Capítulo 9

907 Words
Que el faraón quisiera hablar con mi padre, me daba mala espina. El camino a casa fue muy silencioso, no sabía si mi hermano estaba enojado o preocupado. Yo por las dudas no abrí la boca en todo el camino, seguramente estaba enfadado porque no le dije que anteriormente había visto al faraón. Cuando llegamos a casa, ingresamos a la misma y él saludó a toda la familia. Luego de eso, se detuvo frente a mi padre y le dijo: – El faraón quiere verte, padre. – ¿A esta hora? – Dijo que te esperaba en la sala del trono. – De acuerdo – dijo confundido y salió de la casa rumbo al palacio. Mi madre, quien notaba un tanto extraña la atmósfera entre yo y mi hermano, se acercó a nosotros y nos preguntó: – ¿A pasado algo? Mi hermano me miró y le dijo: – El faraón descubrió a Nefertina hoy en la oficina. Madre abrió sus ojos como platos y respondió: – ¡Por los dioses! ¿De verdad? – Así es… pero eso no es todo… Fugazmente mi madre me miró, luego nuevamente centró la mirada hacia mi hermano y él continuó hablando. – Nefertina, nunca nos dijo que había visto al faraón – dijo un poco molesto. – ¿De verdad? – Así es madre, pero todo fue de casualidad, no porque yo lo hubiese querido – respondí. – Sea de casualidad o no te vio y tú no te dignaste a decirnos nada – me regañó mi hermano. – Porque si les decía, no me dejarían volver al palacio. – ¡Pues así hubiera sido mejor! – dijo realmente enojado – Ahora… ¿a qué precio seguirás con tu idea? Ahora que el faraón te descubrió, no descansará hasta tenerte, ¿por qué crees que llamó a nuestro padre? No creas que lo hizo para saber cómo está… Mi hermano echaba chispas por las orejas y bien yo reconocía que había cometido un error al no decirle, pero si lo hacía nunca hubiera cumplido mi meta. Bien dije que tomaría los riesgos necesarios para llegar a mi meta y al hacerlo, también conlleva hacer frente a las consecuencias que esto podría traer y así lo haré. Todos en casa permanecimos callados, nadie hablaba, menos yo que era la principal persona que estaba metida en este lío, al hacerlo seguramente se enojaría el doble y eso no era bueno para nadie. Narrador: El faraón, esperaba tranquilamente sentado en su trono y el padre de Nefertina hizo una reverencia al estar frente a él. – Me comunicó mi hijo que usted quería hablar conmigo, soberano. – Así es, puedes levantar tu cabeza. El hombre obedeció y Ramsi continuó hablando. – Hoy de casualidad conocí a tu hija en la oficina de mi escriba. – Así es, ella es la del medio, tengo una más pequeña. – Entiendo… – dijo pensativo. El hombre tragó saliva y preguntó: – ¿Mi hija hizo algo indebido? – No, para nada ella fue muy cortés conmigo, la has educado bien. – Gracias soberano… Nuevamente se volvió al silencio y quien lo rompió fue el faraón. – He notado que tu hija tiene unos ojos muy diferentes al resto de las personas, ¿por qué es? – Mi hija nació con esa particularidad, no es nada malo, solo que nació así. – Comprendo… seguramente con ese bello color de ojos ha atraído a muchos pretendientes indeseados ¿no? – Así es soberano, cuando eso sucede siempre la mantenemos resguardada para que nada le pase. – ¿Cómo que cuando sucede? – preguntó confundido el faraón. – Los ojos de mi hija no siempre son así, luego de un tiempo vuelven a ser negros, no me explico porque sucede, pero sé que no es nada malo, ya que de pequeña a tenido eso. – Interesante… – dijo rascándose la barbilla el faraón. Cuanto más sabía de ella, más interesante resultaba ser la joven y ahora era el tiempo de decirle para que lo había llamado. – De seguro te resultará un poco difícil protegerla cada vez que esto sucede y sobretodo, conseguirle un buen esposo. ¿No? – Me temo que si, pero un padre hace todo por el bienestar de su hija. – En eso tienes razón – dijo el faraón bajando de su trono y acercándose a él – Por eso, tengo una propuesta para ti. – ¿Para mí? – Así es… si aceptas esto no tendrás que preocuparte más por tu hija, te aseguro que tendrá un buen bienestar y no le faltará nada. – Dígame… – Te daré tres lingotes de oro y te subiré de rango en el ejército, si me entregas a tu hija como esposa. ¿Qué te parece? Yo que tú aprovecharía esto, pues es una buena oportunidad para subir de estatus y vivir bien. Esa propuesta realmente resultaba ser muy tentadora y recordando que el padre de Nefertina era ambicioso ya de por sí, la propuesta del faraón no era desagradable ante sus ojos y además… también se dejaría de preocupar por su hija, que ya bastante problemas le había traído a casa por su inusual color de ojos… Llegó a casa y todos esperaban ansiosos para saber porque el faraón lo había llamado, el padre miró a Nefertina y dijo: – Nefertina, prepárate… mañana te irás a vivir al palacio... - le dijo así en seco
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