—¡¿Que no está?!—grité de la sorpresa, esto era una muy, muy mala noticia. Anoche no fue media hora, no fue una hora, fueron varias en las que Danais estaba en mi cabeza, pero Ámbar estaba debajo de mi cuerpo. Nos olvidamos de llamar a Mariela y ahora estábamos metidos en un aprieto. Sabía que ese Kellen Fisher y su regreso no sería bueno, pero no sabía qué tanto podía él influenciar en la vida de Danais. Ámbar se puso la camiseta y se sentó a mi lado. La llamada estaba en altavoz. —Anoche no amaneció aquí.—prosiguió Mariela.—Y esta mañana vino muy temprano con él, hizo un bolso con sus cosas y se marchó para quedarse unos días con él, dijo que me llamaría más tarde. Intenté convencerla pero ella vino muy segura de lo que quería y luego ese hombre interfirió. Danais no está, Ares. N