—Creíste en verdad que había mentido sobre la junta —Leonardo escribe el mensaje y le manda a Louisa.
—Sí, debería estar atendiendo señor Leonardo y no distraerse.
—¿Tienes algo qué hacer por la noche?
—Le prometí a Piero acompañarlo a una reunión.
Leonardo guardó el celular en uno de sus bolsillos del saco y se unió a la conversación con los ejecutivos ignorando por completo a Louisa hasta lo que restaba de la junta. Ella continuó en sus apuntes y realizó preguntas en vez en cuando, sin perder el hilo. Al finalizar la reunión, ambos regresaron a la oficina la cual estaba vacía. Era hora de almuerzo y no quedaban más que ellos. Leonardo se sentó en su silla y se perdió en la pantalla de su computador. La tensión que se había creado le había quitado el hambre a Louisa, quien prefirió sa
