Mientras tanto en los aposentos de Noah: Karl se encontraba en un rincón con Leah, estaban de pie y él la sostenía por sus glúteos mientras la penetraba moviéndola de arriba hacia abajo y la princesa, sosteniéndose del rubio tenía sus brazos cruzados alrededor de su cuello sintiendo como llegó un momento que la piel sudada de Leah sirvió para que Karl deslizara sus manos y ahora la sujetara por sus costados, pero luego la guio llevándola hacia la cama. Se lanzaron ahí, y el gemelo de Noah sin descanso continuó penetrándola como si no existiera un mañana. —Leah… —susurra Karl cuando ve que la chica saca sus colmillos listos para morder el cuello del joven —no me muerdas en el cuello, ayer tu hermano Sebastien… me estaba viendo fijo, creo que él sospecha —explica Karl embistiendo a la jove