CAPÍTULO 2

684 Words
Las voces de mis padres y otras personas yendo de un lado a otro me obligaron a interrumpir el sueño que necesitaba después de una noche tan agitada; pero, entonces los recuerdos de las últimas horas me golpearon. Me levanté envuelta en sudor y en una cama que no era la mía porque me encontraba en el hospital, no había duda en ello. Mi madre estaba a mi lado, sosteniendo mi mano y mi padre estaba frente a mi cama dormido en un pequeño sillón, con su cabello marrón hecho un desastre. ¿Realmente había pasado? ¿Tuvimos un accidente? Porque no recordaba haber chocado, solo que el auto enloqueció, no pudo pasar. Esto debía ser una pesadilla o al menos eso era lo que deseaba. —¿Eli, cariño me escuchas? —no había notado que mi madre me hablaba hasta que apretó mi mano. —Si —mi voz era extraña, estaba bastante ronca. Lágrimas inundaron sus ojos para derramarse por todo su rostro, me abrazó con todas sus fuerzas sin darme aviso y yo aun no sabía cómo reaccionar, simplemente trataba de comprender todo lo que estaba sucediendo. Miré de reojo a mi padre, estaba a punto de levantarse, ¿cuándo había despertado? Probablemente desde que mi madre empezó a abrazarme. Él corrió hacia nosotras uniéndose al abrazo y una extraña sensación de nostalgia me invadió, como si aquel fuera un suceso que no pasaba en años. —Creí que te había perdido —dijo mi madre entre sollozos y finalmente pasé mis manos por su espalda en forma de consuelo. —Madre —apenas y pude decir, con voz temblorosa. Ellos me soltaron para poder escucharme y me miraron fijamente. —Necesito que seas sincera conmigo —la miré con expectativa y miedo de lo que podría escuchar —. ¿Tuve un accidente de auto? —, los dos asintieron en respuesta. —¿Iba con Susan, Alison y Daniel? —, la forma en que reaccionaron a sus nombres causó una punzada de dolor en mi pecho. —Sí —esta vez respondió mi padre y sentí como si lo hubiera imaginado. Sin embargo, faltaba una pregunta. Solo una pregunta. —¿Ellos están bien? —entonces me arrepentí de haber preguntado. Puesto que no dijeron nada y se miraron el uno al otro. Trataban de encontrar la forma correcta para responder o tal vez evitar la respuesta. —Cariño, ¿por qué no descansas un poco más? Iré a buscar al doctor —mi madre trataba de cambiar la conversación, justo como lo esperaba. —¿Están aquí? —cambié mi pregunta, no quería aceptar lo que sus rostros me decían. —Solo descansa —insistía mi padre sin tocarme, como si no pudiera hacerlo.  Y sabía que seguía faltando la pregunta correcta. —Solo díganlo —las lágrimas quemaban en mis ojos cuando empecé a gritarles —. ¿Están muertos? —mi voz se quebró. Y de nuevo no hubo respuesta. —Están muertos —dejé mis lágrimas salir, mientras aceptaba la verdad, no era necesario escucharlo salir de sus bocas, cuando su silencio me había dado la respuesta. Todo se tambaleó de nuevo a mi alrededor y nos vi de nuevo en el auto. ¿Quién manejaba? No lo recordaba. Necesitaba agua y me sentía mareada por todo lo que estaba sucediendo. Sabía que iba a desmayarme en cualquier momento; pero, tenía que saber algo más. —¿Quién manejaba? —pregunté mientras me quedaba sin aliento y las pocas fuerzas que tenía empezaban a desaparecer. —Susan —respondió mi madre, llena de preocupación. No, estaba segura que no era cierto. No podía ser, porque lo único que recordaba, es que Susan no manejaba, era imposible. Mi mente se negaba a aceptarlo, a aceptar toda la situación. En un estado completo de negación, un doctor de edad avanzada entró a la habitación  para revisarme, algo en él me causó pavor o era todo lo que estaba pasando. En ese momento juro haber escuchado algo romperse. —Es imposible —dije mientras me desvanecía.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD