Después de esas discusiones, el rey Arthur pidió paz en la mesa y de esa manera todos comenzaron a comer casi en silencio. La reina Victoria al ver que el ambiente estaba demasiado tenso, le pidió a uno de los músicos que se acercaran y tocaran la lira, fue entonces que Rebecca y Lara, las dos hijas mayores de Sarah se levantaron de la mesa preguntando si podían cantar alguna canción porque a ellas se les daba bien el canto. —Por supuesto que sí, princesas —acepta el rey Arthur, sintiéndose contento porque las chicas también deseaban calmar la incomodidad que se respiraba en el ambiente. —Muchas gracias, rey Arthur —agradece Rebecca haciéndole una reverencia al rey, y luego toma de la mano a su hermana Lara para ir al lado del hombre que estaba tocando la lira. —Por favor, amable músico