Eder francamente podía tirarse de un barranco si bien le parecía, me ofendía en cantidad industrial el hecho de que exigiera de mi parte una exclusividad que no me brindaba, quiero decir, amo tener sexo, ¿ahora por qué me detendría por él, cuando seguro estaba que ya debía de haberle dado por todos lados a aquella flacucha? El chófer me dejo en los apartamentos y corrí a mi cueva. Estaba decidida en probar mi teoría sobre los clavos, al menos si no sacaba a Eder de mí, Adrien bien podría meterse y salirse por sí mismo las veces que quisiera. Nuestra charla siguió toda la noche, aunque siempre lanzábamos comentarios con doble sentido y uno que otro emoji pervertido, hablamos de todo un poco y resultaba cada vez más interesante el hombre. Su papá era francés y su madre local, jugaba balon