La mayoría del día siguiente lo paso en mi habitación, sin querer encontrarme innecesariamente con el Alpha. Este lugar es tranquilo para ser una Casa de la Manada. El Alpha Ezra asoma la cabeza algunas veces para ver cómo estoy, pero aparte de eso me deja en paz, gracias a Dios. Hay un golpe en la puerta a la hora del almuerzo. Abro la puerta y el Beta Mateo entra danzando con una caja de pizza en la mano. —¿Qué pasa contigo y la pizza? —pregunto, sacudiendo la cabeza. Me guiña un ojo. —Significa que no tengo que cocinar —se tira en mi cama y extiende la mano, agarrando el control remoto. Enciende la televisión y cambia los canales distraídamente. Echa un vistazo hacia mí y acaricia la cama a su lado. Rodando los ojos ante su comportamiento, me acerco y me siento a su lado. —Come —