Genfro sonrió. "Ya sabía yo que era un buen cocinero". Adalomonte pasó muchos días esperando que sus heridas sanaran. Al final, sólo quedaba una abierta: la de la derrota. Ninguno de los dos habló acerca de su pasado. El homúnculo le había hablado del pantano, le dijo que tenía miedo de encontrarse con un ser a quien llamaba el tentáculo, pero que se veía obligado a ir allí para conseguir comida. Su técnica de caza consistía precisamente en buscar el rastro de animales muertos que el tentáculo dejaba. Ado había memorizado todos los pasajes y refugios del pequeño Genfro. Si al principio el homúnculo parecía desconfiado y listo para huir, más tarde empezó a comportarse como un súbdito con su rey, no por respeto sino por pura conveniencia, sabía que mientras permaneciera al lado de Ado no