Hace meses atrás, Dylan Mancini se acercó a la sastrería más importante del país, ahí lo atendió una joven que le llamó la atención, a quien le coqueteo sin descaro puesto que cuando alguien le gustaba no se le iba tan fácil. Luego de que le tomaran la medida para su nuevo esmoquin le entregó su tarjeta personal haciéndole saber que esperaría la llamada para darle calor en una noche fría y helada como estaban en aquel tiempo. Ella la aceptó por cortesía, no teniendo intenciones de llamarlo, sin embargo, después de enterarse de la enfermedad que padecía, sobre todo, que no le quedaba mucho tiempo de vida, decidió dar ese paso y empezar a conocer y experimentar cosas que se había negado a experimentarlas. Llamó a Dylan, lo citó para que le diera una noche caliente, que la hiciera sentir