Sirena.

896 Words
— ¡Julieta! ¡Te buscan! —escuché la voz de mi hermana que provenía de la sala de la casa. Me levanté de mi mesa, dónde hacía todas mis tareas y salí de mi habitación con el ceño fruncido, no tenía la menor idea de quién podría buscarme un sábado a las tres de la tarde, de hecho no tenía vida social.ᅠ Asomé mi cabeza por la puerta y lo vi de pie en la entrada de mi casa, su cabello n***o estaba desalineado por la fuerte brisa, sus ojos se encontraron con los míos y una sonrisa apareció en su rostro pálido. — Hola. —le saludé tímida, era el primer chico que venía a mi casa a visitarme y tenía miedo que mi madre lo corriera a patadas. — Hola, Julieta. —saludó antes de regalarme un abrazo efusivo, que me dejó helada y confundida. ¿Qué hacía aquí? ᅠ — ¿Vienes por mi hermano? No entiendo por qué mi hermana me llamó a mí, voy por Joel, ya está mucho mejor. —iba a dar media vuelta para ir por mi hermano, que estaba encerrado en su habitación, poniéndose al día con los apuntes de clase, pero Francisco me detuvo. — No, en realidad, venía a verte a tí. —lo miré confundida y él, en cambio, no dejaba de sonreír. — ¿A mí? —asintió con su cabeza. —¿Por qué a mí? —su mirada vacilante bajo a sus manos que estaban inquietas, se le veía muy nervioso al pobre. — Es que, me preguntaba, si querías ir conmigo a no sé, comer un helado, ir al parque o simplemente ir a dónde nos lleve el viento. —los nervios burbujeaban en mi sistema, de solo imaginarme saliendo con el amigo de mi hermano, para empezar, mi madre aún no me daba permiso de salir con chicos. ᅠ — Pues, lo veo difícil, tendría que pedirle permiso a mi mamá. ᅠ — Hazlo, te espero aquí. —no dejaba de impresionarme su interés por salir conmigo. Asentí con mi cabeza y giré sobre mis talones para ir en busca de mi madre, estaba un noventa y nueve por ciento segura, de que su respuesta era un rotundo no, pero aquí estaba yo, en camino a su habitación, lista para un regaño que hubiese podido evitar si solo le decía que no, a Francisco, pero por alguna extraña razón, si quería salir con él. — Mamá. —abrí la puerta de su habitación y la encontré sentada en su cama, leyendo el diario, específicamente, en clasificados. —Te quería preguntar, que si puedo salir con Francisco, ¿lo recuerdas? El amigo de Joel, el pelinegro, alto. —su mirada ceñida voló enseguida hasta mi rostro, y enarcó una de sus cejas. — ¿Francisco? —asentí con mi cabeza y se detuvo para meditarlo más de lo que debería. Lo estaba pensando, eso es bueno, ¿No? —¿Qué van a hacer? — Dice que, tal vez ir por un helado, ir al parque o caminar por ahí. —me encogí de hombros restandole importancia, mientras daba por hecho que iba a decir que no. — Está bien, pero lleva a Jimena. —lo miré, esperando el momento que me dijera que era una broma, pero su vista volvió al periódico en sus manos. —Y te quiero aquí en una hora. Salí de su habitación sin decir una palabra más, no quería que cambiara de opinión, fui por Jimena y con solo mencionar la palabra helado, apagó el televisor y caminó hasta la puerta, dónde Francisco, me esperaba. — Buenas noticias, sí me dieron permiso, pero solo una hora y con la condición de llevar a mi hermana, no hay problema con eso, ¿cierto? —sonrió satisfecho y me señaló el auto que esperaba por él y también por nosotras. ᅠ Nos llevó a un puesto de helado que quedaba cerca de casa y nos sentamos en la mesa, y luego de un largo silencio, me confesó que desde la primera vez que visitó mi casa, en busca de mi hermano y me vio a lo lejos, se interesó en mí, no sabía cómo sentirme al respecto, pero de cierta manera, yo comenzaba a interesarme en él y mi hermana sé percató de ello, por la mirada de complicidad que me dedicó. Cuando faltaban diez minutos, para cumplirse la hora de volver a casa, no dudo en sacar una caja del bolsillo de su pantalón, al abrirla, pude ver una hermosa cadena de plata con un dije con la forma de una cola de sirena. — ¿Por qué una cola de sirena? —pregunté curiosa, mientras sacaba la cadena para ayudarme a ponerlo en mi cuello. — Por la sirena Ariel, te pareces a ella por el color de tu cabello. —no pude evitar sonrojarme por su comparación y pasé las manos por mi cabello rojizo. — Gracias. —dije avergonzada con el chófer y con mi hermana, que miraban curiosos la escena. ᅠ — Me gustaría que lo conservaras, si tienes problemas con tu mamá por ello, puedo convencerla de que mis intenciones son buenas contigo, no quiero hacerte daño, al contrario, quiero que seas mi novia, pero primero me ganaré la confianza de tu madre, porque me llamo Francisco Campbell.
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