Narrador: – Mi señor... ¿Está bien? – preguntó su sirviente. Pero él no parecía escucharle, estaba distraído. – Mi señor... ¿me escucha? En ese momento aquel hombre escuchó a su siervo y lo miró para responder. – Dime... ¿qué sucede? – Eso me pregunto yo. – dijo el criado, que como hacía años que estaba con su amo, podía hablarle con más confianza. – Desde que se chocó con esa joven, usted todo este tiempo ha estado muy distraído, parece que aquella chica ha cautivado su corazón a primera vista. – Puede ser... ¿la viste bien? Sus ojos eran de un color peculiar. – No la vi bien, porque llevaba una capucha, pero... ¿cómo que sus ojos tienen un color peculiar? No entiendo eso, mi señor. – Sus ojos no eran negros, sino color miel, algo no muy común en esta zona y mucho menos donde viv