3. Short D**k Man

2995 Words
En fin, este libro tiene muchas razones, pero sobre todo tiene una, la gran causa de mi jaqueca en este momento y no solo lo digo por la resaca que tengo, la cantidad de alcohol ingerida por mí no tiene nada que ver con todo esto, para nada, tampoco es el hecho de que este escuchando mis grabaciones para poder transcribir lo que pasaba en aquel entonces, todo se resume a una sola persona, un pequeño grano en mi trasero, Thomas Anderson. - Voy – grito mientras me rodeo el cuerpo con la toalla - ¿Por qué tanta impaciencia? – miro por la mirilla de la puerta y observo a Hannah del otro lado. Abro para que entre, no sabía que hacía ella acá en este momento, aunque tampoco sabía porque me habían mandado a mi a mi casa, bueno si sabía, pero no me importaba, no quería vacaciones, quería trabajar, traer niños al mundo, traerlos, no hacerlos, no quería niños. - Que cara – elevo una ceja y ella pasa con café y algo de comida - ¿Cómo llevas la licencia? – suspiro. - ¿Cómo crees? – me mira. - De mil maravillas – responde con sarcasmo. - Exacto – sigo mojada frente a ella - Limpie toda la casa, cambie cosas de lugar, saque ropa para donar y me compre nueva, me hice las uñas – le muestro mi nueva manicura – Algo que nunca puedo hacer porque las uñas pintadas no son una opción en nuestro trabajo – menuda realidad - Me depile – subió sus cejas – Entera. – aclaro, porque es un gran logro, pues siempre lo hago por tandas. - Cavado brasilero – negué. - Cavado profundo, esta pequeña volvió a su niñez – señalo mi v****a – Esto es suavilandia – elevo una ceja. - Esa palabra no existe – bufé. - Ahora sí ¿Quieres ver? – fui a abrir mi toalla, pero se tapó los ojos. - No, no quiero, solo vístete, se enfría el café – rodé los ojos y fui directo a mi cuarto. Recuerdan que les dije que mi hogar es como mi lugar especial, cuido mucho de él, es por eso mismo que no dejo que cualquier persona venga, solo algunos tienen la dirección de mi casa y nunca, bajo ningún concepto, permito que un hombre se quede en mi casa, no traigo a ninguno de ellos para follar, jamás, nunca, no importa si llueve, truena, relampaguea o hay un tornado, mi casa no entraba en los lugares para follar, siempre íbamos a un hotel, motel o cualquier cosa que saliera, pero nunca mi casa, jamás. Observo mi cuarto, tengo que admitir que tengo un pequeño tic por la limpieza, gracias mamá por eso – sarcasmo – vieron que uno no puede despegarse de todas las costumbres adquiridas y es que yo había crecido en un ambiente donde el orden siempre estaba, la pulcritud, la perfección, eran parte del día a día y a pesar de los años, de mis mutaciones, algunas cosas no se iban, no perdía ese toque de ella, no se me iba sus pequeños tics, no podía dejar cosas tiradas o platos sucios para el otro día, simplemente no podía. Mi cama es la clara representación de aquello, acolchado de color hueso, sobre este una serie de almohadones de distintos tamaños adornando el centro, a los pies una cajonera donde los guardaba por la noche para dormir, todos los días hacia la misma rutina, siempre, no importaba cuan cansada estaba. El piso era de un tono gris perlado, siempre brillante y con olor a flores, - el mismo que usaba mi mamá – había dos puertas en este lugar, una llevaba a un baño privado y la otra a mi cambiador, justamente el lugar donde me encontraba, los pisos en este sector eran de madera laqueada, los muebles de las paredes en tono blanco, dos lugares repletos de ropa, cajones con lencería y algunas remeras que no podía colgar, un enorme espejo descansaba en la pared y un mueble para maquillarme en la esquina. Me coloco un jean rasgado en las rodillas y una remera que deja mi hombro descubierto, en mis pies descansan unas zapatillas blancas y mi cabello quedo suelto. Vuelvo al living, Hannah esta sentada con su celular en la mano y los cafés en la mesa, escucho mis pasos, lo sé porque elevo sus ojos para posarlos en los míos y luego desviarlo a la mesa ratonera del living donde mi laptop descansa junto a los papeles de mi nuevo proyecto, mi historia de vida, está historia. - ¿Qué es eso? – tomo el café en mis manos y vuelvo mi vista hacia ella. - Algo en lo que trabajo – murmuro – Ya sabes, matar el tiempo, adentrarse en algo nuevo – eleva una ceja. - ¿Estás creando porno? – suelto una carcajada. - Un Onlyfans – respondo – Creo que puede ser algo grande – me mira. - Va de nuevo ¿Estás escribiendo y creando pornografía? – vuelvo a reír y me sigue. - Algo así – si nos íbamos a poner hablar de contenidos – Estoy escribiendo, sobre mi vida – murmuro – Creo que puede ser bueno, algo para que me recuerden mis nietos y biznietos. - ¿Planeas tener hijos? – ella sabía mi respuesta a eso. - Es una posibilidad, ya sabes, si me da demencia, los extraterrestre nos invaden – llevo mi mano al mentón – Solo para preservar la especie – elevo una ceja. - Preservar la especie – afirmo – Ok, estas escribiendo tu historia, donde la mayoría del contenido es material pornográfico y un sinfín de nombres de chicos – muevo el rostro – Tenemos que pedir que vuelvas, si sigues así describirás la cavidad vaginal en todo un capítulo. – abro la boca. - No es mala idea – apunto – Además ayudaría a que las mujeres se entendieran mejor, pienso hablar de mis días de trabajo, de hecho – me siento a su lado – Desde este momento todo lo que digas será expuesto en ese libro. - Por favor, pon que Erick la tenía chica – carcajeamos – Oh, espera, no te habías acostado con uno así tú – afirmo. - Sí – niego – La peor experiencia de mi vida, no entiendo como aguantaste tanto con Erick. – es verdad, no lo hacía. - No había probado tanto, luego llego Nathan y… - mueve su mano de manera acalorada. - La tiene como martillo de Thor, lo sé, lo dijiste – golpea mi brazo. - No vas a poner eso – señala con su dedo. - Dedicare una pagina entera para él, el capítulo se llamará “Hannah Parks y Nathan Hamilton, el chico de v***a enorme” – muevo la mano simulando las palabras. - v***a suena muy fuerte – comenta divertida. - Ok, utilizare términos médicos – anoto en la hoja la palabra bien grande. – Pene. - Solo esa palabra – mira y come - ¿Cómo sabrás de quien hablas? Básicamente tu libro será la ciudad pene – señala la laptop. - Tienes razón – coloco una “h” al lado – Listo. – golpea la mano en su pierna. - ¿No te acostaste con ninguno que su nombre empiece con H? – pienso un momento. - Me acosté con un Harold – recuerdo brevemente – Oh, sí, en tercer año de la universidad – chasqueo los dedos – Aclarare – coloque directamente Hamilton al lado de la palabra pene. - Espero que nadie lea eso – niego. - Este es mi lugar sagrado – afirma - ¿Cómo va esa panza? - Bien, algunas nauseas, pero bueno – sube los hombres – Igual venia por otra cosa, mañana iré a ver a Nathan al gimnasio, pensé que querías ir conmigo, ya sabes, chicos trabajados, músculos, cuerpos mojados – pasa las manos por su cuerpo. - ¿Puedo mirar a tu chico? – pensó un momento. - Solo un poco – afirme. - Ok, iré. – en aquel momento no pareció tan peligroso. - Ahora cuéntame ¿Qué ibas a escribir hoy? – sonrió. - El segundo chico con el que me acosté, Lucas García, alias pene pequeño – levanto el vaso de café. - Necesito más café para esto – afirmó. Es muy importante que tomen lápiz y papel, también puede ser lapicera, ahora dicho esto, comiencen a anotar todos los nombres de los sujetos que les comentare aquí ¿Por qué? Bueno puede que alguno de ellos si se repitan, nada raro, solo una noche más por los viejos tiempos, es por eso que es importante recordar los chicos con los que estuve, son algunos. Varios. Bastantes. Entonces, ayer les conté sobre Justin Davis, el flamante futbolista con el que perdí mi virginidad, ese del que no recordaba prácticamente nada, pero que tenía algo enorme entre las piernas, muy enorme, un adonis de gran cuerpo, sonrisa encantadora, músculos, músculos, mucho músculo. Bien, eso no siempre puede volver a repetirse y con mi poca experiencia en chicos, claramente no pasaría. Pasaron meses hasta que logre tener una cita, meses, muchos meses, solo me dedicaba a mis clases, salir con mi compañera de piso Katy y sus grupos de amigos, ella empezó a fiscalizar el alcohol, dijo que mi capacidad de controlarme dejaba mucho que decir, una exagerada en lo que a mí respecta, solo fue una borrachera simple, nada más. Está bien, me perdí, desaparecí y termine perdiendo mi virginidad, pero no fue para tanto, no era la primera en hacer todas esas cosas y para ser sinceros tampoco sería la última. En fin, la vida me topo con Lucas García, un pelirrojo de ojos miel con verdes, delgado, tanto como Katy, manos masculinas, con cutículas y uñas cuadradas producto de su constante manía de comérselas. Algunas pecas adornaban su rostro y una gran mota de rulos ocupaban la parte superior de su cabeza, como un pompón. Era lindo, majo, bien parecido, como ustedes prefieran decirle, a eso podíamos sumarle que era muy caballero, atento y rozando casi lo cliché, me tope con muchos hombre para decirle que no es lindo alguien tan empalagoso en su vida. - Es en serio Bri, grabaras todo ahora – Hannah interrumpió mi relato. - Es importante, esto también lo pondré – rodo los ojos. Bueno vamos por pasos, ahí estaba yo, saliendo de una cita de los más aburrida, luego de ver una película horrible que el sujeto pensó, en algún lugar de su cabeza, un foquito mal formado pensó que por ser mujer preferiría las películas románticas, solo porque soy chica, o sea, ¡vamos! Me puede gustar las películas de acción, comedia, pero ¿romance? Eso estaba fuera de lo que a mí me parecía una cita, era como si intentara ponerme molosa y romántica, algo que no funciono, para ser honesta, en varias partes simplemente me dormí o cabecee mientras bostezaba, no es como si me hubiera llevado a ver algo así como 365, o no sé, a Channing Tatum, bailándome en traje de bombero, no, eso no fue lo que vi. Esta película fue peor que ver a Leonardo DiCaprio morir en el Titanic, porque todos sabíamos que entraba, ¡él entraba en la maldita puerta Rose! - Ve al punto Bri – Hannah me interrumpe. - Fue tan aburrida que me dormí, pero bueno, él pagaba. – subí mis hombros – No me iba a quejar. Después de esa horrible película, mejoramos un poco con una super hamburguesa doble, nada muy loco, normal, aceptable, era una buena hamburguesa, la cerveza estaba fría, no me parecía una locura, pero no era mala y él no paraba de parlotear. - Por qué será que la protagonista siempre se queda con el más guapo, pobre o rico, aunque siempre terminan siendo ricos – aguante las ganas de rodar mis ojos. - Son películas, se basan en libros o algo así de empalagoso, dónde el final siempre es uno así, feliz, como le gusta a la gente, vende, sirve, punto – tomo un trago del liquido ámbar. - No eres de las románticas – cruzo sus brazos. - No es algo que me interese – ladeo su rostro. - ¿Y que te interesa? – sonrió grande. - Oh, bueno… No tuve que decir mucho más, más bien nada más, las cosas comenzaron a surgir, él me beso como todo un semental, sus labios en los míos parecían torpes, pero la verdad es que yo no sabía mucho de eso, así que, con mi poca experiencia pude decir que Justin besaba mejor que Lucas, y que lo más probable es que, yo ahora fuera Justin y las cosas empezaban a no gustarme. No pudimos ir a mi habitación, porque claramente Katy se encontraba allí, tampoco a su habitación porque compartía con otro compañero de piso aficionado a los comics que seguramente estaría haciendo una maratón de Star Wars y siendo honesta, que Darth Vader me observara, no era excitante, para nada. Terminamos en su coche, él rozando su ingle por encima de la mía, intentando hacer un tipo de fricción, funcionaba, me estaba calentando y habíamos logrado tomar un ritmo. Sus manos se metieron por debajo de mi blusa hasta llegar a mi pecho, jadee por el contacto frío y espere expectante que algo bueno pasar de eso, pero adivinen que, no fue nada del otro mundo, sus dedos jugaron, apretaron, hicieron, pero no era nada muy loco. Decidí pasar a lo importante, sacar su pantalón y llegar a ese momento que buscaba, follar, como para tener una idea de lo que era, una mas armada que mis vagos recuerdos de meses atrás. Entonces ahí estábamos, mis manos recorriendo su cuerpo, pasando las uñas por su pecho y vientre, bajando su pantalón y desprendiendo los míos, hasta que ambos terminamos en ropa interior, Lucas busco un condón y yo bajé su pantalón ¿Por qué hice eso? ¿Por qué no me fui después de la película? Ni yo lo sé, es que lo que vi, lo poco que vi, esa pequeña cosa que se alzaba frente a mí, no eran más de cinco centímetros de pena, gran y deprimente pena. Lucas tuvo la gentileza de decirme, el primero es mío y el que sigue es tuyo, cuando dijo esto, pensé que era por los tunos, ahora él trabajaba, luego yo, me puse contenta, era bueno, muy bueno, el chico tenía lo necesario para salvar la situación, no importaba esos pocos centímetros, lo haría, podríamos. Tome con mi mano rodeándolo por completo, porque mi mano alcanzaba para eso, él tomo el preservativo mientras yo hacía el trabajo manual con mis tres dedos, no necesitaba más, se lo coloco y pasamos a la acción en la parte trasera de su auto. Mis piernas se abrieron grandes y listas, completamente dispuesta mientras mi espalda descansaba en el asiento trasero de su Ford de segunda mano. Mientras se acomodaba tome aire y espere, un momento, otro, él se movía, sus caderas se movían, mi cuerpo se movía, pero yo no sentía nada, no había nada, no tenía nada, era un roce de cuerpos que encima duro tres segundos, porque cuando reaccione, Lucas hacía un ruido y caía rendido en mi pecho, su pecho estaba agitado y yo seguía peinada y seca, super seca. - ¿Listo? – tuve que preguntar, tenía que hacerlo. - Ahora vamos con la segunda, esa es toda tuya – otra vez esto, oh no, no pasara. Lo empuje un poco y me acomode en el asiento mientras buscaba mis pertenencias, sus ojos me miraron intentando entender que pasaba, pero yo no tenía nada bueno para decir, quizás el problema era yo, o sus cinco centímetros. Eran sus cinco centímetros, estaba segura. - Oh, por dios, son tres dedos – Hannah esta con una regla y su mano - ¿Qué hiciste después de eso? – suspire. - Me vestí, le dije que tenía un examen, que tenía que irme a casa – carcajeo. - ¿Lo volviste a ver? – niego. - Me negué rotundamente a repetir aquello. – volvió a reír. ¿El tamaño importa? Bueno mujeres, déjenme decirles que sí importa, no solo por ámbitos de salud, dejemos mi parte como doctora de lado, hablemos de una como mujer, uno puede tener el pene pequeño y ser un semental en la cama, porque te mueves y sabes hacerlo, tener en cuentas las posiciones correctas es un punto importante en ello. Pero vamos, el tamaño promedio que se estipulo es de 13,22 de largo y 11 de ancho, esto no te hace mejor ni peor, volvemos a lo que dijimos anterior, si sabes usarlo, y hablo estrictamente de la entrepierna, pues, la cosas serán más sencillas, algo que mi pobre acompañante no supo. Así que, como experiencia personal, si en el juego previo y los roces no se siente ¡CORRE PERRA! ¡CORRE! Nada bueno saldrá de eso, él disfrutara y tu terminaras con el consolador entre las piernas o en su defecto tus manos, eso no es bueno, nada bueno, cuando una folla tiene que disfrutar, así que pueden poner en la lista a Lucas García y luego tacharlo mientras la palabra pene corto aparece a su lado, porque jamás repetí con él, aunque lo volví a ver algunos años después, casado, con hijos. Déjenme decirles que los p***s crecen hasta los dieciocho, luego ahí queda, así que mujer de Lucas, si lees esto, bendita tú eres, las mujeres te admiramos por tal sacrificio, no sabemos como le haces, pero si necesitas un consolador puedes buscarlo en mi consultorio, lo juro. Solo diré que “Short d**k Man” es la canción perfecta para esto, por favor, ríanse conmigo, disfruten de mi mala experiencia, que todas una vez en la vida pasamos por eso.
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