Capítulo VI

2053 Words
¡Quitando máscaras! Luego del inconveniente en la cafetería tenía que ir de inmediato a casa a cambiar de ropa. Lo bueno es que hablaron con los dos pacientes que quedaban y entendieron la situación accediendo a acudir otro día. Por el camino trataba de revivir la situación para comprender ¿Cómo había sucedido? Pero solo me quedaba la risa maliciosa de Rhina. Cuando llegaron mis amigas a la casa estuvimos conversando y ellas llegaron a la conclusión de que podían ser celos porque ella tenía muy pocos pacientes comparados con los participantes de mi programa. Y también habían escuchado que le habían pasado un memorando por qué las consultas no estaban resultando agradables. Pero la verdad yo no puedo ir odiando a la gente por qué se me ocurre. Así que pensando un poco llegué a la conclusión de prestarle un poco de atención es decir, intentar una amistad con ella. No me conviene tener enemigos en mi lugar de trabajo. Pero Greisy señala: —Marbelix, no creo qué acercarla sea la mejor opción. Pienso que sí te mantienes centrada en lo tuyo, sin dar explicaciones te irá mejor. —No, yo no pensaba lo mismo. Suelo ser muy amigable con las personas y sabía que con mi carisma iba a terminarle haciendo ver qué yo no era su competencia. Era una chica joven asumo que no tenía más de veinticinco años, por ende ejerciendo la profesión debería tener muy poco. Al siguiente día pase por la pastelería y elegí una torta muy apetecible. Pedí que me la envolvieran para llevar y contenta me dirigí a su consultorio. Ya había llegado y se estaba maquillando. Pedí permiso y entré, ella ni se preocupó en observarme, un poco ansiosa le dije: —Te traje un presente. Espero que la disfrutes tanto como yo lo hago. —Me barrió con la mirada y me dió una sonrisa forzada. Y entre dientes murmuró: —¡Déjalo ahí! Pero gracias por el gesto. —¡Qué bloque de hielo es ésta mujer! Me va a quedar cuesta arriba ganarme su confianza pero lo voy a hacer. Me fuí a la oficina para empezar a trabajar, fue un día pesado, atendí muchos casos pero me sentía contenta de poder estar haciendo algo diferente. Entre mis pacientes había una que manifestaba tener una obsesión por tener intimidad a toda hora todos los días, y su esposo ya no aguantaba más. Le había pedido el divorcio porque ya no soportaba esa situación. Entonces necesitaba apoyo de un especialista. Se la remitiría a Rhina por ende le iba a entregar el historial del paciente. Me atendió la chica que hace la limpieza porque la Doctora ya se había retirado. Y entonces vi en la caneca de la basura lo que parecía ser la torta que le había llevado. Me acerqué para cerciorarme y así era, había lanzado el pastel tal cual como se lo lleva a la basura. ¡Qué desagradable vieja! Me ofendí muchísimo y entonces me devolví a mi oficina con la historia del paciente. No se la remitiría, investigaría como iba a ayudar a esa mujer. Cuando les conté a mis amigas lo que me había pasado, se rieron de mí y me recordaron que ya me lo habían advertido. A veces me pasan muchas cosas por darle confianza a quien no la merece. Ya quedaba demostrado qué esa chica iba a ser una piedra en mi zapato, así que tenía que cuidarme la espalda. Después de trabajar tan fuerte en el proyecto estrella de la clínica no iba a dejar que me intimidara cualquier persona. Empecé a leer sobre las posibles conductas sexuales. A medida que buscaba me aparecían muchas cosas relacionadas con el tema. Incluso llegue a un chat donde exponían los problemas y un especialista les ayudaba a solventar la situación. Ingresé, dí datos falsos y empecé a contar mi historia: —Aburridonima / frustradonima… Soy Margeht tengo veinticinco años y mi esposo tiene cuarenta y dos. Llevamos seis maravillosos años de casados, pero hace algunos meses empecé a sentir deseo en exceso. Al principio mi marido estaba súper contento y era lo mejor que le podía pasar, pero luego de un mes aproximadamente empezó a quejarse de mi calentura. Según él, tengo problemas porque no puede pasar todo el día guindado a mí. Sin embargo cada vez que me acuerdo se me hace agua la boca y se me alborota la loca. —No podía contener mi risa. Aunque estaba buscando la forma de ayudar a la chica me parecía muy divertido exponer la situación. Las respuestas no tardaron, empezaron a dejarme mensajes en incluso mensajes en privado con números telefónicos. Recibía comentarios como: "Le dan carne al que no tiene dientes". "Yo me ofrezco de sanatorio". "Vente conmigo que si no te hago un hijo te hago un queso". "Qué pinche viejo malagradecido y sangrón". "Busca pasto tierno"… Bueno ¿Qué esperaba? ¿Recibir consejos serios ante tantos desocupados? ¡Pues no! Entonces fue el turno del Doctor y expuso: —“Querida Margeth. Mis compañeros buitres del chat te han cogido de recocha. Pero podemos estar hablando de un problema de salud, podría estar asociada a un trastorno. Te recomiendo hacerte ver de inmediato con un especialista que pueda mediante exámenes diagnosticar la causa del incremento repentino de tu libido. Entiendo la frustración de tu esposo, no pierdas el tiempo y busca la explicación médica, de lo contrario podrías perder a un buen hombre”. —Quedé sin palabras porque entre lo que habíamos hablado a mi no se me había cruzado que pudiese tratarse de un mal funcionamiento en su organismo. Sin embargo agradecí y le pedí una referencia de un especialista que pudiera tratar el problema. Anote la dirección y se la haría llegar a la participante para que iniciara lo antes posible su tratamiento. Pero quería una aventura, quería liberar un poco el estrés por todas las preocupaciones que había tenido en mi cabeza. Así que empecé a revisar los perfiles de los hombres que me enviaron su número al privado. Total, yo estaba libre y no tenía compromiso con nadie, más que conmigo misma para ser feliz. El primer perfil que revise era un chico joven… Era muy guapo por eso lo descarte de inmediato. Luego había otro pero éste tenía pinta extraña: gafas, cabello largo y enmarañado y un cigarrillo en los labios. Pero igual y no pretendo una relación con él, solo seria una aventura online y ya… Me observé en el espejo y tenía el rostro sudado y el ceño fruncido. No podía dar un mal aspecto. Le escribí al número que me había dejado y me fuí a bañar, abrí el chorro de agua fría y empecé a imaginar cosas perversas, una vez lista me coloque una bata de baño y revise entre mi ropa interior algo bonito. Bueno, debo ser sincera, soy ordinariamente desordenada con mis cosas. Y no tengo ropa sexy bonita porque nunca encuentro prendas de mi talla que sea hermosas. Lo más fantástico que tengo es un babydoll rojo. Pero se me salen los rollitos de los senos y me queda bastante corto. Los bordes apenas me alcanzan a tocar el ombligo, bueno así me lo pondré. Agarré un bikini de color n***o que tenía las ligas estiradas pero una vez que lo acomodaba en mi cuerpo no se notaba la diferencia. Maquillé mis labios de color rojo, desenrede mi cabello y ahora sí estaba lista. Revise el chat y el chico estaba dispuesto para tener una aventura s****l de inmediato. Toqué el botón de vídeo llamada y él no tardó en atender. Nos saludamos con formalidades hasta que él tocó el tema de mi consulta. A medida que hablábamos se empezó a celebrar nuestra conversación. Empezó a articular con exageración como si se estuviese tocando. Me puse de rodillas, con el teléfono en la cama e intenté hacer algunos movimientos sexys. Pero estaba tan cerca que solo se podía apreciar una parte de mi cuerpo. Así que tuve que ubicar el teléfono en un lugar que enfocará la cama. Él hizo lo mismo y lo pude ver, era delgado y muy alto. Continuamos con nuestras conversaciones depravadas y en mi interior crecía el deseo, saqué un vibrador que tenía, al que había usado algunas veces nada más y empecé a rodarlo por mis pechos. Él me pidió quitarme la ropa y yo lo hice. Me sentía muy bien porque el filtro que le había puesto a la cámara me hacía lucir diferente. El también se quitó su ropa y empezó a tocarse con suavidad, pero luego empezó a hacerlo con más fuerza y de pronto la imagen no se podía ver bien: había bañado de semen la cámara… Eso me excitó más, me encanta que me echen el semen en la cara o en el pecho. Aumenté la velocidad del aparatito y terminé gritando de placer. Me despedí de aquel muchacho tan precoz y me quedé dormida. Una buena terapia s****l desenreda cualquier inquietud que nos esté atormentando la mente. Me despertó el olor del café recién colado. Era Laura… Me sirvió una taza y me dijo: —Acompáñame a merendar, compré unas galletas frutifantásticas y de paso me cuenta con quién estabas haciendo cochinadas, te escuché gritar con excitación. —Le comenté de la página de chat y me dijo que ella no se atrevería a hacer eso porque la podían grabar y subir el vídeo a la red para extorsionarla o algo parecido. Y entonces le respondí: —Siempre he querido ser una actriz porno, si un vídeo de esos me lanza a la fama ¡Bienvenido sea! —Yo no le tenía miedo a nada. Siempre había disfrutado mi sexualidad abiertamente aunque no hubiera tenido una sola pareja estable en mi vida. Lo que sucede con ella es que aún sigue enamorada de Justin, es difícil descubrir de un momento a otro que lo que uno pensaba que no iba a sucederle era una realidad. Malvado sea ese hombre por no valorar a mi amiga, ojalá que se encuentre una mujer que me pague con la misma moneda. Después de todo se merece lo peor. Mientras me llevaba una galleta a la boca ella se había llevado cuatro. Le había descuidado en el trance que estaba viviendo, observé su abdomen y estaba más grande que el mío. De ésta forma entró en conciencia de que nos estábamos matando por nuestra propia mano. Los excesos y la falta de ejercicio nos iba a pasar factura más temprano de lo normal. Intenté convencerla para inscribirnos en un gimnasio pero no conseguía nada, se negaba y decía que ella no necesitaba hacer ejercicio para sentirse bien. Y menos porque eso iba a ser un dinero gastado en vano. No me quedaba más que rendirme porque al final yo estaba en las mismas y lo quería hacer por que ella se distrajera y no porque yo también necesitaba cambiar. Recordé el desorden que había dejado en la habitación e intenté arreglarlo un poco. Siempre había sido el punto de partida de todas las peleas con mamá. Ahora la extrañaba, soñaba con sus pasteles de carne, las tortas, las croquetas de carne como nadie más las sabía preparar... Porque cuando estamos en una relación tóxica el recuerdo de los momentos felices siempre va a prevalecer sobre los recuerdos desagradables. ¿Y mi papá? Pero al pensar en él las lágrimas se me escurrían. Con tantos años que tiene encima y aún sigue trabajando. Ya debería estar tranquilo en casa disfrutando de su jubilación. Pero la verdad es que no se aguanta en la casa. Él tampoco puede vivir en paz con mamá. Pero aún así la ha soportado por más de cuarenta años, ese hombre es un santo… Mi madre odia a mi tía (hermana menor de papá) que vive a unos cuantos pasos de la nuestra porque ella se cogió toda la herencia de los abuelos y a mí papá no le reconoció nada. Pero algún día se hará justicia, gracias a Dios y al trabajo de papi nunca nos hizo falta nada. Muy tarde estoy comprendiendo el esfuerzo que él ha hecho para sacarnos adelante a pesar de más circunstancias.
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