Riley estaba pasada de copas, pero nada que no se solucionara con una taza de café lo bastante cargada como para renovarse. Una de las plebeyas llevó la taza de café americano para bajarle un poco esa ligera borrachera, mientras Maddox se quitaba los zapatos y miraba lo destruida que se encontraba Riley. Su maquillaje estaba corrido, su cabello enmarañado y sus ojos no eran los mismo de siempre, al igual que su mirada. Algo había cambiado esa noche, y lo hizo cuando Riley se desapareció con Quinta. Maddox, quien no era idiota, estuvo al pendiente de la puerta. Sí disfrutó a las mujeres que Riley contrató, o la que contrató y la que añadió, pero siempre pensó en ella, en lo que hacía. A Maddox le encantaba el control, y perderla de vista lo desorientó un poco y le impidió disfrutar del trío