CAPÍTULO 6

1606 Words
Preparaba su maleta cuando el timbre del departamento sonó, la amiga con la que compartía el departamento se encontraba en la ducha. Tania salió a abrir la puerta, cuando esta se abrió, la hermosa y esplendorosa figura de Jade apareció. Esta no pidió permiso para ingresar, simplemente dio algunos pasos para entrar, no obstante, Tania le tomó el brazo deteniendo que se introdujera en su departamento. Sabía quién era esa mujer, podía imaginar a que había ido, todo lo que fuese a decirle lo escucharía de la puerta para a fuera. —No la he invitado a pasar. Jade se soltó del agarre—. Sabes quién soy ¿Cierto? Por eso me miras así, con odio. —No la conozco, señorita, por lo tanto, no la odio… —Pero me has visto, sabes que Thomas si me conoce, y me conoce de todas las formas. Con el pecho doliendo, miró a esa mujer y cuestionó. —¿A que vino? —Vine a agradecerte por haber firmado el divorcio —acarició su vientre—. Así Thomas y yo podremos casarnos y darle un hogar a nuestro hijo —una dolorosa punzada sacudió el corazón de Tania—. Te estoy diciendo esto porque sé que en verdad no eran esposos, solo ayudaste a Thomas y él te ayudaba a ti —Jade reía por dentro mientras veía los ojos lagrimosos de Tania—. Eso fue lo que me dijo Thomas ¿No era así? ¿Ustedes tenían algo más? Reuniendo valor, sobre todo, conteniendo las ganas de llorar, Tania negó. —El señor Mancini no le mintió. Solo somos amigos, dos amigos que se apoyaron mutuamente. Jade llevó su mano al pecho y soltó un suspiro. —No sabes el peso que me quitas de encima. Por un momento creía que me estaba mintiendo. Pero ahora que tú me lo confirmas, me quedo tranquila, porque no fui la causante de destruir un hogar. La incomodad era palpable, y Jade lo sabía, sabía que Tania se sentí incómoda, pero ella seguía ahí, incluso la invitó a ser parte de la vida de ellos. —No tengo problema en que sigas siendo la amiga de mi futuro esposo y padre de mi hijo. Quien quita y te terminemos eligiendo madrina de nuestro bebé que ya viene en camino. Tania bajó la mirada y negó. —Eso no podrá ser posible. —¿Por qué? ¿Acaso no te agrado como esposa de tu amigo? —No es eso… me mudaré del país. Esa era una excelente noticia para Jade, que esa mugrienta se fuera, le dejaba completamente el camino despejado. —¡Oh! ¿En serio? ¿Y Thomas lo sabe? —Tania asintió. La amiga de Tania apareció, al ver lo incomoda que estaba su amiga, sobre todo, tras escuchar quien era esa mujer, apresuró a Tania que se arreglaran porque iban a salir, así se liberó de Jade. Esta entró al ascensor con una sonrisa, estaba complacida con su actuación. Sabía que, si existía alguna duda en esa campesina por alejarse de Thomas, con lo que le había dicho, no querría regresar. … Tania se había sentado al lado de la ventana, cuando la turbulencia pasó centró la mirada en el hermoso paisaje. Iba sumida en los pensamientos, sobre el lugar donde se dirigía. Y es que iba a un país extraño, un sitio que no conocía más que solo el nombre, y el de la persona que le había ofrecido el trabajo. A pesar de que se escuchaba tantas cosas crueles de personas extranjeras que ofrecían trabajos a las jovencitas para luego secuestrarla y prostituirlas, Tania no sentía miedo ya que, el hombre que le ofreció el trabajo se veía confiable. Conoció a Charles Turner en un restaurante en el cual trabajaba, aquel día, la supervisora la trató muy mal por haber llegado minutos tarde. Charles Turner notó el trato que la supervisora le dio, entonces decidió extenderle una tarjeta al momento que Tania se acercó. Ella le miró incrédula, y él solo le sonrío, pidiendo caballerosamente que lo llamara, porque tenía un mejor trabajo para ella, donde nadie la trataría de esa forma. Aunque la mujer al lado de Charles la miraba con desdén, ella decidió aceptar la tarjeta, y llamarlo cuando su jefa la echó. Ahora estaba ahí, rumbo a Florida, esperando cumplir sus sueños, y sacarse ese amor del corazón. A pesar de que le faltaban algunos meses para terminar el semestre, decidió marcharse, porque estar lejos de él, era lo que más quería. No podía esperar que Dylan su cuñado llegara a cuestionarla sobre lo que la llevó a divorciarse de Thomas, o que este la buscara para continuar su amistad. Eso era algo que no podía hacer, le era imposible continuar con esa amistad teniendo sentimientos por él. Tania llegó a Florida, arrastraba su maleta mientras buscaba con la mirada a Charles, cuando vio a la mujer que siempre lo acompañaba a almorzar se acercó a ella. —Charles no pudo venir, yo te llevaré. Tania agradeció y la siguió a Vanesa, la mano derecha de Charles. Subieron al auto y no hablaron hasta llegar a el hotel. Tania sabía que Vanesa era una mujer de pocas palabras, incluso creía que le desagradaba su presencia, pues se notaba en su forma de tratarla. No sabía que era lo que había hecho para que la tratara de esa forma, pero la mujer parecía odiarla. Llegaron a un edificio, donde ingresaron y subieron hasta la mitad de este. Vanesa pasó la tarjeta, la misma que estando dentro, le entregó. —Este será tu departamento, en unos días otra chica se unirá, será tu roomie. Con esta tarjeta puedes salir e ingresar. El edificio está lleno de jóvenes que han venido con el mismo propósito, si deseas puedes hacer amistades. —¿Y el señor Turner? —Charles está muy ocupado, cuando se desocupe podrás hablar con él. Cualquier cosa, escribe por el grupo en que se te agregó. Luego de eso Vanesa se marchó, dejando a Tania con un sin número de preguntas. Dejando de lado las preguntas se dedicó a recorrer el lugar, llegó hasta el balcón, perdió la mirada en la impresionante vista. No podía creer que estuviera ahí, en ese país tan ansiado, sobre todo, con un trabajo que amaba. Definitivamente el que creía fue el peor día de su vida, fue el mejor, porque conoció a Charles Turner, quien la ayudaría a cumplir su sueño. Dejando salir un suspiro, bajó la mirada a su mano que se encontraba posadas sobre el barandal del balcón, al encontrar su anillo de matrimonio, la tristeza se hizo presente. Lentamente lo fue retirando porque aquel anillo significaba la unión de ella y Thomas, no obstante, ahora mismo ya no eran nada. Al retirarlo de su mano quiso lanzarlo desde ahí, sin embargo, se arrepintió. Apretándolo fuertemente en su mano lo llevó a su pecho, jurando guardarlo para el día que ya no sintiera nada por él, entregárselo. … Semanas después una joven un año menor a Tania se instaló en el mismo departamento que ella, ambas compartirían la vivienda. Sammy Rossetti se presentó con un abrazo, el cual tomó por sorpresa a Tania, pues no esperaba que esa joven le diera un abrazo de llegada sin conocerla. Se notaba que era una niña muy alegre, aunque al pasar los días, Tania notó que solo era una coraza, pues la joven lloraba mientras creía que ella no estaba, y eso se debía a que tuvo que elegir entre el amor de su vida, y su sueño. Ambas habían tenido que abandonar al amor de sus vidas, con la diferencia de que Sammy Rossetti si tenía el amor de Austin, pero Tania no tenía el amor de Thomas. Y daba la casualidad, que estos dos eran primos. Ellas estaban enamoradas de dos Lanús, los cuales decidieron sacarlas de sus vidas, a Tania porque no la amaba, y a Sammy porque la quería a su lado, cumpliendo los sueños cerca de él, pero como decidió marcharse, rompió con ella. Pero Austin Lanús si buscó a Sammy, porque él la amaba y no soportaba romper con ella. Quería que supiera que la amaba y que estaba dispuesto a esperarla. Eso era algo que Thomas no haría, porque él no la amaba, él tenía a otra persona la cual lo ayudaría a sanar. Tania sabía que él nunca la buscaría, pero se equivocó, porque Thomas Mancini Lanús apareció frente a su departamento, esperaba en su coche verla salir o ingresar, sin embargo, cuando lo hizo, un hombre la sostuvo del brazo y la apegó a él, para seguido devorarle la boca. Thomas apartó la mirada, no quiso ver como la mujer que quería había seguido con su vida. Tuvieron que pasar semanas, meses para darse cuenta de que no era Jade quien lo estaba curando de ese dolor, si no Tania. Era su esposa la que le ayudó a sanar, a olvidarse de ese amor prohibido. Tuvo que no tenerla a su lado, que la usencia de ella se notara para darse cuenta de que la quería, que la amaba, que ese sentimiento que sentía por agradecimiento, en realidad era amor. Sin volver a mirarla, Thomas encendió el coche y se marchó. Después de tantos meses se había llenado de valor para buscarla, para confesarle sus sentimientos, pedirle perdón y que regresara con él, no obstante, ella ya había encontrado ese alguien, y él no iba a arruinar esa relación, aun cuando ella seguía siendo su esposa, pues nunca entregó los papeles del divorcio.
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