Que el faraón quisiera hablar con mi padre, me daba mala espina.
El camino a casa fue muy silencioso, no sabía si mi hermano estaba enojado o preocupado.
Yo por las dudas no abrí la boca en todo el camino, seguramente estaba enfadado porque no le dije que anteriormente había visto al faraón.
Cuando llegamos a casa, ingresamos a la misma y él saludó a toda la familia.
Luego de eso, se detuvo frente a mi padre y le dijo:
– El faraón quiere verte, padre.
– ¿A esta hora?
– Dijo que te esperaba en la sala del trono.
– De acuerdo – dijo confundido y salió de la casa rumbo al palacio.
Mi madre, quien notaba un tanto extraña la atmósfera entre yo y mi hermano, se acercó a nosotros y nos preguntó:
– ¿A pasado algo?
Mi hermano me miró y le dijo:
– El faraón descubrió a Nefertina hoy en la oficina.
Madre abrió sus ojos como platos y respondió:
– ¡Por los dioses! ¿De verdad?
– Así es… pero eso no es todo…
Fugazmente mi madre me miró, luego nuevamente centró la mirada hacia mi hermano y él continuó hablando.
– Nefertina, nunca nos dijo que había visto al faraón – dijo un poco molesto.
– ¿De verdad?
– Así es madre, pero todo fue de casualidad, no porque yo lo hubiese querido – respondí.
– Sea de casualidad o no te vio y tú no te dignaste a decirnos nada – me regañó mi hermano.
– Porque si les decía, no me dejarían volver al palacio.
– ¡Pues así hubiera sido mejor! – dijo realmente enojado – Ahora… ¿a qué precio seguirás con tu idea? Ahora que el faraón te descubrió, no descansará hasta tenerte, ¿por qué crees que llamó a nuestro padre? No creas que lo hizo para saber cómo está…
Mi hermano echaba chispas por las orejas y bien yo reconocía que había cometido un error al no decirle, pero si lo hacía nunca hubiera cumplido mi meta.
Bien dije que tomaría los riesgos necesarios para llegar a mi meta y al hacerlo, también conlleva hacer frente a las consecuencias que esto podría traer y así lo haré.
Todos en casa permanecimos callados, nadie hablaba, menos yo que era la principal persona que estaba metida en este lío, al hacerlo seguramente se enojaría el doble y eso no era bueno para nadie.
Narrador:
El faraón, esperaba tranquilamente sentado en su trono y el padre de Nefertina hizo una reverencia al estar frente a él.
– Me comunicó mi hijo que usted quería hablar conmigo, soberano.
– Así es, puedes levantar tu cabeza.
El hombre obedeció y Ramsi continuó hablando.
– Hoy de casualidad conocí a tu hija en la oficina de mi escriba.
– Así es, ella es la del medio, tengo una más pequeña.
– Entiendo… – dijo pensativo.
El hombre tragó saliva y preguntó:
– ¿Mi hija hizo algo indebido?
– No, para nada ella fue muy cortés conmigo, la has educado bien.
– Gracias soberano…
Nuevamente se volvió al silencio y quien lo rompió fue el faraón.
– He notado que tu hija tiene unos ojos muy diferentes al resto de las personas, ¿por qué es?
– Mi hija nació con esa particularidad, no es nada malo, solo que nació así.
– Comprendo… seguramente con ese bello color de ojos ha atraído a muchos pretendientes indeseados ¿no?
– Así es soberano, cuando eso sucede siempre la mantenemos resguardada para que nada le pase.
– ¿Cómo que cuando sucede? – preguntó confundido el faraón.
– Los ojos de mi hija no siempre son así, luego de un tiempo vuelven a ser negros, no me explico porque sucede, pero sé que no es nada malo, ya que de pequeña a tenido eso.
– Interesante… – dijo rascándose la barbilla el faraón.
Cuanto más sabía de ella, más interesante resultaba ser la joven y ahora era el tiempo de decirle para que lo había llamado.
– De seguro te resultará un poco difícil protegerla cada vez que esto sucede y sobretodo, conseguirle un buen esposo. ¿No?
– Me temo que si, pero un padre hace todo por el bienestar de su hija.
– En eso tienes razón – dijo el faraón bajando de su trono y acercándose a él – Por eso, tengo una propuesta para ti.
– ¿Para mí?
– Así es… si aceptas esto no tendrás que preocuparte más por tu hija, te aseguro que tendrá un buen bienestar y no le faltará nada.
– Dígame…
– Te daré tres lingotes de oro y te subiré de rango en el ejército, si me entregas a tu hija como esposa. ¿Qué te parece? Yo que tú aprovecharía esto, pues es una buena oportunidad para subir de estatus y vivir bien.
Esa propuesta realmente resultaba ser muy tentadora y recordando que el padre de Nefertina era ambicioso ya de por sí, la propuesta del faraón no era desagradable ante sus ojos y además… también se dejaría de preocupar por su hija, que ya bastante problemas le había traído a casa por su inusual color de ojos…
Llegó a casa y todos esperaban ansiosos para saber porque el faraón lo había llamado, el padre miró a Nefertina y dijo:
– Nefertina, prepárate… mañana te irás a vivir al palacio... - le dijo así en seco