Días después Thomas estaba sentado en la oficina, en su mano, sostenía el bolígrafo mientras su mirada estaba posada en la carpeta en frente, pero su mente estaba perdida en los recuerdos. Los últimos días, Tania abarcaba sus pensamientos, y era porque estaba en trámites de divorcio.
La puerta se abrió. Jade, con una falda corta dejando lucir sus delgadas piernas ingresó, caminando como toda una miss, bailando sus caderas con elegancia y sofisticación se acercó a él.
—¿Almorzamos? —llevó la mirada al documento sobre el escritorio, la bajó hasta el lugar de la firma, cuando vio que aún no estaba firmado apretó los dientes y preguntó—. ¿Se lo enviarás hoy? —vio un ápice de duda en los ojos de Thomas.
¿Por qué? ¿Por qué dudaba si no la amaba? ¿Acaso empezaba a dudarlo?
Ella no podía permitir que dudara. Thomas era suyo y nadie se lo quitaría. Quería ser la señora de Mancini. Solo alguien como ella podía ser digna de ese puesto, no esa campesina piojenta y mugrienta, pensó para sí misma.
—Mis padres vienen este fin de semana, quieren conocerte. Le he hablado mucho de ti —mordió el labio—. He omitido lo de tu estado civil porque me matarían si saben que salgo con alguien que está casado. Claro que no es un matrimonio real, pero eso ellos no lo saben, y si se enteran, me ahorcarían —sonriendo se acercó y le dio un beso—. Pero eso no será un problema —bajó la mirada al documento, lo tomó en sus manos y musitó —Porque firmarás hoy ¿Cierto?
Mordía la parte interna de su labio mientras esperaba la respuesta. Deseaba poder tener una barita mágica y guiarle la mano hasta el documento y que firmara.
Por alguna razón sentía miedo. Y no entendía por qué, si esa mujer era poca cosa, jamás se compararía a ella. Tania Aksai no era competencia, no le llegaba ni a los talones.
Deseaba saber cuál fue el motivo que lo llevó a casarse con esa mujer. Solo sabía que su matrimonio era de conveniencia, Thomas le pagaba la universidad a cambio de no sabía qué. Desconocía el trato que los llevó a casarse. Eran de mundos diferentes, era imposible que fuera por pautas familiares.
Thomas agarró el documento y procedió a guardarlo, cuando Jade vio que lo guardaba sintió una ira florecer en su interior.
—Si, almorcemos.
Ella estaba sobre su regazo, la ayudó a levantarse para seguido hacerlo él.
—¿No vas a firmar?
No quería sonar ansiosa, pero deseaba saber el motivo por el cual no firmó los papeles del divorcio.
—Lo haré personalmente con ella.
Sin esperar otra pregunta, le tomó la mano y salieron así de la oficina. Llegaron en un restaurant donde se encontraron con Dylan y Nash.
Cuando Dylan lo vio entrar se levantó, quiso escapar porque estaba con la mujer que su padre había buscado para su hermano, aunque este la rechazó para casarse con otra, se le hacía inapropiado salir con la mujer de su hermano. Estaban ahí porque de casualidad se la encontró y al ser un caballero, que no rechazaba la invitación de una mujer, decidió almorzar con ella. Buscó el lugar más alejado de la ciudad, para evitar que un conocido lo viera, y resultó encontrándose con su hermano.
Dejó de lado el temor para fijarse en la mujer que lo acompañaba. Esa no era Tania ¿Por qué salía con una mujer que no era la esposa?
Al momento que la mirada de Thomas se encontró con la de Dylan, detuvo sus pasos, no se fijó en la mujer al lado de su hermano, se fijó en él porque encontrarlo en la ciudad era lo que menos se esperaba. Thomas soltó la mano de Jade tomando por sorpresa a esta.
—Disculpa, pero mi gemelo está aquí.
Jade había escuchado hablar del gemelo de Thomas, pero no lo conocía, ahora que tenía la oportunidad no la dejaría pasar.
—Bueno, y donde está, preséntamelo.
Lo buscó con la mirada, al ver un hombre idéntico a Thomas a varias mesas sonrió y se acercó. Thomas fue detrás, llegaron a la mesa de Dylan y Nash. Está miró con desprecio al hombre que la rechazó, más a la mujer que la acompañaba.
Al pensar que Thomas le estaba siendo infiel a Tania le agradó. Porque esa mojigata se había atrevido a interponerse en el matrimonio que sus padres habían concertado. Por otra parte, agradecía que la hubiera librado de casarse con un hombre que no la amaba. De no haber Tania ocupado su lugar, hoy sería ella la cuernuda.
—Mucho gusto, me presento, soy Jade, la...
—Una amiga —informó Thomas antes que Jade hablara. A esta se le borró la sonrisa, no se esperaba que Thomas la presentara como su amiga.
A Dylan no lo engañaba, pues había visto claramente cuando ingresaron tomados de la mano. Ahora que veía el cambio de semblante en la mujer al ser negada por su hermano, supuso que ahí no había amistad. Y si era la amante de Thomas, no sería bien recibida por él, por tal razón no aceptó la mano que Jade extendió.
—¿Podemos hablar un momento?
Tania no solo se había convertido en amiga de Thomas, también de él. La quería como a sus hermanas. En poco tiempo esa chica se ganó su corazón de hermano, y si Thomas le estaba haciendo daño, tenía que saberlo.
—¿Qué es esto Thomas? ¿Quién es esa mujer? No me digas que es tu amiga porque no me lo creo.
—Mejor dime ¿Qué haces con esa mujer? ¿No se supone que mi hermano nunca recogería mis rechazos? Eso fue lo que dijiste el día que te dije que podías casarte con ella si te gustaba.
—Sabes que no me gusta.
—Entonces ¿Por qué estás con ella?
—Vinimos a hacer unas filmaciones a la ciudad, me quedé a celebrar el cumpleaños de la chica que en verdad me gusta. Iba a regresar hoy a la ciudad, pero me encontré con Nash a la salida del hotel y me invitó a almorzar. Y como soy muy caballeroso se me hizo feo rechazarla.
—Claro, muy caballeroso.
—¿Qué? Me saldrás que estás celoso, porque eso sí que no me lo creo. Más bien creo que, estás queriéndome cambiar de tema.
—Lo que haga con mi vida no te compete —quiso irse, pero Dylan lo tomó del brazo.
—Me compete, porque elegiste a una esposa, nadie te la impuso, tú decidiste casarte con ella. Y ahora te veo con una mujer que no es ella ¿Dónde está Tania?
—Ella está bien —dijo y se alejó.
Llegó a la mesa donde se encontraba platicando animadamente Nash y Jade, las dos se habían puesto a hablar de lo insignificante que le parecía Tania. Nash le hizo saber lo importante que era esa mujer para los Mancini. Advirtiendo a Jade de los problemas que podía tener si se metía con Thomas.