CAPÍTULO 1

3395 Words
Biología nunca fue lo mío, aunque en realidad ahora que lo pienso nada es lo mío. Siempre he preferido sentarme en algún lugar con buena vista y dibujar lo que venga a mi mente. Lo sé, parezco una chica aburrida, tal vez ignorada por todos; pero, no es así, en realidad considero que mi vida es casi perfecta. Apuesto que a cualquiera le sorprendería saber que soy popular o creo que así es como nos llaman. Es decir, voy a las mejores fiestas, tengo más de un admirador, obtengo ayuda de muchos chicos en todas mis clases y las demás chicas quieren ser como yo. Pero, siendo honesta, nunca me he sentido como alguien especial, soy bastante normal, el único problema es que según todos tengo una cara bonita, Como si eso me definiera, no lo hace en ningún sentido, básicamente termina encasillándome en un pequeño grupo, por el que todos irracionalmente sienten admiración. Lo único bueno de todo esto es que tengo buenos amigos, entre ellos mi mejor amiga, Jane.  Les hablaré de Jane, es bastante lista y me da los mejores consejos para sobrevivir.  Siempre estamos juntas, no importa donde vaya, somos la sombra de la otra, casi se siente como una hermana, mi hermana mayor y super considerada. Por supuesto, tengo más amigos, en total somos un pequeño grupo de cinco, primero está Susan, la chica más hiperactiva que he visto en mi vida. Pero, Alison no se queda atrás, hace amigos a donde quiera que vaya; en cuanto a Daniel, el chico parece un ángel, pero debo admitir que es todo lo contrario, mientras haya diversión en la cuestión, él estará presente. Sin embargo, aunque no lo crean, puede llegar a comportarse como un caballero, sin fingir. En fin, pese a ser lo más normal y buena para nada, eran mis amigos quienes me hacían sentir especial y feliz, quien no quiere estar rodeada de personas que crean en ti y a quienes le importes, ellos eran esas personas. Así que vivía en un mundo fantástico, donde aunque la escuela fuera aburrida, me sentía en mi elemento al estar rodeada de amigos. De modo que las clases no me importaban mucho, razón por la cual me encontraba dibujando la figura de un chico en clase de biología, su cabello n***o y sus ojos oscuros habían salido de algún rincón de mi imaginación, porque nunca había visto a tal persona antes. Para el momento en que la clase terminó y a su vez, gracias a Dios terminó la jornada escolar, ya había dibujado casi todo el rostro; pero lo dejé olvidado en algún lugar de mi bolso para salir con Jane. —Eli, iremos de compras hoy —anunció Jane, mientras salíamos del colegio y no me sorprendió su impaciencia para salir de allí. Los viernes eran los días de compras, no siempre teníamos suerte; pero, ese día era especial, porque Jane como una gran fanática de los libros de amor y  lo paranormal, como sea que ella lo llame, no olvidaba las fechas de publicación, se volvía loca y me desesperaba cada vez que tenía que esperar por alguno de sus libros favoritos. Por lo que ese viernes estaba más que feliz y por fin me daría un respiro, mi único problema era que el libro no duraría mucho tiempo, lo  terminaría pronto. —¿Qué tal si vamos al cine? —le pregunté, solamente para tentarla. —No lo sé… —dudó, evadiendo mi mirada, era obvio que ni siquiera lo estaba pensando, tendría que ser el estreno de una adaptación de algún libro para que realmente la hiciera dudar y sin embargo, organizaría todo en un cronograma perfecto para asistir a ambas cosas. —Está bien, olvídalo —no insistí más con el tema, sabía que no ganaría y de todos modos me gustaba verla feliz. Como pensé, fuimos directo a la librería, donde había una gran fila y todo por un libro. Mejor no decía nada o Jane terminaría matándome. Mientras ella permanecía ansiosa en la línea, decidí recorrer las estanterías, observé los libros uno por uno. ¿Quién sabe? Tal vez el libro correcto para mi estaba en algún lugar y debía darle una oportunidad a esto de la lectura. En el bolsillo de mi chaqueta la usual vibración me sacó de mis pensamientos, por lo que apresure mi mano para tomar el teléfono que tan insistentemente reclamaba por mi atención. Por supuesto, era mi madre, ¿quién más llamaría más de veinte veces? Lo hizo toda la mañana, no sé en qué pensaba, simplemente tenía sus días de locura, porque estoy más que segura que sabía sobre el colegio y todo el paquete que viene con ello. Y aun así, eso no la detenía. —Cariño, siento tanto molestarte —casi reí por ello, estaba más que segura que no era cierto. Ya había notado más de una vez cuán sola se sentía mi madre, lo que era extraño, teniendo en cuenta que papá siempre parecía estar con ella y sin embargo, sentía que estaba dejando pasar algo —. Es solo que olvide decirte que esta noche no estaré en casa —bueno, eso era extraño —. Tengo que reunirme con… alguien, fue un asunto de último momento y ni siquiera tuve tiempo de prepararte algo de cenar —continuaba explicando rápidamente, a veces me preguntaba cómo podía respirar y hablar al mismo tiempo. —¿Y papá? —pregunté inocentemente. —¿Papá…? —Su voz fue vacilante, parecía como si de algún modo la hubiera tomado con la guardia baja —, él también viene conmigo —respondió apresuradamente, tratando de esconder algo, que nunca hubiera adivinado entonces —. Tengo que irme, ten cuidado de regreso a casa —me ordenó antes de colgar —, será mejor que estés ahí cuando regrese, te quiero. —Yo igual —vagué con la mirada, mientras me despedía. Mis ojos se posaron en un libro, tal vez fue el nombre o la oscura portada, no lo sé; pero, me encontré tomándolo en mis manos. La imagen de portada me daba escalofríos, era una chica sumida en la oscuridad, rodeada de ojos observándola, se veía asustada y perdida. Regresé el teléfono a su lugar y ocupé mis dos manos con el libro. Creaba esa sensación de que te mostraba algo difícil de ver a simple vista y realmente quería verlo, descubrirlo. —Si no te gustan las cosas de miedo, yo no te lo recomendaría —dijo una chica a mi lado, sacándome de mi ensimismamiento —, no pude dormir por… Como una semana —continuaba su charla —. Créeme, es horripilante —tomó un libro y dio media vuelta —, pero, si eres fanática de ese tipo de historias… No te arrepentirás —afirmó mientras se alejaba. Lo sostuve en mis manos solo por unos minutos más, hasta que lo devolví a su lugar, tal vez le daría una oportunidad; pero, no hoy y posiblemente mañana tampoco. Y aun así no dejaba de pensar que debía tomarlo de nuevo y encontrar lo que escondía entre sus páginas. Como si ya supiera la historia sobre la chica que era observada y me diera miedo descubrir que era… —Aquí estás —Jane apareció de repente con su gran sonrisa de finalmente tengo el libro en mis manos, y no pude evitar sentirme igual de feliz. Ella y su sonrisa era simplemente contagiosa, me hizo olvidar por completo lo sucedido anteriormente y hacia dónde se dirigían mis pensamientos. —Dime, ¿sobre qué es esta vez? —traté de despertar mi curiosidad y darle la oportunidad de hablar sobre ello, sabía que le encantaba. —Ángeles —confesó en un suspiro.  Francamente no era de mi interés, por lo que cambié el tema de conversación a historias locas sobre Susan, eso de darle una oportunidad siempre era un pensamiento efímero. Menos mal la conversación fue muy bien y nos reímos un poco hasta llegar a mi casa. Después de una corta despedida Jane siguió su camino, tenía una cita con un ángel, obviamente el chico del libro.  Al entrar en casa me dejé caer en el sillón de la sala de estar y encendí la televisión rápidamente, tenía que encontrar algo en lo que ocupar mi tiempo. Lo único que encontré fue una película de amor, no era exactamente lo que buscaba; pero, estaba tan desesperada de evadir el aburrimiento que no podía ser muy exigente. Si no hubiera sido por la llamada de Susan, seguramente la habría visto hasta el final, admito que la trama no estaba tan mala o yo ya estaba cayendo presa del género. —Hey, Alex va a dar una fiesta —dijo rápidamente mi amiga. —¿Cuándo? —temía que fuera otra noche. —¡Ya! Así que espero encontrarte bien vestida, porque te recojo en diez minutos —colgó después de terminar la frase. No tuve tiempo de pensar, corrí a mi habitación, me quite la ropa en un santiamén y elegí un llamativo vestido plateado de lentejuelas, lance los zapatos mientras tomaba los tacones y guarde el maquillaje en mi bolso, me lo aplicaría en el auto. Segundos después me encontraba con Susan de camino a la fiesta. —¿Y Jane? —pregunté sintiéndome insegura de repente. —Dijo que no vendría —, me observó a través del espejo retrovisor. Ya no me sentía segura al respecto, la necesitaba, lo admito, dependía demasiado de ella, me daba cierta seguridad, ya que siempre hacía lo correcto y de algún modo nunca me metía en problemas, ninguno de nosotros lo hacía, si ella estaba alrededor. Cerré mis ojos y busque la calma, quise decirle que detuviera el auto, que no iría, sin embargo no lo hice, porque necesitaba esto, era mejor que estar en una casa solitaria. El problema es que no pude quitarme aquella sensación del pecho, sentía que algo malo pasaría. —Bueno, ella se lo pierde —comenté y pude ver que mi respuesta la relajo. Llegamos a la casa de Alex quince minutos después, Alison y Daniel se habían unido en el camino. Nos bajamos rápidamente del auto y fuimos directo a la puerta principal. La música era buena, invadía todos los rincones de la casa y hacía estremecer todo alrededor. Siempre fue el lugar perfecto para nuestras fiestas, dado que era más una mansión que una simple casa y en consecuencia estaba llena de espacios amplios. Al entrar tomé lo primero que encontré, posiblemente era una gaseosa, el problema y lo mejor de todo es que contenía algo más. Realmente no importaba, porque si vas a una fiesta, debes divertirte, ¿no?  Max apareció de la nada sujetándome con delicadeza mientras plantaba un beso en mis labios, rodeé su cuello con mis brazos, pero sabía que esto sería lo más lejos a lo que llegaríamos, al menos esta noche. Nuestra relación era voluble y eso lo impacientaba y de todos modos me buscaba en cada fiesta. Él era mi supuesto novio, aunque siempre sentí que algo faltaba y no encajaba. —¡Busquen una habitación! —alguien gritó detrás de nosotros.  Me aparté inmediatamente mientras jugueteaba con sus rizos oscuros, esperando que no se enfadara, tomé otra bebida y me preparé para bailar. Hice mi camino al centro de la habitación porque sabía que Max me seguía de cerca, y cuando llegue al centro me di la vuelta para observarlo, extendí mi mano hacia él sin dejar de sonreír y él no lo dudo más y me rodeó con sus brazos. Fue una noche divertida, llena de risas, nos besábamos de vez en cuando, otras veces me perdía en la multitud o bailaba con amigos. A decir verdad, Max era el tipo de chico que todos deseaban, inteligente y sexy, pero al final igual a todos, siempre deseando algo más o tal vez era yo quien tenía miedo de avanzar. —Hagamos algo esta noche, solo tú y yo  —propuso Max de repente, cuando estábamos solos. —No lo sé  —Max parecía perfecto para mi, pero simplemente no estaba lista o él no era el indicado, aun no estaba segura de ello. —Sabes que… Olvídalo —se retractó al ver mi expresión, ya era la cuarta vez que me lo pedía y lo rechazaba —,  estoy cansado de rogarte, ¡esto se acabo! —dijo más para sí, intentando no levantar el tono de su voz para no atraer la atención de los presentes. —Lo siento —me sentía apenada, después de todo le había dado esperanzas todo este tiempo, y al mismo tiempo sentía alivio porque él le había puesto fin. Max no me escuchó, prefirió marcharse y cuando llegó a la puerta de la cocina me dio una última mirada. Entendí que seguramente esperaba que fuera tras él, dándome una última oportunidad, porque su orgullo le impedía regresar a mi lado en ese momento. Al ver que no lo seguía, su decepción dio paso a la ira, mostrando una sonrisa cruel, listo para herirme. —Después de todo no es como si fuéramos algo ¿o sí? —era cierto pero igual me dolió, justo como él deseaba. Se marchó después de analizar mi reacción, por supuesto no le di tal satisfacción, si él quería terminar con todo y herirme, entonces yo le devolvería el favor, dejándole claro lo poco que me afectaba. Pasadas las once de la noche no sé cuánto había tomado, perdí la cuenta después de diez y ese era un nuevo récord. Entonces, vi a Max bailando con otra chica, una rubia teñida y demasiado plástica, si a eso se le podía llamar bailar. Quería ir a otra habitación y no verlos, pero estaban justo al lado de la puerta. Aún así, reuní todo mi valor y caminé junto a ellos como si no me importara, sentí la mirada de Max en mi espalda, si quería darme celos, lo había logrado; pero, no pensaba demostrarlo. Las náuseas me golpearon como a la una de la mañana, en realidad ya se estaban tardando. Para mi mala suerte no encontraba un baño, porque todo se movía a mi alrededor, lo que me desesperaba por completo. —¡¿Alguien sabe donde hay un maldito baño?! —grité bastante borracha. —Yo te llevo primor, ¿pero solo si me dejas entrar contigo? —respondió Jake, el mujeriego de la clase. Aunque, a veces pensaba que era más un rumor o mi mente me llevaba a verlo así, porque había ciertos momentos en los que parecía muy amigable y sobre protector. Tenía un aura de hermano mayor que siempre está preocupado y a la defensiva o… ¿Era solamente conmigo? —En tus sueños Jake, solo en tus sueños —hablé, burlándome de él mientras me tambaleaba. —¿Acaso este no es un sueño? —Lució un poco serio por unos segundos y lo miré con curiosidad, hasta que todos empezamos a reír. No había nada gracioso en esa simple afirmación, de hecho me molestaba un poco. Al final, simplemente estábamos borrachos. Vi las escaleras detrás de mí y las subí con una sonrisa tonta en mi rostro, una canción empezó a escucharse y yo la canté a todo pulmón mientras buscaba un baño en el segundo piso. En mi camino abrí todas las puertas encontrándome con situaciones muy vergonzosas, algunos me gritaron, otros me ignoraron y también arruine el momento para muchos. Hasta que llegué a mi anhelado destino, el baño estaba ocupado por unos tortolitos que se tendrían que ir, porque lo necesitaba más que ellos y al escucharme sobre el inodoro, no tuvieron más remedio que marcharse. Todo giraba de un lado a otro, pero me sentía muy bien, estaba feliz, solamente algo mareada. Después de terminar de vaciar mis tripas y mucho más, me levanté apoyándome en el lavabo para lavar mi boca y terminé mojando toda mi ropa en el proceso. Peso al incidente, estaba decidida a continuar con la fiesta un poco más, segura de que la cerveza aún no se terminaba y la noche era joven, aunque ya era de madrugada.  Un pequeño ruido detrás de mí llamó mi atención, pero estaba segura de estar sola en el baño. Mi cuerpo se tensó extrañamente, me advertía sobre algo, como si tuviera compañía, lo más extraño es que era una sensación familiar. Así que me di la vuelta lentamente hacia la bañera cubierta por cortinas y el ruido regresó. Era un sonido extraño, inexplicable, como de algo rompiéndose, ni siquiera se como explicarlo, porque lo que se rompía no parecía estar en el exterior, sino en mi interior. Me acerqué lentamente extendiendo mi mano para tomar las cortinas, sabía que había algo allí, mi corazón iba cada vez más rápido. No me importó el miedo que crecía en mi pecho, tenía que saber lo que se escondía detrás de esas cortinas, de modo que las abrí rápidamente, encontrando la tina completamente vacía. Definitivamente estaba loca, empecé a burlarme de mí misma, nerviosa porque la sensación de que algo me observaba seguía allí y mis oídos parecían engañarme porque podía escuchar a alguien respirar, era mis ojos los que se negaban a mostrarme la verdad. —¡Eli! —entró Daniel de golpe, deteniéndome el corazón —. ¿Estás bien? —se detuvo al ver mi sobresalto. —¡Casi me matas del susto! —llevé mis manos a mi corazón. —Lo siento, pero no hay tiempo, ¡la policía viene en camino! —no tuve tiempo de decir algo, simplemente salí, lista para marcharme. No éramos los únicos que corrían por el lugar, todos trataban de salir, simplemente no habían suficientes puertas. Agarré a Daniel del brazo y lo guíe a una de las habitaciones, necesitábamos llegar a una ventana pronto o seríamos atrapados. —¿Qué estás haciendo? —preguntó él lleno de pánico. —Vamos a saltar —respondí mientras nos acercábamos a la ventana. —¡Esto será muy divertido! —a veces estar borracho era lo mejor, de otra manera, él nunca hubiese saltado. Caímos en los arbustos, no fue el mejor aterrizaje; pero, ya lo superaríamos en algún momento. Ahora nuestro objetivo era llegar al auto, donde encontramos a una Susan apenas despierta y Alison, quien no lucía muy bien. Estábamos en graves problemas, nunca elegimos un conductor designado. —¡Muy bien! —nos sorprendió Susan, levantando la voz —. ¿Quién conduce? —se las arregló para sacar las llaves del auto de su bolsillo trasero. —Porque yo estoy tratando de descifrar si hay dos o tres Elis —me miró fijamente, con sus ojos entrecerrados, yendo de mi al espacio vacío que se encontraba a mi lado. —Estoy segura que no tengo gemelas —miré a mi alrededor por si existiera la posibilidad —, sí, más que segura —asentí más de una vez, para mí misma. —Ya se, llego el momento de piedra, papel o tijera —sugirió Daniel. —¡Ey! —el auto de Max se detuvo frente a nosotros.  —Apresúrense —urgió Jake, que se encontraba dentro de este, junto con la rubiecita y Max, quien conducía. –Ya nos vamos – dijo Alison. No teníamos tiempo para esto, todos estábamos borrachos, aún veía las cosas dar vueltas. Alguien tomó las llaves, me sentía tan mal que ya no pensaba con coherencia. Las cosas iban demasiado rápido, subimos al auto y vimos a los demás alejarse en la carretera, de repente comenzamos a cantar una tonta canción de niños, la lluvia nos atacó de un momento a otro. No lo vimos venir. En realidad, no veíamos nada. Sin embargo, no le dimos importancia a ese problema, nadie dijo nada, solamente hablábamos sobre repetirlo. Recuerdo darle una última mirada a Susan antes de ver al frente de nosotros, ella trataba de no dormirse, sin saber que pronto lo haría y sería un eterno sueño, porque frente a nosotros, un auto salió de la nada. Tratamos de esquivarlo, lo que solo empeoró la situación, el suelo estaba mojado, el auto perdió el control, gritamos y lo siguiente que sé, es que hubo silencio. Un horrible silencio.
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