—¿Acaso piensas que nos vas a engañar?—sentados, como dueños por su casa, estaban Mike y Robin, luego de una visita repentina.—No vas a cumplir con los requisitos.—Continuó Robin. Movió la cabeza de forma condescendiente.—Perderás la herencia y a decir verdad, te ves bien con tu vida y tu pequeña empresa, no lo tomes a mal cuando la recibamos. —Podríamos darte algo, después de todo eran tus padres.—Mike rodó los ojos, pensando en las migajas que podrían darme. Contaban con que yo no cumpliera con las condiciones en el plazo estipulado y daban por hecho que la herencia sería de ellos. —¿Tienes novia?—Preguntó Mike a regañadientes. —Se llama Danais, Danais Roberts y dado que queremos la herencia, adelantaremos algunos planes que estaban un poco rezagados. Robin se puso de pie, acercánd