—Buenos días.—la doctora entró a la habitación, ella estaba muy alegre, pero yo lo estaba más. Después de todos estos días ya podría tener a Demian en mis brazos, darle de comer, que sintiera mi calor. Ya podría estar con ambos. Kellen también quería conocer a Demian. Decía que cabían los dos en su pecho, para poder cargarlos a la vez, pues aún no retiraban el yeso de su brazo, pero sí aquello de su cuello, hace dos días. —Buenos días, doctora. —Hace un excelente día hoy.—miró hacia la ventana, aquella diminuta apertura daba a un jardín, y aunque no habían muchas flores, era agradable a la vista—¿Dónde está el señor Marshall? El señor Marshall… Había pasado casi una semana desde que supe que no eran sus hijos, que esa era una cosa más en la que Ares me había engañado, todo por su m