7. ¡¿Me quieres comer?!

1671 Words
Bess.  Pego un brinquito de sorpresa cuando escucho la voz de Aaron detrás de mí. — ¿Qué haces? — Hago el desayuno — no aparto la mirada de lo que hago aun cuando lo siento detrás de mí —. Quería agradecerte de alguna forma por todo lo que has hecho por mí. — No tienes que agradecerme nada, Bess — sonrío cuando da un suave beso en mi mejilla —. Pero te acepto el desayuno. ¿En qué te puedo ayudar? Sacudo la cabeza, negando. Ya he terminado. Paso con cuidado los huevos al plato en donde ya está el tocino freído y sonrío cuando veo que he formado una carita sonriente. Me giro con plato en mano y se lo extiendo a Aaron. — ¿Qué tal? — Mi sonrisa se ensancha cuando él suelta una divertida risa —: ¿Te gusta? — Ay bonita, ¿qué voy a hacer contigo? Me encojo de hombros aun cuando sé la respuesta a esa pregunta. Lo que Aaron puede hacer conmigo es mantenerme junto a él. Sólo eso. No necesito nada más. Pero sé que eso no va a ser posible, no por siempre. Así que lo que puedo hacer mientras tanto, es vivir el momento. — ¡Aaron! — Grito cuando recuerdo lo que encontré en uno de los gabinetes de la cocina —. ¿A qué no adivinas lo que encontré? Empujo el plato contra su pecho para que lo tome y después me giro para tomar entre mis manos la bolsita de golosinas que descubrí. — ¡Dulcecitos de colores! — Canturreo frente a él, sacudiendo la bolsita de un lado a otro. No puedo recordar cuándo fue la última vez que comí uno de estos, pero eran mis favoritas. — Los comes más tarde. Anda, vamos a desayunar. Refunfuño porque quería comerlos ya, pero él tiene razón. Primero hay que desayunar. Así que juntos llevamos todo a la mesa y nos sentamos para comer nuestro desayuno. Lo miro cada pocos segundos, fijándome en lo guapo que es. En realidad, él es el hombre más guapo que he visto en mi vida. Aunque sus ojos son azules, me transmiten más calidez de la que nadie nunca me ha hecho sentir. Y tiene bonitos labios que quedan perfectos en su rostro. Al igual que su incipiente barba y esas espesas pestañas y cejas. La primera vez que lo vi no me fijé mucho en su aspecto, pero últimamente sí lo he hecho y no entiendo por qué. No recuerdo cuándo fue la última vez que un chico me pareció guapo, pero estoy segura de que mis ojos nunca se sintieron tan atraídos por alguien como lo hacen con Aaron. Constantemente tengo que verlo y es un poco desconcertante porque no entiendo por qué lo hago. — ¿Qué? — Pregunta de repente, mirándome —. ¿Tengo algo en la cara? Mierda. Estoy segura de que si alguien me mirara como yo lo miro a él, también preguntaría lo mismo. Y me habría asustado... mucho. — No — bajo mi mirada al plato mientras empiezo a sonrojarme —. Yo... sólo... uh... — Bess, bonita... — ¡Terminé! — Me engullo casi medio huevo en la boca y me pongo rápidamente de pie, huyendo con mi plato hacia la cocina. ¡Tengo que dejar de ser rara! Hoy empiezo mi nuevo trabajo y debo actuar como una persona normal, no como un extraterrestre de Marte. Yo no quiero parecerme a Evan. Lavo rápidamente mi plato y cuando me giro para irme, choco contra el pecho de Aaron. Y de nuevo, algo raro pasa. Me pregunto cómo se vería debajo de esa camiseta y, además, unas desconcertantes ganas de tocarlo me entran. ¡¿Qué rayos pasa conmigo?! — ¿Estás bien, Bess? Retrocedo un paso, intentando alejarme de su pecho. Y lo miro a los ojos, después a los labios y mi mirada se queda clavada allí. — Yo... uh... — ¿Tú? — ¡Tengo que irme a bañar! Me hago a un lado y trato de huir como una cobarde, pero él me detiene de la mano y me hace girar sobre mi misma, dejándome de nuevo frente a él. — Bess — su mano se envuelve en mi cuello y malditamente tiemblo bajo su tacto. Él lo nota, por supuesto que lo nota —. Puta vida — cierra los ojos por un instante y cuando los abre, luce como si estuviera enojado. Su azul es de nuevo más oscuro y cuando habla, su voz es brusca y más gruesa —: Vete a bañar. — No te enojes conmigo — susurro en voz baja. Cierro los ojos, maldiciéndome una y otra vez. Hay algo mal en mí, siempre lo supe. Por algo mi familia no me quiso, por algo nadie me adoptó y por algo en cada casa de acogida me trataban como basura. Pero cuando Aaron me mira, siento como si todo en mí estuviera bien. Él no ve lo malo y no quiero que lo vea. Pero tal vez ya lo hizo y por eso está enojado. — Bess, mírame. Niego, sintiendo un nudo en mi garganta. — No. — Bess — advierte —. Mírame — lo hago cuando sus manos toman mi rostro con fuerza —. No estoy enojado, ¿por qué lo estaría? — Es que... lucías enojado. Sus cejas se alzan en sorpresa. — Hay una gran diferencia entre estar enojado y estar... — se detiene, mirándome con precaución —. Bonita, necesito que hagas algo por mí, ¿podrías? Asiento de inmediato. — No vuelvas a usar ese camisón que traes puesto. — ¡¿Qué?! ¡Pero es tan bonito, Aaron! Él pasea sus ojos por mi cuerpo, de nuevo enviando un extraño temblor por mi piel. — Es feo, Bess. — A mí no me parece — me quejo porque realmente es muy lindo. Su suave tela blanca se siente como algodón en mi piel y aunque es corto y poco abrigador, cuando me meto en la cama y me abrigo con las mantas, el frío desaparece. Además, Christina insistió en que lo comprara porque dijo que a Aaron le iba a encantar, ¿por qué no le ha gustado? Desilusión se instala en mi pecho —. Christina dijo que te gustaría. — ¡Oh, por favor! ¡Por supuesto que esto es obra de ella! — ¡¿Por qué gritas?! ¡No grites! — ¡Tú estás gritando! — ¡Porque tú lo haces! Sus manos ejercen más presión en mis mejillas y esta vez, cuando habla, su voz es más suave —: Por favor, no lo vuelvas a usar. Lo miro fijamente, sin entender la desesperación en su voz. — ¿Tan mal me veo? Y él enloquece. — ¡No! ¡Todo lo contrario, te ves malditamente comestible! ¡¿Qué?! — ¡¿Me quieres comer?! — Pregunto, asustada —. ¡¿Eres un zombie o alguna especie de vampiro?! — ¡Joder! — Retrocede un paso, pasando repetidas veces su mano por su ya desordenado cabello —. ¡Frío! — Grita de repente —. ¡Con ese camisón debes morir de frío! ¡Sólo no quiero que te enfermes! — ¡¿Y por qué sigues gritando?! — ¡Porque — se detiene cuando entiende que sigue gritando —. Porque me preocupas y no quiero que te enfermes. — Ah. — ¿Ah? — Y una sonrisa se instala en sus labios —. Bess, no estoy seguro de que ah sea una respuesta. — Ah — digo de nuevo sin querer, provocando que su sonrisa se ensanche —. Digo, está bien. No usaré este camisón nunca más. Él asiente, satisfecho. — Gracias y también gracias por el desayuno, me ha encantado. ¿Dónde aprendiste a cocinar? Felicidad se instala en mi pecho ante la idea de haberlo complacido. — En las casas de acogida yo era la que cocinaba — le soy sincera y de nuevo, él luce enojado —. ¿Ahora tampoco estás enojado? — ¡Sí, ahora sí, pero no contigo! — Y ahí está gritando de nuevo —. Me enoja que te hayan puesto a cocinar como si tú fueras su sirvienta. Bueno, es que lo era. — Ahora estoy bien — le recuerdo, calidez llenando mi pecho por su reacción. Él me hace sentir valiosa —. Eso ya pasó. — Sí, ya pasó — sin verlo venir, me atrae a sus brazos por un fuerte abrazo y sonrío sobre su pecho, amando respirar su aroma —. Y no quiero que pienses que yo te traje conmigo para que me cocines, así que por favor, no lo vuelvas a hacer. — Me gusta hacerlo — inclino mi rostro hacia atrás para mirarlo a los ojos —. Puedo hacer los desayunos. De verdad, no me molesta. — Hablamos de eso después, ¿sí? — Asiento —. Por ahora, tienes que irte a bañar porque nos va a coger la tarde. Oh, cierto. — Tienes razón — sin pensarlo, me inclino para dar un rápido beso en su quijada. Las manos en mi cintura ejercen más control y Aaron junta más nuestros cuerpos —. Voy a darme un baño — le recuerdo para que me deje ir, aunque no quiero que lo haga. Cuando me suelta, le sonrío con todos mis dientes. — Ve a darte un baño, Bess. Asiento y avanzo hacia la puerta. Justo antes de salir, me arrepiento y lo llamo —. ¿Aaron? — Me giro para mirarlo —. Yo también me preocupo por ti — y en dos rápidos pasos estoy de vuelta con él para dar un último beso en su mejilla. Me alejo rápidamente y corro hacia el baño porque nos va a coger la tarde, sin embargo, alcanzo a escuchar su risa. Y a mí me encanta hacerlo reír.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD