CAPÍTULO VI El faetón de alto pescante avanzó con rapidez por los estrechos senderos que rodeaban el parque y que conducían a las granjas, los campos de cultivo y los bosques de la finca. El sol estaba tibio y dorado. Arabella rodeó con su brazo a Beulah, hacía mucho tiempo que no se sentía tan feliz. —¡Aprisa… más aprisa!— gritaba Beulah una y otra vez. Después de un rato, el Marqués bajó la vista sonriendo y dijo: —Si hostigo a mis caballos, les saldrán alas y terminaremos volando por encima de un seto. Estaba de muy buen humor. Arabella advertía que él estaba más comunicativo con Beulah. Ya no miraba a su hermana con la extraña expresión de antes. También parecía muy satisfecho con la ausencia de Lady Sybil. Arabella notaba que él exploraba de nuevo su hogar, descubriendo que eso