Poco antes de las nueve de la mañana, apareció Marcos. ―¿Y tú? ―preguntó ella. ―Me mandó el patrón, está resolviendo un problema ahora y no podrá venir sino hasta las diez, dice que lo esperes lista para ir al pueblo y que no te olvides del mensaje que debes enviar. ―Gracias, Marcos, pero dudo que pueda enviar el mensaje. ―Dijo que si decías eso, que te dijera: “María Victoria, así, todo junto”. ―¿Qué? ―Eso. “María Victoria, así, todo junto”. ―Tu patrón es muy extraño ―comentó ella con una sonrisa. ―No me digas ―replicó socarrón―. Bueno, me voy, porque solo fui enviado a ver cómo estabas y a avisarte del atraso del patrón. ―Gracias, Marcos. ―No hay de qué. Nos vemos, niña. ―Sí. ―Mañana es el cumpleaños de don Eleazar, el dueño de un fundo cercano y va a hacer una gra