CAPÍTULO ONCE Gwendolyn montaba en el lomo de Ralibar, sujetándose con todas sus fuerzas, preguntándose cómo había llegado aquí. Ralibar volaba sin dirección, como nunca antes, subiendo y bajando, corriendo entre las nubes, como si quisiera que ella cayera. —¡Ralibar, ve más despacio, por favor! —gritó ella. Pero Ralibar no le hacía caso. Era una bestia diferente, un dragón que ella no conocía. Él rugió —con un ruido aterrador— y bajó en picado a través de las nubes. Gwen vio que iba directamente hacia la Corte del Rey. —¡No puedo sujetarme! —Gwen gritó, resbalándose. Pero Ralibar voló más rápido, de manera más empinada y, un momento después, Gwen gritó al perder su sujeción. Gwen voló por el aire, dando volteretas, cayendo hacia la Corte del Rey. Y Ralibar, en vez de descender para