La cena estuvo deliciosa a decir verdad. Pero en mi mente no dejaban de rondar las palabras de Eder y estaba desesperada por tener la privacidad necesaria para hablar con él, y por qué engañarme, para meterme ese delicioso trozo que tiene entre mis piernas. Luego de casi una botella de vino mamá se despidió entre tumbazos y se acostó en mi cama, ya después la acomodaría. La mirada felina de Eder hizo que tragara grueso y mordiera mi labio inferior. Mi vecino caminó hacía mí y con fuerza sujetó mi cintura, beso suavemente mi clavícula y envió pequeños besos por mi cuello hasta terminar en mi oreja donde mordisqueaba haciéndome arquear. -Oye... Espera nerd- Lo alejé mientras mi corazón latía con fuerza y él me soltó divertido mientras caminaba con confianza hasta el sillón. Yo acomode las