2. Last Friday Night

3078 Words
Me encuentro tumbada en el piso de mi living, este lugar es como mi santuario, la alfombra de peluche beige da ese toque acolchonado que tanto me gusta, no paso mucho tiempo aquí, pero ahora me encuentro de licencia por algunos días, el idiota de mi jefe dijo algo así como: “debes tomarte tus vacaciones de una vez” y me libero de mis servicios, es que acaso no sabía que mi vida se basaba en trabajar, pasaba gran parte de mi día a día en el hospital o con Hannah, era lo que hacía, bueno también terminaba con algún chico, pero eso era pequeñeces, nada importante, un momento casual para distenderme, relajarme, disfrutar… sí sobre todo disfrutar. En fin, mi casa es mi lugar en el mundo, pisos de madera laqueada completaban el living, las paredes blancas excepto una que era de un rojo Ruby, los sillones de cuero blanco ocupaban una gran parte del salón, era una gran ele frente a un televisor de cincuenta pulgadas pantalla plana. En el medio descansa una mesa de vidrio que posee unos de esos adornos exóticos que encuentras en alguna casa de decoración y lo compras porque estaba justo encima de una mesa como la tuya. El living era lo primero que recibía a las personas, pues como lo dije, mi casa, mi lugar, pocos pasaban de aquí a otro lado o bueno a la cocina. La cocina era un gran lugar, pisos grises, los muebles con vidrio traslucido que mostraba la vajilla, lavaplatos, microondas, cafetera, espumante para la leche, todos los chiques habidos y por haber se encontraba en este lugar, dirán le gusta vivir bien, tiene plata, o algo por el estilo. Déjenme decirles dos cosas, tengo plata, pero no es la razón de tanta cuchillería, no, la razón de eso es que tengo un problema con las compras, sí, soy algo así como una compradora compulsiva, aunque medida, no compro en exceso, solo algunas cosas innecesarias que luego uso o aprendo a usar. La razón principal de tener este pequeño problema, mi falta de cariño, estoy intentando llenar un vacío en mi interior, algo que según mi inconsciente se resolverá solo con compras, puf, nada más lejos de la realidad, nada de eso se llena, pero tengo espumita en mi café con leche. En fin, luego seguiremos con el recorrido por mi casa, cuando sea el momento recorreremos cada parte de ella, por ahora centrémonos en esto. Yo, sentada en el suelo de mi living porque el imbécil de Anderson decidió darme vacaciones luego de que casi me echaran por salvar a la cuñada de Hannah, no estaba despedida, simplemente no me había tomado licencia en los últimos tres años. Ahora como no sabía que hacer con mi tiempo decidí empezar a escribir, un nuevo hobby para que las personas se enteren de mi vida, para que el día de mañana mis hijos leyeran las travesuras de su madre en su adolescencia y adultez – si es que tenía hijos – o simplemente dejar algo que pueda motivar a alguien. Soy fiel creyente de que la música nos muestra distintos periodos de nuestra vida, saca nuestras emociones a flor de piel y nos transporta a lugares impensados, al menos eso hace la música conmigo, es por esto que cada uno de estos capítulos tendrá un título, uno que marco un momento de mi vida, porque aquellas canciones me transportan a ese momento, porque me recuerdan cosas, me dejan volver a revivirlas. Cómo ya saben o bueno, por si no saben, mi adolescencia fue un caos, padres en plena separación, juzgados, abogados, peleas, gritos, insultos, conflicto de intereses y más gritos. Mis padres pasaron de un matrimonio "feliz", a una batalla campal de poder, dónde el premio principal era yo, - que por cierto no me interesaba - ellos me usaron a su antojo, sobornándome con regalos, plata, dándome permisos mi madre y mi padre regalando viajes para dos. Para que se entienda, con diecisiete años ya me conocía todo Norteamérica, parte de Europa y toda américa central. ¿De que sirvió? De nada, al final todo terminó en un acuerdo, mi tenencia fue compartida, mi padre tenía horario libre visitas y en ocasiones pasaba una semana con cada uno, al menos hasta que tuve diecisiete años, después de eso elegí qué hacer. No me gustaba estar con papá, nuestras charlas siempre terminaban en lo mismo, todo lo que hizo mal mamá, todo lo que no peleo y él siendo la pobre víctima de la historia. Señor usted no debía engañar, punto, ahí terminaba todo, no hay engaño, no hay separación, pero claro él pensó que su nueva mujer lo atendería como mi madre, PD: la mujer no lavaba ni un plato y terminaron al mes de convivir. En fin, no nos llevábamos bien, por lo que nuestros encuentros se reducían a un domingo al mes, almorzábamos en algún lugar, me daba sumas grandes de dinero para mis gastos y listo, papá cumplió sus propósitos, ahora nos veríamos un mes después, fácil, práctico, patético. Para ese entonces yo estaba preparando todo para ir a la universidad, Harvard fue mi despertar y cuando digo eso, me refiero a uno que abarca todos los sentidos, sexo, drogas, alcohol, me conocí de formas nuevas, muy nuevas. Y cuando digo esto, quiero que recuerden que era la típica chica de pelo atado, ropa suelta, cero novios, dónde mi única experiencia con el sexo opuesto fue un beso de apenas un pico con Peter Holding cuando me puse osada y juegue a la botellita un día en un cumpleaños, tenía catorce. Conocí un montón de personas agradables, cuando entré en la universidad, mi compañera de cuarto era una chica de pelos de colores, aritos y tatuajes, su nombre era Katy, medía un metro sesenta y cinco, ojos color chocolate y era tan delgada como un duendecillo, yo era de su estatura, un poco más rellenita, pero manejábamos las misma complexión física. Ahora bien, esto era como poner una mujer lela, con nada de experiencia con un torbellino que estudiaba medicina conmigo, también era muy inteligente, con ella me desinhibí en muchos aspectos y conocí cosas nuevas, pero no de las malas su fachada de chica dura, era solo eso, una fachada, cuando conocías a Katy te dabas cuenta que era un amor, un poco osada, pero un amor. Con ella comenzó mi gran cambio, puso un poco de lo suyo para hacerme entender que podía elegir como vestirme, porque recuerdo que no me juzgo solo me pregunto. - ¿Te viste así porque te gusta? ¿O tus padres te obligan? – sus ojos marrones me observaron. - Yo – abrí la boca y la cerré tres veces – No sé, mi madre la compra y yo me la pongo – subo mis hombros. - Hoy se acaba eso – se levantó – Tienes el poder de elegir como vestirte, si te sientes mejor con eso esta bien, pero debes ver otras cosas – abrió la puerta – Vamos, yo p**o – negué. - Tengo plata, no es necesario. Aquel día no las pasamos de shopping, observando vitrinas, viendo que compraba, descubrí que tenia una linda figura y que podía verme increíble si llevaba la ropa adecuada, mi cuerpo parecía otro cuando salimos del lugar, los chicos me miraban con deseo, algunas mujeres también lo hacían, me sentía bien, conforme conmigo misma. Fuimos a la peluquería, me di un corte de cabello, coloqué un poco más de movimiento y volvimos al campus. - Bueno nueva Britney, esta noche hay una fiesta de bienvenida, iremos, necesitas conocer el mundo, pero no te puedes alejar de mí – afirme dudosa. - ¿Qué se supone que me tengo que poner? – me miro. - Lo que tu quieras, no te fijes en lo demás, solo tienes que sentirte linda y conforme contigo, nada más, lo demás o te aceptan o se esfuman – movió la mano. Katy fue alguien increíble en mi vida, me dio la confianza que no tenía para tomar mis decisiones, para comprender que es lo que quería, como quería vivir, lo que me gustaba, lo que no, poner mi limites y así. El problema recayó al principio, cuando fuimos a esa fiesta, porque claramente era una inexperta, no tenía idea de la vida y tampoco conocía mi cuerpo, eso se resumió a una cosa. YO SIENDO UN DESASTRE. Aquella noche me coloque un jean ajustado, zapatillas blancas y una top que marcaba mi figura y dejaba mi vientre desnudo, Katy aprovecho para colocarse un vestido n***o corto, algo escotado. Salimos del campus a las ocho de la noche, el camino era corto, la fiesta de bienvenida se realizaba en una de las casas de las fraternidades, los encargados de darla fueron alumnos de tercero. El pasto verde se extendía frente a una casona de dos pisos roja con detalles en blanco, un centenar de chicos charlaban en la entrada, mientras bebían y fumaban. Katy tomo mi mano y me condujo dentro, el lugar parecía un hormiguero, todos bailaban, bebían y gritaban algunas incoherencias, me dieron un vaso y Katy me lo saco. - Nunca bebas nada que no te sirvas tú – asentí mientras ella lo dejaba. Fuimos directo a la cocina mientras los demás se movían, un grupo de chicos servían cerveza desde un gran barril, algunos ya estaban tomados y otros parecían recién llegados. Uno de los chicos que servía, levanto la mirada y nos sonrió, sus ojos fueron a mi amiga primero y luego se quedaron fijos en mí, me removí un poco. - Primer año ¿verdad? – nos señaló – Un gusto, Justin – ambas recibimos su mano. - Mucho gusto, Katy y Britney – mi amiga nos presento a ambas. - ¿Qué quieren tomar chicas? – miro la mesada de mármol gris – Hay cerveza, un vodka de frambuesa o solo – cruzo sus brazos - ¿Qué quieren tomar? – sonrió mostrando sus dientes. - Cerveza para mí – Katy levanto la mano y se alejó. - ¿Tú? – me miro - ¿Qué quieres? – pensé. - No sé, nunca he tomado alcohol – admito y junta sus cejas. - Ni un poco – niego – Ok, la cerveza es amarga, la bebida de frambuesa más dulce y el vodka solo quema – explico. - Prefiero la dulce – afirmo. - Está bien, pero con esa tienes que ir con cuidado, uno las toma como si fuera agua y termina completamente ebrio – sonreí, era lindo que me advirtiera. - Gracias por el dato – guiño un ojo y preparo el trago frente a mis ojos. - Toma, mejor que lo tomes con calma – afirme. El trago estaba buenísimo, muy rico, relamí mis labios y me observo un momento, Justin era lindo y al parecer tenía toda su atención para mí, a pesar que la mayoría de las mujeres de la sala llevaban mucha menos ropa y era más lindas. Gire para ver todo, el piso de la casa era de madera, excepto en la cocina que era de loza blanca, la mesada de mármol estaba llena de botellas, vasos rojos, un sillón tenía varios chicos sentados con mujeres en su falda mientras charlaban y al parecer jugaban. - Hacen verdad o reto – junte mis cejas cuando Justin hablo a mi lado. - No son un poco grandes para eso – lo miré - Pensé que uno lo hacia hasta que salía de la escuela – subió sus hombros. - ¿Quieres bailar? – sonreí, me encantaba bailar – Vaya, tienes una linda sonrisa – mis mejillas ardieron un poco. - Claro, me gustaría. Recuerdan la parte donde me digo que no bebiera tanto ni muy rápido, bueno, a mí me importo poco, los vasos iban a mi boca uno tras otro mientras bailaba con Katy, ambas nos movíamos al ritmo de la música. Justin se había ido para controlar los invitados junto con otros amigos, pero siempre se mantenía dentro de mi campo de visión, supe que era el capitán del equipo de futbol, su cuerpo estaba marcado y era lo suficientemente grande como para rodearte entera, sus ojos eran chocolates como los míos. Katy me llevo a una mesa en algún momento de la noche, unos vasos se encontraban en cada punta y todos gritaban mientras lanzaban una pelotita, el juego era una tontera, había que beber si la embocaban en el vaso de tu lado, quien lograba embocar todo, ganaba, el famoso juego de Beer pong. Tuve que jugar, no iba a decir que no, era una fiesta y era buena con la puntería, al menos estando sobria, ahora no sé. Hicimos equipo con mi amiga, ella era malísima y los otros también, yo conservaba parte de mi pulso, la adrenalina corría por mis venas cuando el sujeto frente a mí emboco tres seguidas haciéndonos beber más, tome la bola y la emboque, los gritos continuaron, Justin se acercó a mi lado mientras tomaba aire, si la embocaba, ganábamos. La pelota reboto una vez, todo parecía pasar en cámara lenta hasta que cayó dentro del vaso. Gritamos, levanté mis manos al aire y me colgué del chico que acaba de llegar a mi lado. Su risa ronca se escuchó en mi oído, me aleje con una sonrisa y lo mire dos segundo antes de besarlo. ¿Qué ocurrió después? La verdad es que recuerdo poco, solo sé que Justin me tomo por la cintura y me alejo para mirarme unos minutos y volver a besarme. Dirán, ¿cómo una chica vestida con faldas largas y blusas sueltas logró besar a semejante semental? La respuesta es simple, estaba ebria, muy ebria, no sabía lo que hacía, tampoco si estaba besando bien, nunca lo había hecho, pero ahí estaba yo metiendo mi lengua hasta su faringe porque el desgraciado estaba condenadamente bueno y yo podía acudir a mi estado para hacer que no recordaba nada. Aunque la realidad es que no recordaba mucho, solo unos besos, sus manos en mi cuerpo, la música más baja, el olor a tabaco, su gusto a cerveza y luego, nada de nada. Hasta el otro día, cuando me desperté en una cama, completamente desnuda, con una mano rodeándome el cuerpo, me senté de golpe. Justin llevaba su cabello despeinado y estaba segura de que yo también, pero me importaba un carajo, había dormido con él, perdido mi virginidad, levante las sabanas observando la mancha roja y su culo desnudo. Negué dos veces y comencé a buscar el puto condón. Mi mano se estrelló en su espalda repetidas veces. - ¿Qué? – balbuceo dormido. - Despierta de una puta vez – elevo una ceja - ¿Dónde está el preservativo? – paso las manos por su rostro y se sentó. Madre santa, era una tableta de chocolate, piel tostada, todo marcado, mi cara era de asombro puro, no caía, como yo, esta simple mortal había terminado con un modelo de revista en su primera vez. Tengo que admitir que mis expectativas solo llegaban a uno normalito, no sé, el chico de la biblioteca, no a esto. - ¿Britney? – parpadeo varias veces y lo miro - Estás enojada o babeas. Pero las dos cosas no, me confundo, no sé si quieres que busque el preservativo o te folle de nuevo – abrí la boca y la cerré. - El preservativo – afirmo y se levantó. - Dios Mire y jadee cuando su desnudez quedo a plena vista, toda su desnudez, era enorme, cuerpo, nalgas, peeene o dios mío, eso era, Jesús, me iría al infierno por meter tantos santos en estas cosas, en estos momentos. - ¿Puedes vestirte? – acomode mi sabana – Es un poco impactante – mis ojos se desviaron de manera inconsciente a su m*****o – Anatómicamente imposible – balbuceó. - Fue posible – sonrió coqueto – Aunque un poco complicado – mordió su labio – Tú eras… - dudo – Yo no sabía, de haberlo sabido, no… - levante la mano. - Tranquilo, lo que paso anoche, murió anoche, no te preocupes – movió un poco su rostro a la derecha – Sin compromisos, al menos que no hayas usado protección, ahí si tendremos un problema – carcajeo un poco y fue al lado de la cama. Tomo una servilleta y levanto el objeto manchado con sus fluidos y los míos, suspire aliviada y me siguió viendo. - Se como funcionan estas cosas, pero desde ya te digo que no, no me voy a ir por el camino de la vergüenza, vas a mover ese increíble trasero que tienes y me acompañaras al campus, luego haremos como que no paso nada y quedo en una follada – entrecerró sus ojos. - ¿No vas a decir nada de repetir? – porque piensa que haría eso. - ¿Por qué haría eso? – abrió sus ojos grandes. - Es lo que las mujeres suelen pedir – moví la mano. - No recuerdo nada, así que no voy a extrañar nada – cruzo los brazos. - No sé si sentirme ofendido o aliviado – relamió sus labios – Me siento ofendido – paso la mano por su pelo y volví a mirar su m*****o. - ¿Puedes taparlo? Creo que me va a sacar un ojo si se levanta – suelta una carcajada. - No quiero taparlo, quiero volver a jugar contigo, digo, te voy a acompañar igual – se acerco gateando con chita colgando. - No – levante mi mano – No repito, lo siento – parpadeo dos veces. – Ahora ¿Dónde esta el baño? – me levante con la toalla envuelta en mi cuerpo. - Esa puerta – respondió perplejo – No estoy acostumbrado a esto – subí mis hombros. - Siempre hay una primera vez – murmuré. - Nos vamos a volver a acostar Bri, de eso no tengas dudas – se colocó su bóxer – Yo si quiero repetir contigo. No conteste, solo me bañe, él estaba listo cuando salí, ambos bajamos la escalera juntos, sus compañeros me observaron y luego a él. Justin tomo un pedazo de pizza de anoche y me ofreció una porción, acepte encantada, los salude y me fui. Desbloqueo su auto rojo, un Audi, nos subimos y me llevo a casa. Sin duda la fiesta de aquel viernes fue un despertar para mí, uno muy salvaje.
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