Capítulo V

1772 Words
Caprichos... Inhale y exhale varias veces para no dejar qué las malas vibras se apoderaran de mí. Le marqué a Laura y le pedí que me hiciera pasar al siguiente. Una muchacha hermosa, con un cuerpo perfectamente delgado, cabello n***o y lacio hasta la cintura, piel blanca y ojos color ámbar. Una muñequita de porcelana. La saludé y empecé con las formalidades a preguntarle su nombre completo, su edad y las causas de sus tormentos. —Soy Renata González, en octubre cumpliré mis treinta años. No sé por dónde empezar. Porque mi historia es muy compleja. —De inmediato se asomaron las lágrimas y no pudo ocultar su dolor. Decidí romper formalidades, corrí mi puesto para ponerlo al lado del de ella y le tomé una de sus manos. Con ese gesto le daría a entender que estaba ahí para ella. Me agradeció y continuo hablando: —Soy maestra, pero pagué mi novatada a un precio muy elevado. Concurse varios años y cuando por fin gané el concurso y quedé seleccionada me sentí realizada. Bueno ahora solo haría falta tener una pareja estable. Nunca me había enamorado, salí una que otra vez con un vecino pero nada serio, estábamos claros qué solo era momentáneo y placentero. Él se fue del país y pues mi lista de pretendientes estaba en blanco. El primer día de trabajo estaba muy ilusionada porque lo había soñado, era mi sueño materializado. Nos reunieron en un estudio para darnos la bienvenida y presentarnos con los más antiguos. Cuando lo hice me sentía muy intimidada, era un grupo grande y habían muchos hombres. Pero hubo uno en particular qué me parecía atractivo y no dejaba de observarlo. —Se puso a reír, recordando alguna picardía pero estaba oliendo una obsesión en puerta, claro, no podía anticiparme. Siguió su discurso: —Creo qué a la semana ya estábamos compartiendo mensajes de w******p. Teníamos quince días de habernos conocido y me pidió ser su novia. Para mí fue normal, no lo pensé y acepté. ¡Mi desgracia disfrazada de felicidad empezaba a posarse en mi vida! —De nuevo las lágrimas asomándose, le entregué un pañito húmedo y sonó su nariz. — Lo llevé a mi casa, lo presente ante mis padres como mi novio, me buscaba en su auto, mamá estaba contenta porque parecía ser un buen hombre. ¡Qué equivocadas estábamos! A los días de conocer mi familia me llevó a conocer la de él, bueno solo a su padre porque la demás familia vive en el exterior. Y de una vez aprovecho para tener intimidad conmigo. Fuí estúpida porque él no quiso que me cuidara con algún método anticonceptivo porque el deseaba ser papá. —No aguantó más y se desplomó a llorar y agarraba a besos un relicario que colgaba de su cuello. Me posicioné detrás de ella y empecé a sobar su espalda para que logrará calmarse más pronto: —Tuvimos sexo tantas veces pero no conseguía quedar embarazada. Me acusaba de estar usando algún método para engañarlo y hacerle pensar que también quería un hijo. Empezamos a tener problemas porque se volvió posesivo y sus celos lo cegaron, me inculpaba de serle infiel con un estudiante. Eso me dolía mucho, pero él me dió señales de su desequilibrio emocional y yo no quería verlo. —¿Quién pensaría qué las bonitas también sufrían por amor? ¡Qué desatino coincidir con personas inseguras en una relación! Siguió hablando porque manifestaba tener muchas cosas por expresar y yo le escucharía: —Insistí en demostrarle que no lo engañaba con nadie y que estaba dispuesta a darle un hijo. ¡Qué desubicada estaba, Doctora! ¿Puede creer que aún teniendo sexo dos y tres veces por día con él me acusaba de salir con otro en las noches? Y aquí vuelve y juega ésta estúpida. Fuí al médico, me revisaron, todo estaba normal y al mes siguiente ¡Sorpresa! Se dió, quedé embarazada. — Se levantó y estiró sus brazos pero siguió hablando. —Ahora viene lo increíble; empezó a decir qué ese bebé que iba a nacer no era de él. Con todo lo que conlleva el embarazo empecé a deprimirme muchísimo. Se empezó a alejar y a los tres meses llegó a decirme que no quería seguir conmigo porque yo no tenía el cuerpo que a él le atraían. Además que ahora yo estaba gorda. Para él la mujer perfecta debe tener una pequeña cintura y unas caderas enormes. —Vi como observó su cuerpo con despreció y dijo: —Si tan solo hubiese sido más acuerpada la historia hubiese sido diferente… Pero bueno, prosigo con mi historia. Mi panza empezó a crecer y con ella mi depresión. Ya no me acompañaba a los ecos de la bebé, supe qué era una niña y le comenté, con desprecio decía que esa niña no llevaba su sangre. Mi embarazo transcurrió con normalidad. Todo salía aparentemente bien en los ecos. No quiso ayudarme para la cesárea porque no podía parir normal. —Aquí ya estaba hablando con rabia —Para mí no tuvo dinero, pero después me enteré que le giraba dinero a una ex estudiante con la que al parecer había tenido una relación. Con lo poco que yo ganaba no me alcanzaba para comprar ropa o cositas para la niña, así que mis papás me compraron la cunita para la niña y nos prestaron la primera ropita que usaría. Para resumir, mi hija nació enferma, estuvo quince días hospitalizada y se me murió. ¡Se me murió! —Eso hizo que mi piel se erizara, ella necesitaba mucho más que una de mis actividades. Ella necesitaba psicólogo urgente. Y entonces indagué: —¿Has recibido ayuda psicológica para enfrentar está perdida? —Asintió con la cabeza y dijo: —Yo le pedí a Dios que se llevará a mi hija, ya no aguantaba verla conectada a tantas agujas, con sus brazos morados y sus venas reventadas. Y sin alguna esperanza de recuperación. No se puede superar la muerte de un hijo pero lo he aceptado. Mi problema está con el papá de mi hija. —¡Dónde me diga que sigue enamorada de ese hombre la agarró a trancazos! … ¡No, mejor no! Va y queda peor. Pero ya lo presentía cuando lo dijo: —Sé que se ha portado muy mal conmigo. Pero yo lo amo. Y me tiene bloqueada de las r************* , no me contesta el teléfono, no he podido verlo para expresarle lo que siento. Quisiera saber ¿Por qué se alejó de mí así? Yo amo con locura a ese hombre Doctora. ¡Ayúdeme a recuperarlo! —En mi mente la insulte unas treinta mil veces antes de hablar. Pero entonces le dije: —Muy bien, comprendo la situación. Es algo muy complicado y sobre todo que necesita mucha valentía. No te voy a compadecer porque No estoy aquí para eso, estoy aquí para hacerte entender que lo único importante aquí es usted. Y entonces quiero que me menciones cinco cualidades que tenga esa persona, qué no sean físicas ni de esencia humana. Solo cinco y te ayudo. —Le pondría a prueba su fulano enamoramiento, ahí había de todo menos amor. Se quedó pensativa y dijo: —¡Me trataba muy especial, era muy atento conmigo! —Me levanté y le indique: —¡NO! Todo el mundo debe tratarte bien, no debes aceptar malos tratos de nadie. Siguiente: —Es un hombre muy apuesto y trabajador. —Estaba funcionando, no iba a poder encontrar una sola cualidad, le advertí: —¡NO! El trabajo es obligatorio para prosperar, no valen. —Se quedó pensando y entonces le pregunté: —¿Si te vuelves a encontrar con él, con su forma de actuar va a hacer que usted saqué su mejor versión? —Se quedo pensando y dijo: —No, para él siempre he sido inferior y con la forma como me crítica mi cuerpo me hace sentir despreciada. —Se estaba dando su respuesta, entonces le hice otra pregunta: —Si no fuiste feliz con él cuando empezaron a salir ¿Crees que después de todos los problemas que han tenido lo van a conseguir? —Bajo su cabeza y negó. —Bueno amiga quiero decirle que eliminé la palabra enamorada de su vocabulario y use el término encaprichada. No es amor, para que sea amor debes encontrar estabilidad, en tu relación nunca estuvo presente. Debe existir compatibilidad, ustedes tuvieron de compatible lo que tiene el agua y el aceite: nada y por último y muy importante compromiso, pero no el de soy tu novia y tú el mío ¡No! Un compromiso desde la honestidad donde sean capaces de decirse lo que sienten sin herirse. —La abracé porque no sé si había comprendido lo que le había explicado o porque no había conseguido lo que deseaba de tener de nuevo a su ex pareja. Y entonces le agregué: —Lamento en el alma la pérdida de tu hija. Te perdono que lastimaron tu dignidad, te perdono porque dejaste de creer en ti, te perdono porque sucumbiste ante el dolor. Pero no te perdono que sigas allí destapando tu herida para verla sangrar cada vez que te falta oficio. —Le recomendé algunos libros para que leyera y despejará un poco su mente. Y la incluí para la terapia grupal. Si tenía suerte conectaría con otro participante y creábamos una nueva ilusión. Salió de mi consultorio y ya era la hora de un café. Así que salí a buscarlo y para darme una vuelta para ver cuántos participantes me quedaban antes de ir a almorzar. La historia de esa muchacha no me dejaba de dar vueltas en la cabeza ¿Cómo puede un ser humano ser tan miserable con alguien que le abrió el corazón y le dió lo mejor de sí? En definitiva estaba recopilando una cantidad de anécdotas y me hacía sentir orgullosa del proyecto que se me había ocurrido. Pido el café, lo p**o y cuando me giró estoy segura que alguien me metió un pie y me hizo perder el equilibrio. Me levanté como pude, limpiando mi pecho con afán porque el café estaba hirviendo y solo pude ver de reojo que la sexologa, esa misma que me había iluminado el nombre de mi proyecto se alejaba de allí muerta de risa. Se llama Rhina… Sé que me mira con malos ojos pero en definitiva no le doy importancia. Observo mi ropa y estoy echa un asco, mi falda blanca terminó de color marrón. ¡Caray!
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