"Soy demasiado joven y bonita", se dijo sin falsa modestia. Estaba segura de que el Conde era demasiado orgulloso y estaba demasiado consciente de su propia importancia como para interesarse sentimentalmente por alguien a su servicio. Ella era sólo una Institutriz, es decir, una sirvienta distinguida y nada más. Por supuesto, tampoco a ella le interesaba el Conde, pero no dejaba de reconocer que era un hombre atractivo y muy diferente a todos los que había conocido hasta entonces. Veía en él ciertas semejanzas con su padre, pero esto tal vez se debiera a que ambos eran ingleses. "Me gustaría saber si es inteligente", pensó. Había muchos libros en la Biblioteca, mas eso no demostraba nada. No había tenido oportunidad de conversar detenidamente con él. Resultaba difícil, por lo tanto, s