Era la seis de la mañana aún cuando Louisa se levantó a tomar un vaso de agua de la jarra del escritorio. No se había dado cuenta del sueño pesado que consumía a su jefe y que no le había permitido sentir su ausencia. Él se había acostado sin camisa alado de ella y no pudo contener una risa tímida. Regresó a la cama y se volvió a acostar bajo la colcha. Leonardo apenas se movió y siguió durmiendo. Ella estaba encantada de verlo dormir, lucía tan tranquilo y sexy a la vez. El ángulo en el que ella estaba le permitió ver una cicatriz en el hombro izquierdo, que apenas se notaba por la luz , pero que había llamado su atención. Tenía ganas de besarla y sentir su piel arrugada en sus labios, pensó. Tragó saliva y permaneció observándolo hasta que sonó la alarma. Cerró sus ojos y disimuló estar