Dado que era el único heredero de sus padres, Ares se había relajado, lo que no supo, hasta la hora de leer el testamento, era que sus padres no le daban acceso a esa herencia hasta que éste no esté casado y con un hijo, cosa que dejó atónito a Ares y lo que era peor, la herencia podría pasar a sus insufribles primos, Mike y Robin.
Aunque Ares tenía una pequeña empresa fuera de la de sus padres, le hacía ilusión tomar el negocio familiar, en vez de cederlo a sus primos.
Lo malo de la exigencia impuesta en el testamento, era que…Ares tenía poco aprecio por las mujeres y a sus veintinueve años, seguía siendo virgen. No era gay, pero tampoco se sentía atraído por las mujeres, ninguna había logrado despertar un especial interés en él.
Decidido, comienza a buscar con quien casarse y de paso, tener un hijo por inseminación artificial.
La pregunta era ¿con quién se iba a casar?
¿Con quién iba a tener ese hijo y así poder heredar?
¡Su secretaria!
—Danais, tengo que decirte algo.
—Ya lo sé, señor Marshall. Usted es gay.—al escuchar aquello, Ares se puso de pie, muy sorprendido. Nunca se creyó gay, solo…que no encontraba algo de su gusto, ninguna atracción, nada que llamara su atención. Pero si Danais pensaba que él era gay, quizás fuera más fácil de convencerla.—Lo sé hace un par de meses.
—Oh. ¿Y qué te llevó a esa conclusión?
—Pues, es el único hombre que no se inmuta cuando Mariela pasa frente a usted.
—Vaya, quedé expuesto.—dijo conteniendo la risa.—Necesito una esposa y de paso un hijo, ¿podrías casarte con este gay y tener un hijo gracias a la inseminación artificial?
Danais comenzó a reír, pero Ares no.
—¡Habla en serio!—exclamó ella, asombrada y avergonzada por creer que era una broma.—No es algo que pueda pedirle a cualquiera. Está hablando de casarse y buscar con quien tener un hijo.
—Justo por eso, eres la indicada. Hermosa, bondadosa, comprensible y…capaz de hacer un favor de esa magnitud.