CAPÍTULO 8

1131 Words
Minutos atrás, cuando Tania estaba sola sentada en uno de los sillones, desde lo alto y lo más oscuro de la parte VIP, unos ojos verdes la observaban. Para la familia de Thomas, él seguía junto a Tania y cada fin de mes iba a visitarla para pasar el tiempo con ella. Los padres de Thomas no entendían como era que Tania se había olvidado de ellos, no respondía a sus llamadas, simplemente les enviaba mensajes diciéndoles que estaba bien y muy ocupada cumpliendo su sueño y estudiando. Esos mensajes los enviaba Thomas, porque cuando Tania partió de su país, perdió la línea y él la recuperó, así que guardaba en su celular dos chic usando el número de su esposa. Al verla alejarse, Thomas salió de la oscuridad y la siguió, se detuvo cuando escuchó a Fabricio decir. —Ve por el coche, parquéate al final del callejón, yo la llevaré al coche. Thomas había notado como ese hombre acosaba a Tania, en muchas ocasiones quiso salir de las sombras y golpearlo, pero si lo hacía Tania notaría que la estaba siguiendo y no quería eso. Decidió seguir al hombre que iría por el coche. Llegando al lugar lo golpeó y lo dejó amaneado, seguido subió al coche y fue por Tania, se estacionó donde Fabricio ordenó a su empleado. Una vez que este lanzó a Tania dentro del coche, Thomas esperó que este subiera. —Vamos. Llévanos a mi villa. Thomas arrancó, pero no tomó el camino a casa de la villa de Fabricio Turner—. ¿Qué diablos haces? ¿Por qué no me llevas a mi villa? —Thomas se detuvo en medio de la nada, se bajó abrió la puerta del lado de Fabricio y le golpeó hasta dejarlo sangrando en el suelo. No conforme con eso lo pateó, se inclinó y agarrándole de la moña se acercó a susurrarle. —¡No te metas con mi esposa! —¿Tu-tu esposa? —otro puñete se estrelló en la nariz de Fabricio, inmediatamente la sangre chorreó de está rodando por la boca, barba y cuello hasta manchar la camisa. Thomas se enderezó y abrió la puerta, encontró a una Tania débil que intentaba abrir la puerta del coche, pero sus manos no tenían fuerza. Al ver esa figura lo manoteó intentando defenderse. Aun no notaba quien era, por lo oscuro que estaba no lograba verle el rostro, pensaba que era Fabricio por lo que se reusaba a que la tomara en sus brazos. —Tranquila, no te haré daño, soy yo. En lo aturdida que estaba, escuchar esa voz fue melodía para sus oídos y calma para su alma desesperada —Thomas—. Musitó aferrada a él. El contacto de sus cuerpos provocó que Tania lo deseara con el alma. Pero Thomas no iba a aprovecharse de ella, no en ese estado. Decidió llevarla al hotel donde se estaba hospedando, al llegar a la habitación la recostó en la cama y ella suplicó que la hiciera su mujer. Ella sudaba, se quejaba porque su cuerpo empezaba a necesitar del sexo. Thomas pasó la mano por su cabeza, sin saber que hacer llamó a su amigo que era médico. Al explicarle la situación en la que se encontraba Tania y el médico le explicara lo que debía hacer, se quedó en trance. —¿No hay otra salida? —No la hay —dijo reprochándose a sí mismo, ya que si la llevaba al hospital podrían colocarle un calmante hasta que el efecto pasara, pero Demetrio sabía que Thomas había ido a intentar recuperar su matrimonio y esta era la oportunidad para que volvieran a empezar—. La única forma es que tengas relaciones con ella. Thomas tragó gruesa saliva, colgó la llamada y observó a Tania. Al verla lamentándose en la cama, se acercó a ella, la abrazó esperando que con el calor de su cuerpo el dolor cesara, pero lo que provocó fue que la temperatura fuera en aumento, y Tania dejara de ser recatada, para seguido dar riendas sueltas al placer. —Tania —musitó alejándola—. No estás en tus cinco sentidos… no creo quieras hacer esto. —Quiero hacerlo, deseo hacerlo… Ella le atrapó el cuello con sus manos, le cubrió los labios y lo fue jalando hacia ella. Thomas no quería aprovecharse, porque Tania estaba en ese estado, sobre todo, ella lo quería como un amigo. Unieron los labios para prolongar un beso ardiente y cargado de pasión. Las manos de Thomas recorrieron las delineadas curvas de su esposa, llegando a lugares que nunca pensó llegar. Ella gimió, deseando que la devorara en la cama, anhelando alocadamente que la hiciera su mujer con todas las de la ley. Minutos después, los cuerpos desnudos se unían uno con el otro. Debajo de él, Tania temblaba al mismo tiempo que deseaba ser embestida. Era su primera vez, estaba a punto de tener su primera vez con Thomas Mancini, el hombre que amaba, su exesposo, su salvador. Al momento que Thomas quiso ingresar, no pudo, la estrechez le impidió hundirse por completo. Eso le dio a entender que ella nunca había estado con nadie. Intentó alejarse, pero ella volvió a besarlo locamente, haciéndole perder el control, encendiendo más sus deseos de poseerla y convertirla por completo en su esposa. En el segundo empujón rompió las telas virginales. Su pene firme y caliente abrió estrechas paredes para hacerse de ellas. Los cuerpos ya entrelazados danzaban rítmicamente, olvidando cualquier dolor y arrepentimiento que minutos atrás agobiaban sus mentes. … Por la mañana, Tania despertó con el sonido de un teléfono, al abrir los ojos se encontró en una habitación que no era suya. Rápidamente se sentó, miró debajo de las cobijas y se encontró desnuda. Con las pupilas iluminados apretó los ojos y trató de recordar lo de anoche. Todo lo vio como un sueño, no pensó que en realidad pasara, menos que el hombre que lavaba su cuerpo en la ducha fuera Thomas. El celular seguía vibrando, pensando que era de ella lo agarró, pero cuando iba a contestar, la llamada se cerró inmediatamente el fondo de pantalla le mostró una fotografía de Thomas y un bebé. Tania recordó aquel día cuando Jade le hizo una visita. Ella habló de un embarazo, y el resultado de aquello, era lo que estaba viendo en ese momento. Su pecho dolió y saltó cuando vio salir a Thomas de la ducha. Sus miradas se conectaron, en ambas había consternación, pero en la de Tania había más que eso. Ahí se reflejaba una tristeza enorme. Se había acostado con un hombre que ya no era su esposo, quien había formado un hogar con otra mujer, y ahora mismo ella se había convertido en la amante.
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