Maya. Era obvio que aquel momento era emotivo para la familia del momento, con la que di sin siquiera haberlo imaginado nunca en la vida. De chica siempre vi el imperio Tarskovsky como algo lejano, sus integrantes, que en principio sólo fue el señor Björck y ahora eran sus tres hijos, me parecieron gente de alguna manera inalcanzable, impenetrables, sin ruido, sin escándalos. Únicamente tenían en su hoja de vida del kit de farándula, que el rubio había decidido casarse y que, desde siempre, la familia era donante importante en conocidas obras de caridad nacional e internacionalmente. Ahora estábamos allí, comí un poco, sólo por cortesía, pero a decir verdad estaba delicioso el menú de esa mañana. Evité intervenir en las conversaciones interfamiliares que estaban teniendo y, para ser si