CAPÍTULO 2

2626 Words
Un amor prohibido obligó a Tomás Mancini a contraer matrimonio. Fue obligado por su padre a casarse a temprana edad para que así olvidara esa locura de amar a la prima hermana. En la mansión Mancini, el timbre de la puerta sonó, Thomas se encontraba en su celular revisando las redes de Fiamma, ya que tenía prohibido visitar la casa de su tío, incluso el país donde vivían solo lograba mantenerse cuerdo por medio de las redes, revisando todo lo que ella hacía. Dejó de lado el móvil cuando la persona que tocó el timbre ingresó. Era una ley en su casa prestar atención a los invitados que llegaban, aun cuando no se conocían. —Nash ¡Bienvenida! La recibió Eduany y Emilia; padres de Thomas. Seguido se la presentaron a Thomas. Este la saludó muy amable, como lo caballeroso que era. La joven le sonrió, sabiendo que ese sería su esposo. Cuando sus padres le hablaron de él, no pensó que fuera tan atractivo. Al estarle buscando los padres de Thomas esposa, pensaba que era alguien sin gracia que no contaba con ningún atributo y por eso le era difícil conseguir esposa. Emilia ordenó a la empleada llevara a la joven a su habitación para que se diera un baño y luego bajara. Mientras ella subió, Thomas cuestionó. —¿Quién es esa mujer? —Es una muchacha de buena familia, muy linda y educada —dijo Eduany—. Será una buena esposa. —No voy a casarme —Refutó Thomas al levantarse —. Si es por eso que me la presentaron, déjenme decirles que no voy a casarme con nadie. —¡Lo harás! —Bufó su padre—. Te casarás para que se te quite esa estupidez de amar a tu prima. Thomas miró a su madre, esperando que dijera algo, algo que pudiera detener la locura de su padre, pero esta solo bajó la mirada y se limitó a guardar silencio—. Si no te casas, te largas de esta casa, no topas ni un centavo y vives en la calle —sentenció y abandonó el lugar. Quedándose solo con su madre, Thomas dijo—. Soy un hombre adulto, tengo mi profesión y con eso saldré adelante. Si piensan que van a obligarme a casar con esa extraña, les digo que no podrán. Emilia se levantó, se paró frente a su hijo—. Bien, si no quieres casarte no te casas. Pero sal a trabajar, a hacer uso de tu profesión, pero lejos de Fiamma, porque si me entero de que sigues con esa obsesión, no solo apoyaré a tu padre que te cierre las puertas en cualquier parte donde vayas, yo también lo haré. —¡Soy tu hijo, madre! —dijo con dolor. —Y te amo, pero no voy a permitir que sigas en ese pecado. Lo que hiciste fue una aberración. Tienes que salir de esa obsesión, porque eso es lo que estás, obsesionado con tu prima. Sabes que nadie de nosotros permitirá que estén juntos. Al menos ella lo sabe. Rehízo su vida con alguien que si es aceptado. Deberías hacer lo mismo. Conocer a alguien, darte una nueva oportunidad. Esa joven es perfecta para conocer, date la oportunidad de tratarla… —No voy a darme la oportunidad con nadie, menos con alguien que ni conozco. Dicho eso subió a su habitación. Tania, una humilde joven que servía para los Mancini, quien era amiga de Thomas y Dylan, se detuvo detrás de la puerta para no interrumpir la discusión. Salió de este cuando Thomas se fue, acomodó el té que Emilia había solicitado. Emilia agradeció y cuestionó. —¿Cómo te has sentido aquí? —Bien. Ella, era una joven de pueblo, quien quedó reina de este, pero tuvo que abandonar todo, porque luego de alzarse con la corona, su padre la intercambió por una deuda, deuda que Eduany Mancini pagó para liberar a ambos. Luego de eso, Tania no quiso continuar viviendo con su padre, no podía seguir con alguien que la intercambió por deuda. ¿Y si lo volvía a hacer? No habría otro Eduany que la salvara. Decidió mudarse con los Mancini a otro país. Estar lejos de su padre alcohólico que solo le importa su vicio y su vida, más no la de ella, le haría bien. —Has construido una buena amistad con mi hijo en estas semanas que llevan conociéndose. ¿Quieres ayudarme a convencerlo de que se dé una oportunidad con Nash? —Veré que puedo hacer, señora. Emilia volvió a agradecer. Esperaba que Thomas prestara atención a los consejos de Tania, ya que esta era muy amigable y bondadosa, seguramente si le aconsejaba Tania, podría darse la oportunidad con Nash. Emilia no imaginaba que para Tania sería difícil decirle a Thomas que aceptara la orden de sus padres cuando ella pasó por una situación similar. Conocía de sobra lo que se sentía ser forzado a hacer algo que no se deseaba, pues ella lo vivió en carne propia con su padre, quien quería obligarla a que pagara la deuda con su cuerpo. Si bien era cierto que las situaciones eran diferentes, ya que los padres de Thomas no lo estaban vendiendo por dinero como su padre lo hizo con ella, pero tenía el mismo significado; obligar a aceptar a alguien que no te atrae, sobre todo, que no conoces. En la noche, cuando Thomas tuvo la oportunidad de acercarse a Nash le dijo. —Si nuestros padres arreglaron un matrimonio, debes saber que no voy a casarme. La joven apretó los labios y respondió—. Tampoco quiero hacerlo, pero es lo que ellos decidieron y debemos cumplir sus órdenes. —No sé cómo seas tú, pero en lo que soy yo, no soy mandado. No siempre cumplo las ordenes de mis padres. Mejor ve y busca otro esposo, porque yo no seré parte de esa payasada —la puerta principal se abrió. Thomas posó la mirada en la persona que ingresaba, era su hermano—. O cásate con mi hermano, total, es igual a mí. Se levantó y se fue, pasó chocando las manos con Dylan quien pasó a la sala y saludó a la mujer sentada en esta. Se quedó a platicar con ella, estaba en coqueteo cuando Eduany su padre se acercó a él y dijo. —Veo que ya conociste a Nash —dejó las llaves a un lado—. Es la futura esposa de tu hermano —eso era suficiente para que Dylan comprendiera lo que su padre le intentaba decir. Eduany estaba decidido a casar a Thomas. Aunque nunca perteneció a ese tipo de familia, ahora se veía obligado a hacerlo, esperando que Thomas recapacitara y se sacara de la cabeza a Fiamma. Dylan se alejó de la sala, subió a su recámara, tras darse una ducha salió a la terraza y se sentó junto a Thomas —Veo que ya vas a casarte… —No voy a casarme. —Pero papá dijo… —Nuestro padre puede decir lo que quiera y hacer lo que quiera, en lo que a mí respecta, no seguiré sus órdenes. Se levantó y fue a su habitación, ahí se lanzó a la cama, empezó a revisar las fotografías de Fiamma, pasaba de largo en las que tenía con Noah. Este fue su mejor amigo, pero se volvió su peor enemigo cuando decidió casarse con Fiamma Lanús. Fiamma dio a conocer a sus familiares sobre su embarazo, esto llegó a oídos de Thomas. —Fiamma está embarazada —dijo Emilia. Aquella noticia golpeó el corazón de Thomas. Las palabras cayeron como agujas en su pecho. —¿No eres el padre? —inquirió Eduany. Aunque sabía que Fiamma amaba a Noah y estaba casada ya casi un año con él, no dejaba de pensar que podía haber surgido un encuentro clandestino entre su hijo y la sobrina de su esposa. Tomas suspiró lleno de dolor. Él hubiera dado todo para serlo. Se levantó, con los ojos llorosos abandonó el comedor, por consiguiente, la mansión. Los dos hombres que su padre había contratado para que lo vigilaran fueron detrás de él. Thomas llamó con insistencia a Fiamma, pero esta no respondió, puesto que delante de ella se encontraba Noah. Ante la insistencia de Thomas y Fiamma que no respondía porque estaba más que feliz con su esposo, este tomó el celular y abrió la llamada. En la pantalla no salía el nombre porque Thomas había comprado sin número de chic para llamarla, ya que cada vez que le escribía o le llamaba, ella lo bloqueaba. —¿Es verdad que estás embarazada? ¿es cierto que esperas un hijo de Noah? Peguntó con dolor Thomas, y es que aquella noticia lo tenía destrozado. Cuando Noah escuchó eso frunció el ceño—. Responde Fia —insistieron del otro lado. Noah procedió a poner en alta voz. El sollozo de Thomas se escuchaba—. Solo necesito saber si es cierto. Necesito escucharlo de ti. Por favor, dime que es mentira, que solo es un invento para que te olvide —el silencio seguía perdurando y Thomas seguía hablando—. No estás embarazada Fia, no lo estás ¿verdad? Fiamma no quería que su esposo se enterara de esa forma, pero ya que la circunstancia se había presentado tomó el celular y respondió. —Es verdad Thomas, estoy esperando un hijo de mi esposo, vamos a formar una familia. Te pido que no vuelvas a llamar, que no insistas con lo mismo porque siempre obtendrás la misma respuesta, no te amo Thomas, olvida lo que pasó entre nosotros, haz tu vida con alguien más, se feliz. Thomas volvía a atentar contra su vida como lo hizo cuando supo que Fiamma se había casado con su mejor amigo. Thomas se paró en plena curva, esperando que un auto pasara sobre él, que lo lanzara tan lejos donde sus ojos nunca más pudieran abrirse y su corazón dejara de doler. Uno de los hombres leyó las intenciones, procedió a correr y apartarlo, lanzándolo al otro lado y recibiendo el impacto del auto. Ese día, aquel guardaespaldas perdió la vida, para bien o para mal, su muerte fue un plus para que Thomas dejara esa obsesión y decidiera darse una nueva oportunidad. Pero no lo hizo con la mujer que su padre había elegido, sino que, con su amiga, aquella joven que conoció en ese pueblo, con quien había compartido muchas tardes, con la que se sentía en paz cada vez que estaban juntos. Fue a Tania Aksai a quien eligió para convertir en su esposa, teniendo un matrimonio bajo un contrato. —Mi madrina decía que el amor puede llegar después del matrimonio cuando los involucrados son dos jóvenes. La señorita Nash es muy hermosa, quizás usted podría enamorarse de ella, y olvidar ese amor que le hizo mucho daño. Thomas la miró, no enojado, pues él nunca podría enojarse con Tania, ya que era demasiado linda y tierna. En ella encontraba la paz que no encontraba con ninguna otra persona. —Solo piénselo, creo que sus padres jamás elegirían a alguien que no conocieran bien. Iba a irse, pero Thomas le agarró la mano y solicitó—. ¿Cásate conmigo, Tania? —esa petición la dejó perpleja—. Si a mis padres le mantiene tranquilo que contraiga matrimonio, lo haré. Pero no con la mujer que ellos eligieron, si no, contigo. Quiero que tú seas mi esposa, tú que eres mi amiga, la persona que en poco tiempo llegó a conocerme. —Pero… soy solo una empleada. —Eres mi amiga Tania. Ayúdame a deshacerme de ese matrimonio al que mis padres me quieren obligar. Sé que no existe el más mínimo interés entre nosotros que no sea amistad, pero creo que podemos casarnos y convivir como los amigos que somos, al menos hasta que uno de los dos encuentre la felicidad. —Es que… Thomas se acercó, le tomó las manos y dijo—. Pídeme cualquier cosa a cambio, yo te la concedo. Por favor, Tania, ayúdame a liberarme de la imposición de mi padre. —No sé si ellos me acepten. —Lo hará. Te aseguro que lo hará. Thomas dejó un beso en las manos de Tania, seguido bajó a toda prisa a la sala donde se encontraban sus padres. Al ver la forma en que bajó, las miradas de todos los presentes en ese lugar, se posó en él. Incluso la de sus futuros suegros que habían llegado para hacer oficial la unión de las familias. —Voy a casarme —aseguró Thomas poniendo feliz a Nash incluso a sus padres—. Pero no con ella —escuchó los pasos de Tania llegar detrás suyo. La miró, se acercó a ella, le tomó la mano dejando más que sorprendido a los presentes—. Será con Tania, con mi amiga. Es ella la mujer que quiero por esposa, a ninguna otra. Luego de dos meses estaban ahí, parados frente al juez, uniéndose en matrimonio, sellando una amistad, más no un amor. Se casaban para que sus padres descartaran esa idea de casarlo con otra mujer, la cual no solo no le atraía ni un poquito, también le desagradaba. —Estaremos juntos hasta que cada uno encuentre el amor, Tania ¿Aceptas? —ella asintió—. Gracias por querer ser la esposa de este despechado. Se unieron en un abrazo, donde solo el corazón de uno latía desbocadamente. Y era el corazón de Tania Aksai, pues ella si lo quería, ella sentía más que una amistad por él, solo que se había obligado a sí misma a no dar a conocer sus sentimientos, para no dañar esa bonita amistad. Después de la boda se mudaron a una pequeña casa. Thomas no quería algo extravagante para convivir con ella ya que solo eran dos amigos que compartirían el mismo techo hasta que uno de los dos encontrara el amor. No necesitaba una enorme mansión, porque hijos no tendrían ya que no pensaba intimar con alguien a quien consideraba su amiga. A pesar de que ella era una mujer hermosa, no le veía con otros ojos que no fuera el de una amiga. Thomas la quería, porque era inocente, linda y muy bondadosa, tanto que había aceptado a ayudarle a librarse de la mujer que su padre había elegido para su esposa. Tania era su amiga, y nunca cruzaría la línea, porque por nada del mundo quería perderla como amiga. Además, tenían un tarto, el cual era estar juntos hasta que cada uno encontrara su felicidad. Tania estudiaba la universidad mientras él realizaba su profesión, algo diferente a los negocios que tenía su padre. Había estudiado arquitectura, se encontraba realizando su profesión en una constructora que no pertenecía a ninguno de sus familiares, cuando le llegó un mensaje, al leerlo se sorprendió. Thomas solía llegar temprano, pero esa tarde no llegó y la cena que Tania había preparado para él se enfrió. Con una amarga sonrisa se dirigió a la cama, antes de acostarse escuchó el coche llegar, se asomó a la ventana y lo vio bajar con una mujer, la misma con la que se besó. Gruesa saliva rodó por la garganta de Tania al ver a su esposo besarse con una mujer frente a la casa. Apartando la mirada y suspirando profundo se dirigió a la cama, cerró los ojos y una tibia lágrima rodó por el puente de su nariz. Solo eran amigos, no tenían ninguna relación formal, él podía salir con quien quisiera, incluso llevar a sus novias a esa casa, pues era la casa de él, pero no dejaba de dolerle.
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