CAPÍTULO DIEZ Rómulo marchaba a través de la provincia del sur del Anillo, viendo con alegría que sus decenas de miles de hombres avanzaban hacia las puertas de Savaria. Cientos de ciudadanos del Anillo corrían hacia las puertas de la ciudad, y los caballeros que hacían guardia bajaron la gran verja levadiza y la cerraron de golpe, justo cuando entró la última persona. Subieron el puente levadizo sobre el foso, y Rómulo miró y sonrió ampliamente. Esta gente de Savaria realmente pensaba que podrían mantenerlo alejado. No tenían ni idea de lo que les esperaba. Rómulo oyó un gran grito, miró hacia arriba y vio a su ejército de dragones volando, dando vueltas en círculo, a la espera de su orden. Él levantó el puño y lo bajó y, al hacerlo, estos bajaron en picado, corriendo hacia el horizonte