When you visit our website, if you give your consent, we will use cookies to allow us to collect data for aggregated statistics to improve our service and remember your choice for future visits. Cookie Policy & Privacy Policy
Dear Reader, we use the permissions associated with cookies to keep our website running smoothly and to provide you with personalized content that better meets your needs and ensure the best reading experience. At any time, you can change your permissions for the cookie settings below.
If you would like to learn more about our Cookie, you can click on Privacy Policy.
Mucho rato después, Victoria se calmó y alzó su rostro, él también tenía huellas de lágrimas en sus mejillas. ―¿Vamos? ―preguntó él con dulzura. Ella asintió con la cabeza al tiempo que alzaba su mano para tocar los surcos que había dejado su llanto. ―Siento mucho la muerte de tu padre ―expresó con sinceridad. ―También lo era tuyo. ―Sí, pero solo de nombre. ―¿Nunca quisiste saber de él? ―Toda mi vida. ―¿Tu mamá nunca te dijo nada? ―Mi mamá siempre me dijo que él nos había abandonado y no tenía idea de dónde se había ido. ―¿Quieres ir a verlo? ―¿Ahora? Él sonrió. ―Mañana, no creo que quieras ir al cementerio de noche, con lo asustadiza que eres... ―¿Yo? En realidad, no le tengo miedo a los cementerios ni de día ni de noche, pero ahora debe estar cerrado. ―No, es