Día tres desde la llegada de mi madre, iba llegando de mi depilación, había invitado a mi madre al cine y ella estaba muy emocionada. Yo no visitaba el lugar desde que lo hice con aquel cliente y el pensar en eso me hizo mojar. Me acerqué a la puerta del garaje viendo que no estaba el auto de Edward y mucho menos el de su mujer. Ella se pasaba menos tiempo en casa que el y me dio alegría ya que la pobre merecía diversión. Mi corazón se aceleró cuando de la carretera un hombre se bajo de una gran camioneta negra que se me hacía familiar. Era alto, muy alto. Vestía una camisa que se veía cara, de color gris plomo y doblada en la manga, sus jeans ajustados pero sin ser demasiado se forraban sobre lo que prometía ser un gran paquete y sus zapatos brillaban pulidos. Cuando vi su brazo fue que