A la mañana siguiente, Zoe se despertó temprano, decidida a retomar su vida y sus responsabilidades. Aunque el recuerdo del sueño aún la atormentaba, sabía que no podía dejar que esos fantasmas del pasado la detuvieran. Tenía una misión más importante: ayudar a las mujeres que llegaban a su fundación, y eso requería toda su energía y concentración. Cuando llegó a la fundación, el lugar ya estaba en pleno movimiento. Zoe saludó a las voluntarias y se dirigió a su oficina, donde un montón de expedientes la esperaba. Se sentó y comenzó a revisar los casos más urgentes, centrándose en particular en el de una joven madre que había llegado hace poco con su hijo de tres años. La mujer había huido de una relación abusiva y estaba aterrada de que su ex la encontrara. Zoe sabía que cada segundo con