Capítulo 7

934 Words
– ¿Qué haces con tantos papeles? Que yo recuerde no te envié a escribir nada. – Ah eso… – dijo un poco nervioso – Estaba tratando de practicar una nueva caligrafía. – ¿De verdad? – Así es, soberano. – ¿No te gusta tu letra? – No es que no me guste, solo la quiero cambiar un poco de letra. – Interesante… – dijo pensativo – Bueno… solo te vine a decir eso nada más, espero que tengas un buen día. – Gracias soberano, igualmente usted. Mi hermano le hizo una reverencia y el rey se fue, yo salí de mi escondite con el corazón un poco desbocado. – Eso sí que estuvo cerca – dije exhalando un suspiro de alivio. – Viste lo que yo te decía, es peligroso que estés aquí. Creo que ahora será mejor que no vengas. Esas palabras se me clavaron en el pecho como una flecha. – Hermano, no seas malo. Entiendo que te preocupes por mí, pero no puedes decirme de una día para otro que no venga más, incluso este lugar me gusta, pues tengo muchas cosas para leer que me sirven en mi aprendizaje. – Lees documentos que no podrías leer. – ¡Ay por favor hermano! Sabe que de mí no va a salir nada, así que no te preocupes. Además… los leo porque me ayudan en mi escritura, pero no porque me interesen. Dicho eso, mi hermano no agregó más nada a la conversación y yo seguí practicando mi letra, luego como siempre, mi hermano me acompañó a casa. Todo iba bien, el faraón no volvió a la oficina nuevamente, aunque yo siempre estaba alerta por las dudas. Pero un día, mi suerte se acabó. Como todos los días me encontraba en el palacio con mi hermano y luego cuando terminaba volvía con él. Pero ese día él no podía irse conmigo, ya que saldría tarde del trabajo y aunque yo quisiera quedarme no podía, pues se me haría muy tarde. Así que antes de que la noche cayera, encaminé mi camino a casa, con todos los papiros que había escrito. En un remolino de viento que salió de la nada, algunos de esos papeles se volaron, así que fui a buscarlos. Mientras estaba levantando algunos de ellos, al ir directamente a tomar el último, alguien lo agarró primero y escuchar su voz me dio escalofríos. – Esto debe pertenecerte – dijo la voz masculina. – Así es… gracias – dije sin apartar la vista de mis pies y rápidamente quise salir de ahí. Pero por un fallo de mis pies y con los mismos nervios tropecé y el hombre no tuvo más remedio que tomarme de la cintura antes de caer al piso. Al hacerlo se me cayó la capucha de mi capa y vio mi rostro, y lo peor es que también divisó mis ojos. Quedó por un momento impactado al verlos y yo lo más rápido que pude, sin saber de qué manera, me solté de él y salí corriendo de allí. – ¡Espera! – escuché decir, pero sin mirar atrás me fui. Realmente no había tenido nada de suerte en el día de hoy, ahora el faraón... ya sabía de mi existencia. Tendría que andar con mucho cuidado y sobre todo, en el palacio, andar más alerta que nunca. Cuando llegué a casa mi madre me vio agitada y me preguntó qué me pasaba. Más yo solo me limité a decirle que era porque había caminado muy rápido y luego de eso, me dirigí a mi habitación y me tiré a la cama. Cerré mis ojos y me dormí. *** Narrador: El faraón cuando la joven salió corriendo, quiso seguirla pero de inmediato se había perdido de vista. A esa joven jamás la había visto en su vida y obviamente no pertenecía al palacio, mucho menos al harem. Era la primera vez que la veía y ya había llamado realmente su atención. No sólo por su bello rostro, sobretodo por el color de sus ojos. Esa joven tenía un color de ojos que le pareció muy llamativo, jamás había visto a alguien con esos ojos color miel, no era común en esta región, por lo que pensó que no pertenecía a este lugar. Pero… ¿Qué hacía entonces en el palacio? Lo único que Ramsi notó es que llevaba un montón de papiros. ¿Qué significaba eso? Solo conocía un lugar en el cual había muchos papeles, la oficina de su escriba. ¿Tendría algo que ver con él? De ser así… ¿Por qué no la vio en su oficina? Entonces recordó… "El otro día cuando entré a su oficina, vi un montón de papeles desordenados que no tenían nada que ver con los asuntos del reino. Esos papeles… ¿Serían de ella?" Pensó por un momento y cuanto más lo hacía, más preguntas tenía, era mejor que por hoy dejara este asunto. Ya tendría tiempo de averiguarlo, porque realmente quiere saberlo, pues la joven era muy atractiva y como todos sabemos lo débil que era nuestro faraón cuando se trataba de mujeres… Nefertina no iba a ser la excepción. Ya vería de qué forma llegaría a ella, lo bueno es que ya tenía una pista y pronto sin que nadie se diera cuenta… le daría una visita a su fiel escriba. Quien sabe, tal vez tiene mucha suerte y se encuentra con esa joven, ya que la había captado, no la iba a dejar ir tan fácilmente. No sabemos cuánto tiempo pasará cuando él se encuentre con ella, pero seguramente eso será muy pronto...
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD