La mañana siguiente, Maddox despertó temprano y se marchó a uno de los casinos. Riley sentía cada nervio de su cuerpo cuando se movió para colocarse de pie. Las plebeyas que se encargaban de su limpieza, tocaron la puerta y Riley les permitió la entrada. Las tres quedaron petrificadas al verla. Los hematomas en su rostro se volvieron cafés, y eran la peor impresión que se llevarían de ella. La uno y la dos se acercaron a ella para tocar su mentón y comenzar a pensar cómo lo mejorarían no solo con maquillaje. La rubia, quien se encontraba observando desde lejos, llevó la mano hasta la cruz que siempre colgaba de su cuello y se acercó para ayudarlas. La impresión de los hematomas fue la primera, pero la segunda, cuando le quitaron la ropa para ducharla, fue mil veces peor. Ver las hendiduras