenía ese tipo de humor, señorita Wilson —dice entre risas.
El ambiente se pone más coloquial, y ya todos nos reímos por las bromas hasta que las luces se bajan completamente, dejándonos a oscuras.
Comienza a reproducirse un video en la pantalla, que estaba ubicada en el escenario del salón. Mensajes de agradecimiento y buenos deseos para esta navidad de los gerentes, que están sentados a mi lado, hacia el personal y para la empresa. También un emotivo saludo del señor Morgan, enviándole saludos y agradecimientos a sus queridos trabajadores, por lo que, cuando el video termina, todo el mundo aplaude emocionado, incluso, haciendo vitores.
Busco con la mirada a mi guapo y coqueto Kyle, sin éxito, hasta que las luces se vuelven a apagar nuevamente. Una luz se enciende en el escenario y iluminando el podio, estamos todos en absoluto silencio, por lo que se escuchan pasos acercándose al podio, y es ahí, donde lo veo a él.
Quedo de piedra, cuando comienza a hablar, dándole las gracias a todos por haber venido a la fiesta de Navidad, que su padre con mucho cariño, comenzó haciendo a sus colaboradores, desde los inicios de “Morgan and Associates, Investors”. Se excusó por no estar tan presente, como lo estuvo su padre, y es aquí, cuando dejo de escuchar lo que dice, dándome cuenta que he estado coqueteando durante toda la noche, con el CEO de “Morgan and Associates, Investors”, Kyle Morgan.
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¡Hola mis bellas!
La Navidad es una época del año que genera variadas emociones y muchas veces, contradictorias. Sentimos desde ilusión y alegría, hasta tristeza y añoranza... Nos reencontramos con la familia y los seres queridos, y en otras ocasiones, decidimos festejarlas de forma más austera; a veces para reencontrarnos con nosotros mismos, y en otras, para hacer cosas nuevas y volver a empezar, aprovechando que los sentimientos salen a flote por la emocionalidad que estas fiestas nos dejan.
Esa es la idea de este recopilatorio en el que se relatarán historias al rededor de esta festividad, en diferentes tipos de personas y situaciones, dejándonos soñar con sus más profundos deseos para esta celebración. Y por supuesto, con mi toque personal, que muchas de ustedes ya me conocen .
Acompáñame a descubrir estos 8 deseos de Navidad .
Además, las dejo invitadas para que pasen por mi perfil Andrea Paz PS, donde encontrarán mis otras novelas: No eres tú ¡Soy yo!, Mi Opuesto Complementario, Mientras Dormías, Ahora o Nunca, Un Trato con Lujuria y No sé Quién Soy. Si aún no las has leído, te invito para que les des un corazón ❤ y las agregues a tu biblioteca.
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Como siempre, denle todo su amor capítulo a capítulo, ya que estaré contestando todo lo que me quieran decir en r************* o en los comentarios de la aplicación.
¡Las quiero mucho y les deseo unas felices fiestas!
Andrea Paz.