—A buena hora que regresaron, necesito ayuda y Piero no debería ser quien me esté ayudando, es nuestro invitado. —Me gusta ayudar —añadió Piero trayendo consigo un pack de cervezas—, ¿dónde las puedo dejar? —Gracias hombre, yo me encargo —dijo Carlos al separarse de Louisa. —¿Necesitas algo más? —preguntó Piero ignorando por completo a Louisa. —Todo está bien gracias —respondió Amanda—, Louisa saca el Wii de nuestra habitación para jugar. —Cierto, el otro día compramos dos palancas más —dijo Louisa. —Ahora sí podré jugar con ustedes y no esperar a que una de las dos pierda —Carlos mira a Louisa—, aunque por ti puedo jugar más rápido. —¡Oye! —dijo Louisa golpeando el hombro de Carlos—, no recuerdo mucho cómo jugar, no es mi culpa —¿Qué juegos tienen? —se integró Piero a la conversac